La ingeniera agrónoma Luz Gómez Pando lleva toda una vida dedicada al mejoramiento de variedades de cereales y de granos nativos como la quinua y kiwicha. Todo empezó en Apurímac en los campos de cultivo de sus padres donde ayudaba en la cosecha de cebada y trigo. Ahora, a sus casi 75 años, recibió un importante premio que reconoce a las mujeres dedicadas a la investigación, en especial en el uso de la energía nuclear para el mejoramiento de plantas.
Todavía recuerda cuando ingresó a la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) y solo eran cinco mujeres en su promoción, de las cuales ella es la única que ejerce hasta el momento. “A veces me sentía muy sola,” comenta. A los 23 años terminó su carrera de ingeniería agrónoma y desde entonces no paró de investigar y trabajar hasta ser una especialista en mejoramiento y cultivo de cereales y granos nativos.
¿Cómo se usa la energía nuclear para mejorar las plantas?
En marco de su trabajo de mejoramiento genético, la investigadora trabaja con la técnica de inducción de mutaciones que utiliza agentes mutagénicos como es el caso de la radiación gamma para cambiar la parte genética o el ADN de las plantas.
“Toda nueva característica de las plantas se origina a través de mutaciones, por ejemplo la forma de las hojas, formas de las semillas o colores de las flores. Eso sucede de forma natural pero toma cientos de años y una forma de acelerar este proceso y que aparezcan estos nuevos genes que van a beneficiar el rendimiento, calidad, tolerancia al clima adverso y resistencia de enfermedades es a través de la inducción de mutaciones para lo cual utilizamos la energía nuclear,” señala
la científica, ganadora del Premio Nacional “Por las Mujeres en la Ciencia 2010” de L´Oreal-Concytec.
Gracias a esa técnica, que se viene utilizando desde 1980 en los programas de mejoramiento de plantas, la mujer de ciencias ha logrado obtener nuevas variedades de kiwicha, cebada y trigo, que ya se encuentran en los campos de los agricultores.
Con respecto a la quinua, ella sigue trabajando en la búsqueda de una variedad de gran calidad.
“Por ejemplo hay variedades tradicionales de quinua que tienen un buen rendimiento y calidad pero son muy altas (muchas ramificaciones) o tienen un ciclo de vida muy largo (muchos meses en el campo) y eso la hace muy sensible a los cambios climáticos. Entonces mi objetivo es encontrar plantas de quinua con menos ramificaciones, para eso busco modificar la arquitectura de la planta. También mejorar la tolerancia al calor, porque la quinua no tolera el calor en la etapa de floración,” explica.
Precisamente por toda esa labor, en el 2014, fue una de las ganadoras del Concurso Internacional de Innovación Tecnológica en Quinua, donde obtuvo el segundo lugar, con su trabajo vinculado con el desarrollo de líneas mutantes mejoradas de quinua para las condiciones de la costa.
Ese mismo año, el organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoció por primera vez su trabajo por un desarrollo sostenible de la agricultura a través del mejoramiento con Inducción de Mutaciones.
Sin embargo, es la cebada, el cereal que le ha permitido un mayor reconocimiento. La investigadora señala que se han obtenido dos variedades, una cebada sin cáscara, utilizando la técnica de inducción de mutaciones, incrementando su rendimiento y calidad. Se llama “cebada centenario” y ya se siembra en los campos de los agricultores.
Trabajo conjunto con el agricultor
Como investigadora ha tenido muchos proyectos que le permitieron trabajar directamente con los agricultores especialmente de la sierra centro y sur.
“Una de las estrategias que hemos utilizado es establecer campos demostrativos en las mismas comunidades, conduciendo los campos con ellos y en la cosecha ver las diferencias entre nuestras variedades y las de ellos y luego un reparto de la semila,” comenta Luz Rayda Gómez Pando.
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Cinco peruanas que hacen ciencia e inspiran con sus historias [Podcast]A sus casi 75 años - cuando está a poco tiempo de dejar su labor como docente e investigadora de la UNALM- su trabajo no se detiene y sigue buscando cómo mejorar el contenido nutritivo de la cebada y el trigo, es decir una bio fortificación natural. En la quinua y kiwicha busca desarrollar variedades precoces conservando su valor y calidad; y mejorar algunas característica como es la demasiada ramificación.
“Me siento muy alegre porque lo obtengo en el ultimo año de mi actividad profesional”, comenta emocionada.
Uno de sus mayores legados es haber contribuido en el desarrollo del Banco de Germoplasma de la Universidad Nacional Agraria La Molina, destacando la colección de quinua con más de 3,000 accesiones.
“Lograr que la gente se interesara por estos cultivos marginados y olvidados me daba el impulso para seguir adelante. En un país como el nuestro que tiene diversidad genética, se necesita fondos para la investigación inicial, eso nos acerca más a los agricultores porque muchas de las especies que cultivan están en áreas muy pequeñas y hay que llevarlas en extensiones grandes,” explica.
Al dejar las aulas, la doctora Luz Rayda Gómez Pando comenta que la mayor parte de su tiempo lo dedicará a escribir libros que sirvan a los estudiantes universitarios, precisamente a ellos les hace un llamado.
“Son muy pocos los investigadores que hacen mejoramiento genético de plantas en nuestro país. Necesitamos más profesionales que desarrollen nuevas variedades de plantas para enfrentar el cambio climático,” concluye.
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(FIN) MFA/SPV