En el Museo de Sitio y Santuario Arqueológico de Pachacamac se alberga una rica colección de piezas. Este tesoro cultural demanda una gran responsabilidad para mantenerlo a salvo. Por ello se aplica un manejo integrado de plagas desde el 2015.
La conservadora Angélica Isa Adaniya, funcionaria de la institución, cuenta que se lleva un monitoreo de los posibles riesgos que podrían afectar los objetos prehispánicos hallados.
“Se debe conocer los insectos que viven en un museo”, cuenta la vocera al Diario Oficial El Peruano. La especialista indicó que la conservación preventiva consiste en detectar las plagas antes de que lleguen a infestar el lugar.
De acuerdo con la especialista, se deben evitar fumigantes y químicos porque ya se ha demostrado que afectan a los materiales culturales. En el museo de Pachacamac habitan los insectos que hay habitualmente en las casas de Lima. Destacan piojos de libros, escarabajos, polillas, pescaditos de plata y cucarachas. Aparte de insectos, deben cuidarse de pequeños roedores como los ratones.
Lo que se emplea en el museo peruano, de acuerdo con Isa Adaniya, son dos métodos comprobados científicamente y que se emplean en distintas latitudes.
Uno es aplicar frío a la pieza arqueológica que haya sido atacada por estas plagas. Se pone el objeto en una congeladora a la temperatura de menos 30 grados Celsius durante una semana.
El otro método usado es el de la anoxia. Este trata de eliminar el oxígeno de un objeto. Se cubre con una bolsa especial de plástico y se extrae este elemento clave para la vida. El resultado es que los insectos dentro de estas piezas mueren. También existe la variante de introducir, al quitar el oxígeno, dióxido de carbono o nitrógeno.
Hay una tercera forma: la del calor, que no se emplea en el Perú por su costo y lo delicado de su funcionamiento.
Problema local
La conservadora indicó que investigan un método propio para algunos objetos hechos con material orgánico como los mantos de plumas o los textiles. En convenio con la Universidad de Ingeniería y Tecnología (Utec) se prueba con las semillas del tarwui, una planta típica de los Andes.
Los primeros resultados han sido alentadores. Con productos generados de esta semilla se ha logrado, en espacios controlados, mantener alejado al Tricorynus herbarius, también conocido como escarabajo de los libros.
Sin embargo, la conservadora recalca que aún falta investigar más. Indicó que estos repelentes no se aplican directamente a los objetos arqueológicos. Más bien se usan en áreas cercanas para ahuyentar a los comensales no deseados.
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(FIN) DOP/ECG/RES
Publicado: 23/6/2022