Andina

Microcirugías reconstructivas que mejoran la vida de niños quemados [fotos y video]

Cirujanos del INSN-San Borja operan a menores cuyas cicatrices por quemadura les impide hacer una vida normal

Denise, madre y padre de Erick, está agradecida con los cirujanos del INSN-San Borja por haber logrado reconstruirle el cuello a su hijo y mejorar su calidad de vida tras la quemadura que sufrió antes de los dos años. Foto: ANDINA/Carla Patiño Ramírez

Denise, madre y padre de Erick, está agradecida con los cirujanos del INSN-San Borja por haber logrado reconstruirle el cuello a su hijo y mejorar su calidad de vida tras la quemadura que sufrió antes de los dos años. Foto: ANDINA/Carla Patiño Ramírez

08:00 | Lima, may. 11.

Por Rocío Rojas

Como todo niño, el pequeño Erick siempre seguía a su mamá a donde iba. La señora Denise Quispe vivía con él en una humilde casa de esteras y la entrada a la cocina no era una puerta sino un plástico. Por eso no sintió cuando su hijo entró detrás de ella a la cocina y, mientras buscaba agachada unos productos, él jaló la olla de agua caliente que estaba a su alcance. "Volteé cuando empezó a gritar y vi que salía humo de su cuerpo".

Erick tenía apenas un año y diez meses cuando ocurrió el accidente en Cerro Camote, Los Olivos. Era una mañana de noviembre y, como hacía frío, tenía puesto una cafarena y chompa de lana que Denise le sacó con mucha dificultad por los gritos de dolor de su hijo. Estaba desesperada, su mente se nubló; sin embargo, lo cargó y salió corriendo en busca de ayuda hasta que un taxista apareció y le ofreció llevarla al hospital. Allí cumplió dos años. Se sometió a dos operaciones, pero con el paso de los años se presentó otro problema: él crecía, pero la cicatriz de la quemadura no se estiraba. Llegó a los 11 años y prácticamente no tenía cuello.


Una historia similar es la que vivió Alexandra Valeria, de 5 años, en Moquegua. Era setiembre del 2021, en plena pandemia, y la pequeña se había rociado alcohol en gel en su mano y también en la cafarena sintética que vestía. Le gustaba colocar los fideos crudos en el fuego de la cocina para ver cómo se quemaban y, como las hornillas estaban encendidas, volvió a hacerlo esta vez, con la diferencia de que ahora el fuego hizo contacto con el alcohol y su cuerpo ardió en llamas.

"Toda su cabeza y sus manos ardían en llamas. Creo que sus trenzas evitaron que se queme toda su cara", recuerda la señora Isabel Onque, su madre. No pudo con la impresión que le produjo aquella terrible escena y se desmayó. Uno de los hermanos mayores llevó a Alexandra al pilón para que le caigan chorros de agua y se pueda apagar definitivamente el fuego. Y luego fue llevada al hospital. La madre despertó cuando su pequeña ya era atendida en el servicio de emergencia. Si bien la atención inmediata la salvó de morir, semanas después también presentó el mismo problema que Erick: tenía el cuello pegado al tórax.



Ambos niños forman parte de la enorme lista de 350 a 400 menores atendidos al año en el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de San Borja por quemaduras moderadas o graves, que a veces pueden alcanzar hasta el 70 u 80% de su cuerpo. La atención inmediata es vital para salvarles la vida, pero cuando quedan secuelas como las cicatrices retractiles, que impiden hacer una vida normal, amerita una microcirugía reconstructiva y allí entra a tallar un equipo médico especializado.

Tras ser dado de alta, Erick se reencontró con uno de los amigos que hizo mientras estuvo hospitalizado

Médicos artistas


Erick y Alexandra no podían mover sus rostros, ni a los lados ni hacia arriba, caminaban mirando hacia abajo; tampoco les era posible hacer algo tan simple como beber un vaso de agua porque les era imposible levantar su cabeza. Y además la columna de Alexandra se estaba deformando, le estaba saliendo joroba y no podía dormir por los dolores en su espalda. Con algunas semanas de diferencia, ambos fueron intervenidos quirúrgicamente en operaciones que duraron entre 8 y 12 horas.

"En la microcirugía reconstructiva sacamos colgajos de una parte sana del mismo paciente para colocarlos en la zona con cicatriz de quemadura severa. Los colgajos son segmentos de tejidos con arterias y venas; puede ser piel con grasa, piel con fascia o piel con músculo, la idea es darle una cobertura buena y funcional a la parte dañada", explican a la agencia Andina los cirujanos Julio Rivera del Carpio y Fabio Tito Vallejo.

Doctores Fabio Tito (izquierda) y Julio Rivera del Carpio (derecha) se especializaron en el extranjero

En estas intervenciones se usa un potente microscopio que aumenta 100 veces las imágenes, de manera que una arteria muy pequeña aparece muy grande y puede manipularse. Con ayuda de este aparato, los cirujanos logran "conectar" los vasos y arterias del colgajo con la zona receptora. Esto requiere una increíble precisión, como un trabajo de filigrana. "El objetivo es dejar las 'conexiones' al 100% para que funcione; no puede ser 99%. Cuando se siguen todos los protocolos, la operación es exitosa", señalan los médicos.

Otro caso: cirugía reconstructiva a una niña cuyas secuelas de quemaduras habían deformado su mano

En el caso de Erick y Alexandra, los colgajos se sacaron de sus espaldas. Y ese "vacío" que queda es cubierto por segmentos de piel de la cabeza, donde siempre se regenera. Esta es la razón por la cual deben colocarse en la cabeza y otras partes de su cuerpo prendas elásticas hechas con hilo de algodón especial que ayuda en su recuperación.

Además de Rivera del Carpio y Vallejo, integran el equipo de cirujanos plásticos del Eje Quemados del INSN-San Borja los doctores Leyla Meléndez Álvarez y Luis Huamán Surco. Pero estas intervenciones de alta precisión no serían posible sin la presencia de personal del servicio de UCI-Quemados, anestesiólogos y enfermeras, quienes deben velar para que, durante la operación, el niño se mantenga sedado y no se retire la piel trasplantada.


Las enfermeras son pieza clave en sala de operaciones y ayudan a que los niños se mantengan tranquilos

70 operaciones


La jefa del instituto, Zulema Tomas, resalta que la microcirugía ayuda a los niños quemados mejorar su motricidad y calidad de vida, permitiéndoles jugar, ir al colegio y hacer su vida prácticamente normal. Desde el 2014, se han intervenido a 70 niños. La pandemia del covid-19 obligó a una pausa pero se ha retomado hace dos meses, tiempo durante el cual se hicieron cinco microcirugías, todas exitosas.

"La causa más frecuente sigue siendo el agua caliente dejada al alcance de los niños, como la sopa servida en la mesa, la olla caliente. Los padres no deben permitir que los niños estén en el entorno del fuego, sobre todo si tienen entre 1 y 4 años, cuando están en edad de exploración. Hay un alto porcentaje de niños de regiones. Hago un llamado a la prevención y a traerlos aquí cuando las cicatrices impiden la motricidad. Esto ocurre también cuando se ha dejado el tratamiento", subraya.

Directora del INSN-San Borja y parte del equipo de cirujanos que hacen microcirugía reconstructiva

Agradezco a Dios y a los doctores

Denis, mamá de Erick

"Estoy feliz porque mi hijo ya puede levantar su cuellito, lo veo más suelto y lo he visto jugar empujando un globo con su nariz (llora). Al principio, mi hijo se sentía incómodo y hasta me dijo que ya no quería vivir, pero luego me dijo que está orgulloso de mí y de él mismo.

Agradezco a Dios, a los doctores y al Seguro Integral de Salud (SIS), que cubrió la operación. Sin embargo, los gastos continúan. Toda mi familia vive en Huancavelica; yo alquilo un cuarto en Lima y necesito que su papá Nils Montalvo Yarasca asuma su deber de padre, nunca llamó ni preguntó por su hijo. Ahora Erick está creciendo, se mira al espejo y se va dando cuenta; requiere apoyo psicológico para aumentar su autoestima y para eso necesito estar en Lima y aquí todo cuesta". Teléfonos para ayuda: 951 239 825
Erick (11) ya puede mover su cuello a todos y jugar como los otros niños

Isabel, mamá de Alexandra

"Estoy bien agradecida con la operación de mi hija. Ya mueve su cuello y está tranquila. Dentro de unos días le darán de alta de este hospital, a donde llegué tras un vía crucis al tener que tocar las puertas de tantos centros de salud y hospitales, de tanto rechazo e incluso de un congresista por Arequipa cuya ayuda nunca llegó. Felizmente, en medio de todo, una señorita del SIS me apoyó para sacar cita en el hospital San José del Callao y de allí me mandaron para acá. No sabía que existía este instituto especializado.

Yo le pido a la gente mucha prevención con este tema, que guarden las cosas peligrosas o que las pongan en alto. Ese fue mi error y por eso mi hija agarró el alcohol, yo me siento culpable...(llora). Yo pido, por favor, que me sigan apoyando porque mis seis hijos están en Moquegua y mi esposo solo tiene cachuelos". Teléfonos para ayuda: 916 260 013/ 929 504 133 (yape)

Isabel Onque, madre de 7 hijos. Todos viven en Moquegua, pero ella está en Lima para acompañar a su hija

DATOS:

-En el sector privado, estas operaciones cuestan alrededor de 30 mil dólares
-La mayoría de accidentes con agua caliente ocurren en niños de 1 a 4 años
-En casi todos los casos, había un adulto en el hogar


(FIN) RRC

Video: Niños con quemaduras se recuperan gracias a microcirujanos del INSNSB
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Publicado: 11/5/2022