El mar morado que acompaña al Señor de los Milagros en octubre está lleno de testimonios de fe que mantienen viva la tradición, a pesar del paso del tiempo y el desinterés que pueda crecer entre los más jóvenes estas manifestaciones religiosas.
Durante su segundo recorrido procesional del año, la imagen del Cristo de Pachacamilla es seguida, hoy 18 de octubre, por miles de creyentes a paso lento y en medio de rezos y súplicas por las calles del centro histórico de Lima, dando gracias por los deseos concedidos. La agencia Andina dialogó con algunos de los fieles que acompañan al Señor de los Milagros para conocer sus testimonios de fe.
"De un momento a otro estuve sin memoria por dos meses; la perdí por completo. No me acordaba de nada, ni de mis hijas Isabel, Mercedes y Patricia", contó a la Agencia Andina, la septuagenaria devota que ha residido toda su vida en el distrito limeño de Surquillo.
Su madre, natural de la región Tumbes, pidió con mucha fe al Señor de los Milagros que Isidora vuelva a ser la misma que antes y diariamente le pasaba por el cuerpo, mientras rezaba, un cirio con los colores propios del Cristo de Pachacamilla, una costumbre muy popular entre los feligreses.
Pasaron algunas semanas y llegó el aviso. Isidora había recuperado la memoria. Desde aquel momento, siempre acompaña a la sagrada imagen en diferentes fechas con sus hijas, nietos y bisnietos.
"En los últimos dos años no pude asistir a causa de la pandemia del covid-19, pero ahora he venido con mi hábito como siempre", subraya muy emocionada al confesar que le ha pedido de corazón por la salud de sus dos bisnietos de ocho años de edad, quienes padecen de problemas para caminar y hablar.
El Señor de los Milagros me lo va a conceder, expresó la mujer, tras salir de una misa en la iglesia de las Nazarenas, un complejo religioso dedicado al culto del Patrón del Perú, regentado por las Madres Nazarenas Carmelitas Descalzas.
Reencuentro tras 23 años en Estados Unidos
En los exteriores de este concurrido templo, muchos fieles caminan descalzos en señal de penitencia y otros arrodillados como doña Isabel Tejada Miranda (70 años), quien se ha reencontrado con el Señor de los Milagros tras 23 años radicando en Kearny, un pueblo ubicado en el condado de Hudson en el estado estadounidense de Nueva Jersey.
"Antes de dejar mi país le pedí (al Señor de los Milagros) que me regrese con salud para seguir su caminar y hoy estoy aquí", declaró esta chalaca, quien volvió al Perú hace un año y medio.
Su devoción, indica, traspasó fronteras, pues integró la primera cuadrilla de la Hermandad del Señor de los Milagros en Nueva Jersey. Sin embargo, apuntó que estar en "Las Nazarenas es mucho más sagrado y tiene mayor fuerza".
Esta creyente cuenta que las bendiciones en su vida se están viendo de una y otra manera. Por ejemplo, con el hecho de traer a sus hermanas menores y amistades a acompañar a la venerada imagen.
"Estoy abriendo caminos y lo que quiero ahora es entrar a la Hermandad del Señor de los Milagros en Lima", confiesa al referir que le ha pedido por la paz en el mundo y el cese de la guerra.
El Señor de los Milagros es una enorme imagen, sobre un lienzo, de Jesús crucificado, cuya singularidad es que se trata de un Cristo de piel morena pintada al óleo por un esclavo negro en el siglo XVII. La procesión se remonta tres siglos atrás.
La primera procesión se realizó en 1687, durante la colonia española.
La procesión convoca usualmente a una multitud de comunidades étnicas de Perú, que suplican por la curación de algún mal o para encontrar sosiego a sus frustraciones cotidianas.
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(FIN) JAM/LIT