Moquegua es una ciudad apacible y en el centro de la urbe encontramos casonas de origen colonial que le dan el sello de tradición cultural. Entre los monumentos que destacan figuran la iglesia de Santo Domingo, construida en 1652. Este templo es el único en el Perú que en su interior acoge a una santa de cuerpo presente: santa Fortunata.
Otro importante atractivo es su plaza de Armas donde destaca su pileta ornamental, que destaca porque está conformada por tres cuerpos: tasa y grupo escultórico central, en el centro de la plataforma intermedia lucen su belleza las tres gracias de la mitología griega: Aglaya, Talía y Edrosine.
La pileta ornamental de fue instalada en el año 1877, y según su historia fue diseñado por Gustavo Eiffiel, su construcción está hecha a base de fierro.
Un tercer atractivo que encontramos en Moquegua es el museo Contisuyo que cuenta la historia de estas tierras y atesora piezas arqueológicas de gran valor y maquetas recreativas que evocan culturas de origen prehispánico.
Fuera de la ciudad se encuentra el ícono de Moquegua: el Cristo Blanco. En la travesía para llegar a su cima, nos sorprenden los paisajes que ofrecen sus faldas.
El visitante puede cruzar un puente colgante, donde los candados de los enamorados se apoderan de sus barras (como en los mejores escenarios románticos) y decoran la toma central de la ciudad.
Otro importante atractivo turístico es el cerro Baúl, ubicado en el distrito de Torata, se erige una gran meseta en cuyo interior, a 2,600 metros sobre el nivel del mar se encuentra una ciudadela amurallada de origen prehispánico de origen Wari, en sus faldas hay vestigios de los Tiahuanaco.
Los tres miradores del cerro Baúl hacen posible que se lleven un gran recuerdo de lo que Moquegua atesora.
Cerca del cerro Baúl se encuentra un paraíso natural, un escenario ideal para los amantes de la naturaleza y la aventura: la catarata Mollesaja. Sus aguas renuevan la pasión por el trekking, ante una ruta rocosa para llegar a este lugar.
Conocida como la "Capital de dulces y piscos", en Moquegua encontramos circuitos turísticos que resaltan la producción de pisco y vino. Por ejemplo, en la Casa de la Cultura Moqueguana se encuentra una histórica tinaja roja de 1540. Una prueba palpable para definirla como una de las primeras tierras vitivinícolas del país.