El ingreso de Jairo no solo es sinónimo de esfuerzo y dedicación, sino también de sacrificio. Estudiaba durante el día y trabajaba en las noches, de 6 a 11 p.m., en un sushi bar como itamae (chef de comida japonesa) junior y ayudante de cocina.
El joven residente del distrito de Santa Anita considera que el dinero no debería ser un obstáculo para ingresar a la universidad y comparte que en la actualidad existen cada vez más herramientas virtuales y gratuitas que facilitan el estudio de los postulantes.
El adolescente proveniente de San Juan de Lurigancho se preparó durante un año entero, primero estuvo en una academia y luego, a finales del año pasado, estudió en el Centro Preuniversitario de la Villarreal.
Para evitar trasnochar, reveló que, en los últimos cuatro meses antes del examen, utilizaba un horario de 15/24, donde dedicaba 15 horas al estudio y 9 horas para dormir, comer y despejar su mente de los libros.
Su rutina de estudio empezaba desde las 8 a.m. hasta la 1 p.m., luego descansaba hasta las 2 p.m. y seguía repasando hasta la medianoche.
Confiesa que a un mes del examen obtuvo un nuevo celular, lo cual fue una gran tentación para él. Sin embargo, tenía clara su meta y nada iba detenerlo, decidió guardar el aparato electrónico en un cajón mientras estudiaba en otra habitación para no desconcentrarse.
La edad no impide superarte
Para Kiara Huaynate, de 18 años, la perseverancia es la clave para lograr el ansiado ingreso a la universidad, una prueba de ello es su diploma por el tercer lugar en el reciente examen de admisión de la UNFV.
Nacida en Huancayo, la joven cachimba villarrealina cumplirá su sueño de estudiar arquitectura en una de las mejores universidades públicas del país. No obstante, resalta que el éxito no llega por suerte, es el sacrificio y el esfuerzo de días, meses, incluso años de trabajo.
“Estudiaba día y noche, me olvidé de muchas cosas. Tuve que dejar de salir con mis amigas y cancelar viajes”, sostuvo.
Para alcanzar su objetivo, se preparó intensamente desde octubre del año pasado. Estudiaba a partir del mediodía, después de desayunar y hacer ejercicio. A las 3 p.m. almorzaba y a las 4 p.m. volvía a repasar sus libros.
Para ella era mejor estudiar por la noche, así que, después de cenar y realizar alguna actividad recreativa, se dedicaba a reforzar materias desde las 9 p.m. hasta las 2 a.m.
Esta era la segunda vez que Kiara postulaba a la Villarreal. Cuenta que la experiencia de su primer examen le ayudó a ver qué errores tuvo y qué materias se le dificultaron más. “Hace dos años que salí del colegio, pero la edad no importa porque nunca es tarde para superarte”, aseguró.
Al primer intento
En el cuarto lugar del examen de admisión de la UNFV se encuentra Ximena Uceda Ramírez (16), del distrito de San Miguel, quien también ingresó a la carrera de arquitectura.
Su éxito fue gracias al apoyo de sus hermanos quienes también ingresaron a la misma casa de estudios años anteriores. Sus apuntes fueron clave durante los meses que se preparó. Al poco tiempo de terminar la secundaria, Ximena logró ingresar en el primer intento.
“Si ya tienes una base, debes reforzar los temas que tú no sabes. Eso es en lo que yo me enfoque más en los últimos meses”, compartió para los escolares que este año rendirán el examen de admisión por primera vez.
En su caso, en lugar de pensar que estaba rindiendo una importante prueba de ingreso, pensaba que estaba en su colegio rindiendo cualquier examen del día. Eso le quitó un gran peso de encima.
No rendirse
Daiana Casani Santos, de 18 años, confiesa que después de fallar su primer examen de admisión se deprimió hasta el punto en que no quería comer. Fueron sus padres quienes la alentaron a no rendirse y volver a tomar la prueba el pasado 30 de abril.
“(En el examen) estaba tan nerviosa que terminé rompiendo mi pantalón rasgado. Los nervios me ganaban, así que solo me puse a pensar en mis padres y en todo lo que sacrificaron para que yo pueda postular”, comentó.
Todo esfuerzo tiene su recompensa, es así que Daiana pasó de un “no alcanzó vacante” a obtener el quinto puesto en el cómputo general, ingresando a la carrera profesional de ingeniería civil.
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