Una vez que alcanzan la madurez, entre los tres y cinco años de edad, las hembras tienen un período de gestación de entre seis y ocho meses, tras el cual pueden dar a luz a dos o cuatro crías.
El oso de anteojos tiene un rango de movimiento extenso, con los machos cubriendo hasta 61 kilómetros cuadrados. Aunque su habilidad para trepar árboles y nadar puede sorprender, el oso de anteojos es un maestro en ambas actividades.
A lo largo de su evolución ha demostrado una notable adaptabilidad a una variedad de ecosistemas, desde bosques costeros secos hasta selvas tropicales húmedas, valles interandinos y las altas cumbres de los Andes, alcanzando altitudes de hasta 4,750 metros.
A diferencia de otros tipos de osos que necesitan hibernar para sobrevivir los meses de frío intenso y la falta de alimentos, el oso de anteojos no entra en estado de hibernación.
Esto se debe a la abundante biodiversidad de su hábitat en Perú y la diversidad de climas en los que vive, lo que garantiza que tenga acceso a fuentes de alimento durante todo el año.
Especie clave para conservar ecosistemas
El oso de anteojos es omnívoro, aunque su dieta se compone principalmente de frutas y plantas, como bromelias y sapotes. Como caminante solitario, se adapta a diversas condiciones ambientales, ganándose el título de "arquitecto de los bosques".
Su papel como dispersor de semillas es esencial para la perpetuación de los bosques donde reside, y su presencia frecuente en áreas como el Santuario Histórico de Machu Picchu (Cusco) y el Parque Nacional Río Abiseo (La Libertad y San Martín) donde ofrece un espectáculo maravilloso para quienes tienen la fortuna de presenciarlo.
Además de contribuir a la conservación de la biodiversidad como especie sombrilla, protegiendo hábitats como el páramo y los bosques de niebla, el oso de anteojos también actúa como un indicador clave de la salud de los ecosistemas. Su actividad de derribar arbustos y ramas en busca de alimento dinamiza la vida forestal.
Para muchos grupos indígenas, el oso de anteojos es considerado un ser sagrado y mágico, un vínculo entre el cielo y la tierra, un mediador entre el bien y el mal, o incluso un hermano mayor.
Amenazas
El oso andino enfrenta graves amenazas, como la pérdida y fragmentación de su hábitat debido a la deforestación y la expansión de actividades agrícolas, así como la captura ilegal y la caza furtiva para el comercio de partes de su cuerpo.
El Estado peruano ha implementado medidas de protección para esta especie, y el oso andino está catalogado en el Apéndice I de la CITES, lo que indica un alto riesgo de extinción debido al comercio internacional.
Los osos, con su majestuosidad y su papel como guardianes de la biodiversidad en sus hábitats, nos instan a reflexionar sobre nuestra responsabilidad compartida de preservar y proteger la riqueza natural que nos rodea. Al reconocer la importancia de conservar a estas emblemáticas criaturas, nos comprometemos no solo a salvaguardar su existencia, sino también a preservar el equilibrio ecológico indispensable para el bienestar colectivo y las generaciones venideras.