08:06 | Lima, oct. 07 (ANDINA).
Dos veces por semana, de preferencia por las madrugadas, cuando la inspiración lo visita, el pintor Pepe Chávez extiende sobre la mesa de su atelier las tizas pastel con las cuales pinta su mundo, lleno de siluetas de mamachas que se confunden con los paisajes naranjas, rojos, amarillos, azules fuertes.
Para el artista plástico de 44 años de edad, estos colores le dan luz y vitalidad a su obra. Pepe goza de una vista única del molino Hualanga sobre el río Mashcón, a 10 minutos de Cajamarca, allá, a pies del cerro Cajamarcorco, que goza de sus propias leyendas de leviatanes.
Chávez, admirador de Camilo Blas, Van Gogh, Matisse y todo el impresionismo francés, llama neocostrumbrismo a la tendencia de su pluma: son motivos andinos pintados con técnica de tiza pastel, combinados con mucho modernismo, con un trazo que parece llevado por el viento. Hay que reconocerlo, sus colores y su trazo dan otra mirada a los personajes típicos de los Andes peruanos.
Aunque considera a sus paisanos, los grandes maestros Mario Urteaga y José Sabogal, como los iniciadores de la corriente indigenista en el Perú, Chávez se siente más identificado por el color y los rasgos impresionistas, con la pintura de Camilo Blas, decíamos.
Universo cajamarquino
Su mundo pictórico está impregnado de cielos color naranja. Así lo recordaron sus cuadros en su última exposición individual De vientos y trigales, que presentó en junio de este año en Cajamarca. “Le doy una interpretación particular al color, tanto en los elementos humanos como en la naturaleza (animales, cerros, tierra)”, dice.
Pero en su universo, sobre todo, los marcan el universo femenino a través de los trigales y las mamachas: predominan en su trabajo con sus polleras, quipes y típicos sombreros blancos. Cuando los necesita, están los personajes masculinos, campesinos, por ejemplo, que tocan el clarín cajamarquino.
En realidad, Chávez es un autodidacta que empezó tarde en el oficio. Empezó a pintar hace siete años, cuando su madre, Violeta, falleció. Se hundió en la depresión y sus hermanos le recomendaron pintar, algo que él siempre tenía latente.
Chávez considera que el valle cajamarquino fija una mirada particular sobre el color y la naturaleza que lo rodea, por lo cual sería uno de los factores de por qué hay una cantidad enorme de artistas visuales, como se resaltó en la primera edición del Caxamarte 2009, un evento cultural que tomó la ciudad norteña a fines del mes pasado.
“Parece mentira, pero somos una tierra bendita de artistas, con pintores de muy buena estirpe, fotógrafos, novelistas espectaculares, gente de teatro, poetas, escultores, hasta artistas de la cocina... Creo que Cajamarca es una tierra donde gracias a Dios se ha podido mezclar una gama infinita de talentos”, opina el pintor.
Dice no tener nada contra los pintores formados en las escuelas, pero prefiere continuar siendo un autodidacta porque “te da cierta pureza, libertad, búsqueda del camino con un sello muy personalizado”, opina.
Tarjetas andinan
Desde 2004, el pintor edita cada año en Cajamarca una línea de doce cuadros navideños que plasma en tarjetas navideñas, en las que los elementos nativos –como son los personajes andinos– se combinan con elementos tradicionales de la Navidad –trineos, Papá Noeles, nieve.
Dice que se trata de una manera de fomentar que en las fiestas navideñas impulsemos el consumo y conocimiento de nuestros elementos dentro de una fiesta mundial.
Datos
-Cuatro exposiciones ha realizado, desde 2003, en Cajamarca.
-En diciembre, realizará su primera muestra fuera de su ciudad, en la Alianza Francesa de Trujillo
-Sus cuadros participaron en el Caxamarte 2009.
(FIN) DOP
Publicado: 7/10/2009