A Rosa Casano, su madre la imaginaba trepada de un poste. Desde que le contó que había decidido estudiar la carrera técnica de electrónica industrial, vivía angustiada pensando en que su hija menor podría sufrir un accidente porque en casa estaban convencidos de que esa era una tarea para hombres.
Le fue difícil a Rosa ser parte de un grupo de estudiantes –varones en su mayoría–, pero en casa la motivaron y ella demostró ser tan capaz como cualquiera de ellos. Con el tiempo, sus compañeros “vieron que no era solamente una chica más, sino que también me esforzaba por aprender y aportar”, manifiesta Rosa.
Decidida a romper estereotipos, encontró en la Línea 1 del Metro de Lima un espacio para desarrollar su talento. Fue reclutada por la Gerencia de Mantenimiento, donde ascendería hasta el puesto de técnico especialista de material rodante.
En su día a día, Rosa Casano, de 30 años, coordina diferentes acciones, organiza al equipo, los activos y aspectos técnicos para desarrollar de forma óptima el mantenimiento de los trenes.
Mientras los usuarios del Metro de Lima descansan, ella junto a 15 colaboradores a su cargo trabajan para que el servicio esté operativo por la mañana. “Lo que más me gusta de la Línea 1 es que el trabajo es colectivo y el aprendizaje constante”, resalta Rosa.
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Celia Pillaca (33 años) nunca fue una chica con gustos clásicos como las muñecas y maquillaje. Con esfuerzo pagó su carrera técnica de controlista de máquinas y procesos industriales en Senati.
Cuando en casa se enteraron de lo que quería estudiar, se sorprendieron mucho, pero el apoyo de su entorno nunca faltó: como vecina de Villa El Salvador le bastaba con levantar la mirada para observar el tren, que incentivó su interés por el rubro ferroviario y la llevó a postular a la Línea 1.
“Me pareció novedoso el tren y mi curiosidad me llevó a buscar el ingreso, estoy segura de que, con más trenes, muchas más mujeres tendrán la posibilidad de oportunidades de trabajo”, cuenta Celia. Luego de su paso como técnica en material rodante, ascendió al puesto de ingeniera, donde se encarga de un equipo más grande.
Sintió temor y duda al afrontar este reto junto a un equipo más numeroso, del que en su mayoría eran varones. Se le ocurrió que, tal vez, no aceptarían sus indicaciones, pero fue todo lo contrario, porque desde el primer día de trabajo tuvo el apoyo de cada integrante de su equipo.
“Los límites están en nuestra cabeza. Las mujeres podemos llegar a donde queramos, asuman el reto de ser parte de este gran servicio”, agrega Celia. No le cuesta levantarse muy temprano en la mañana para ir a trabajar, porque la hace feliz contribuir con su trabajo para mejorar la calidad de vida de miles de personas, mientras inspira a su vez a nuevas generaciones de mujeres jóvenes.
Años atrás, muchas mujeres no se hubieran imaginado tener la posibilidad de conducir un tren, por ser una labor “únicamente de hombres”.
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Lissette Huamán Chucya (26) estudió la carrera de Contabilidad, pero siempre se imaginó manejando maquinaria pesada, tal como lo hace su papá, soldador de carrocería pesada.
“Yo me veía manejándolos y hoy conduzco algo mucho más grande que ello y me siento orgullosa de ser parte de los 150,000 viajes al año que realizamos”, dice Lissette. Recuerda que la oportunidad de trabajar en esta empresa surgió en una convocatoria en el área de empleabilidad de su universidad, en la que eligió la conducción para cumplir su sueño.
Trabaja ocho horas diarias, en turnos que van rotando, por ejemplo, de madrugada, de 22:00 a 6:45 horas. Cuando se cierran las estaciones, ella guarda el tren, arma la programación de turnos para el día siguiente, y las respectivas inspecciones de los coches para su desinfección.
Como parte de su plan de desarrollo, hoy también tiene a su cargo la formación de los y las nuevas aspirantes, lo que la hace sentir orgullosa. “Le digo a las mujeres que si tienen las ganas de aprender y mucho entusiasmo, aquí existe la oportunidad de hacerlo”, comenta.
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Fabiola Ramos Tacuchi (23), estudiante de Comunicaciones, también se enteró de la convocatoria, gracias a su universidad. “Un puesto de ese tipo no se ve así no más”, dice.
De la veintena de postulantes, Fabiola logró el primer puesto y fue premiada por la empresa con un diploma de honor y el “Riel de oro”.
“Mis papás lloraron conmigo de emoción. Siempre estuvieron pendientes de mí y me apoyaron, y me decían siempre que sentían orgullo de que una mujer conduzca el tren”. Para Fabiola, trabajar en la Línea 1 del Metro de Lima la ha llevado a ser más comprometida, consciente y responsable al llevar a miles de personas a sus destinos de forma segura.
Su día se inicia a las tres de la mañana. Se alista para salir a preparar y manejar los trenes antes de la apertura de las estaciones. “A las mujeres que quieran incursionar en este rubro, las invito a animarse y atreverse. Somos capaces de romper estereotipos. Olvídense de los prejuicios”, recalca Fabiola.
Las emprendedoras
Una iniciativa para impulsar el empoderamiento económico y social de las mujeres que usan Línea 1, se lanzó en el 2019. Se llama “Aprende a Emprender”. Por medio de este programa, las mujeres emprendedoras diseñan y organizan un proyecto para generar mayores recursos económicos para el bienestar de ellas y sus familias. Junto con cesiones de motivación y conocimiento de sus derechos, las participantes son formadas en el uso del modelo de negocio Lean Canvas y sí convierten una idea o sueño en un negocio tangible; que es impulsado con un capital semilla.
Una de las mujeres capacitadas, Bexi Caro, de Rinconada de Bayóvar, en San Juan de Lurigancho, decidió iniciar en el 2022 la producción de un complemento alimenticio de altos niveles nutritivos: Choco Corn. Sus hijos Migman y Said, que son colaboradores de Línea 1, la animaron a participar con su propuesta. Con maíz y cacao de la región San Martín, obtuvo una harina altamente alimenticia, capaz de ayudar a combatir en adutlos y niños los problemas de anemia.
Cifra
150 mil viajes al año realiza la Línea 1.
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(FIN) DOP/RRC