Según fuentes históricas, el espectáculo circense se remonta a la época de la Roma clásica, cuando Tarquino El Viejo, quinto rey etrusco del imperio, mandó construir el circo Máximo, el más antiguo de los circos romanos para celebrar las fiestas populares.
Siglos más tarde, el emperador Julio César amplió el lugar destinando el espacio principalmente a la competencia de carros de caballos, combate de gladiadores, lucha con animales, atletismo, entre otros espectáculos que capturaban la atención de los asistentes.
Tiempo después, en la época medieval y renacentista, los circos estuvieron asociados a las ferias comerciales de los pueblos o a las fiestas de la realeza, donde se observaba la presencia de saltimbanquis, juglares y bailarines. Posteriormente, se añadió al espectáculo actos de acrobacia y actuación de payasos.
La historia circense en el Perú inicia aparentemente en la época de la Colonia (siglo XVI) cuando los religiosos que llegaron con los españoles atraían a los no creyentes a la fe católica mediante representaciones de arlequines, acróbatas y caballistas.
No obstante, algunos investigadores señalan que recién en 1800 llega por primera vez al Perú la compañía italiana Unión con un espectáculo que combinaba actos de malabarismo, magia y trapecistas.
Beso de la muerte. Domador le da un beso al tigre de bengala en un temerario acto circense (1980).
Ya con estos antecedentes, la declaratoria de la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821, fue celebrada con una serie de actividades, entre las que también destacaron las funciones circenses que evidenciaban la algarabía por liberarnos del yugo español.
Más adelante, durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), a pesar del ambiente hostil que se vivió en Lima, los artistas circenses levantaban los ánimos a los peruanos en plazas y estrados improvisados. El Teatro Principal de Lima (hoy Teatro Segura) quedó destruido, pero luego de su reconstrucción se inauguró el Circo Jardín del Perú, lugar donde llegaron las más importantes compañías de Europa y Estados Unidos.
En los festejos por el centenario de nuestra Independencia (1921), las autoridades de aquel entonces emitieron una ordenanza municipal decretando la presencia de espectáculos circenses gratuitos en la recién inaugurada Plaza San Martín.
Edad de oro
La década de los 60 y 70 fue la época de oro de los circos en el Perú. Los artistas de aquel entonces arriesgaban su vida caminando sobre cuerdas flojas, lanzándose cuchillos, saltando en aros de fuego o desafiando a animales salvajes.
En 1979, el diario La Crónica relataba que “como cada año, los circos hicieron su ingreso con un desfile o convite por la Avenida Alfonso Ugarte”, lo cual demostraba la expectativa que causaba en la población.
Entre 1980 hasta el 2000, esta alegría de narices rojas y malabaristas decayó, aunque no totalmente, ante la aparición del terrorismo en el país, por lo que muchas compañías extranjeras de circo decidieron no instalar sus carpas en territorio peruano.
El famoso circo Egred en la tradicional carpa Grau en el Centro de Lima (década del 70).
Circos destacados
Las grandes empresas circenses que llegaron al Perú en el siglo XIX fueron el circo Quiroz, el Gran circo inglés Nelson, el circo Sturgis y Donovan, el circo Frank Brown, el Gran circo Norteamericano, el circo Europeo, el circo Gardner, circo Villalba, el circo zoológico El arca de Noé, el vistoso Cerato, entre otros.
Niños disfrutando de una función de circo en Fiestas Patrias (1980).
También visitó Lima el equilibrista francés Charles Blondín, famoso por atravesar el Níagara caminando sobre un cable. A falta de cataratas, cruzó los jardines de la Exposición que en aquella época llegaban hasta el actual Estadio Nacional.
1976, Fiestas Patrias. Público hace largas colas para ingresar a función circense en Plaza de Acho, Rímac.
Ya en el siglo XX, llegaron al Perú destacados circos como el Egred, ubicado en la Plaza Grau; el Royal Dumbar, que contaba con una variedad de animales; el circo Tihany; y el circo ruso con el gran payaso Oleg Popov que se estableció en la Plaza de Acho en el Rímac.
Hoy en día, los espectáculos circenses, la mayoría de producción nacional, no pueden faltar en las celebraciones de Fiestas Patrias, cuyos shows unen a toda la familia desde la quincena de julio hasta finales de agosto. Bienvenido circo. ¡Que se abra el telón!