Pensión 65: conoce a José Mishaja, chamán y difusor de la lengua y cosmovisión Ese Eja

Usuario de programa social del Midis enseña a los niños a preservar su formidable legado cultural

11:30 | Madre de Dios, set. 27.

A orillas del río Tambopata, a 19 kilómetros de Puerto Maldonado, en Madre de Dios, se encuentra la Comunidad Nativa Ese Eja de Infierno, una tierra ancestral, donde sus antiguos habitantes mitológicos dieron vida a una diversidad de plantas casi mágicas, luego de descender de los cielos, a través de una soga de algodón, y llegar a la cabecera del río, donde quedaron deslumbrados de sus tierras poderosas.

Así lo relata José Mishaja Shajao, usuario del programa Pensión 65 del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, orgulloso de su herencia milenaria, quien ha dedicado su vida a profundizar en el conocimiento de esas plantas maravillosas, como Abuta, Achiote, Ángel Sisa, Ayahuma, Azúcar huayo, entre otras raíces, hojas y cortezas, y que él utiliza en la preparación de brebajes, cremas y concentrados, con propiedades curativas para el cuerpo y el alma.


Turistas y vecinos, conocedores de su conexión especial con la naturaleza y la cultura de su pueblo, acuden hacia él en búsqueda de alivio. Don José también limpia el alma al ritmo de la tradicional música y rituales como la ayahuasca, donde cada persona explora su interior y recibe mensajes del bosque. “Las personas miran lo que desconocen de su ser”, detalla.

Su labor lo ha posicionado como el chamán Ese Eja de Infierno, siendo reconocido y muy solicitado en las ciudades de Tarapoto, Pucallpa y Lima.


El amor por su cultura lo ha llevado también a convertirse en uno de los principales difusores de su tradición. Actualmente, brinda charla a los niños de su comunidad para fortalecer su identidad cultural.

Además, dirige clases sobre la lengua originaria ese eja en distintos centros educativos para moldear las mentes de las nuevas generaciones de la localidad de Infierno, y que las enseñanzas de sus abuelos perduren no solo en sus habitantes, sino que se fortalezca en el tiempo.


“Me siento muy feliz porque los niños aprenden nuestra cultura, mantienen nuestra lengua y siguen el legado. Nosotros tenemos un pasado, una historia y una memoria que conservar. Es lo que les digo. La selva es nuestra riqueza y nos da vida”, señala con orgullo el chamán, quien guarda todo tipo de brebajes en su almacén de hierbatero.


(FIN) NDP/LZD


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Publicado: 27/9/2025