Andina

La misión arqueológica japonesa en el Perú cumple 60 años

El Dr. Yoshio Onuki, director del Museo de Kuntur Wasi, integró grupo que descubrió el templo de Manos Cruzadas

Cortesía

Cortesía

13:13 | Lima, oct. 10.

Por: José Vadillo Vila
En 1960, el doctor Yoshio Onuki tenía 23 años de edad cuando pisó tierra de los incas por vez primera y nunca más se fue del Perú. “Así dicen”. Su risa estentórea es el secreto de sus 81 años. 

Integró, junto con arqueólogos y antropólogos, la Misión Japonesa de los Andes, que arribó a partir de junio de 1958, bajo la dirección del doctor Seiichi Izumi (1915-1970), de la Universidad de Tokio. En el Perú, Onuki aprendió a hablar el castellano. 

Recuerda que varias veces habló con el novelista José María Arguedas, entonces director de esta institución. El autor de Todas las sangres se preocupaba en brindarles solución a los temas burocráticos.

“Él nos decía: ‘yo soy de provincia y entiendo la psicología de los provincianos’. Nosotros teníamos un problema, Arguedas escribía una carta y nos solucionaba el problema”, dijo hoy al Diario Oficial El Peruano

El principal hallazgo de la misión fue el templo de las Manos Cruzadas, de la cultura Kotosh, en Huánuco, con 5,000 años de antigüedad. 

Vivir la arqueología 

“Los primeros tres meses, vivíamos en carpas junto al sitio. No había agua potable, recogíamos agua del río y luego, haciendo filtro, lo hervíamos y usábamos. Para lavar el cuerpo teníamos que entrar al río o, sino, teníamos que ir hasta Huánuco para que nos presten duchas en algunas casas. Para la segunda excavación, nos construimos una casa prefabricada; la dividimos en cuartos dobles. Ya la tercera vez, alquilamos una casa dentro de la ciudad y nos movilizabamos cada día hasta el sitio. ¡Era más cómodo!”, rememora.

Fruto de ese trabajo de campo, en 1960 “salió” una parte del templo de Manos Cruzadas. Pudieron avizorar la estructura, el relieve de las famosas extremidades en cruz. En 1963, se excavó todo lo demás. 

Entre los compañeros peruanos de esta labor, recuerda a los ilustradores arqueológicos Pedro Rojas Ponce y Cirilo Huapaya Manco, discípulos de Julio C. Tello. Después, José Casafranca y tres estudiantes de la universidad San Cristóbal de Huamanga, entre ellos el arqueólogo Enrique González Carré. 

Kuntur Wasi, lugar único 
A partir de 1988, la misión japonesa, ya bajo la dirección de Onuki, se focalizó en el estudio del sitio arqueológico de Kuntur Wasi (San Pablo, Cajamarca). 

“Kuntur Wasi es algo muy especial”, dice el doctor. “De algunas excavaciones que hemos realizado podemos decir que en Cajamarca no hay elementos como los que caracterizan a Kuntur Wasi, como monolitos o cerámica muy bien hecha. Aunque sean fechados en una época similar”. 

Proyectos 
Onuki adelanta que en 2019 se proyecta una excavación nueva, “en pequeña escala”, en la que trabajará su equipo los próximos dos o tres años, ya que en Japón se mantiene esa tradición de más de medio siglo y hay especialistas en los Andes, sobre todo del Perú. 

Desde hace tres meses, el arqueólogo que ha publicado más de una decena de libros en español, japonés e inglés, sobre su labor arqueológica en su país adoptivo, se mudó y vive cerca del sitio arqueológico cajamarquino. 

Le gustan los huainos, sobre todo los valses. Lleva medio siglo observando la arqueología en el Perú. Cuando llegó, solo se enseñaba la carrera en San Marcos. Después se amplió la oferta a universidades de Lima y del interior. 

“Los peruanos hoy están a cargo de proyectos muy ambiciosos como Chavín, Sipán, Nasca, Cusco, Caral y Vichama. En tal sentido, la arqueología peruana avanza”. 

El doctor Onuki continuará escribiendo y editando los trabajos que ha desarrollado, aclarando temas, aunque como jubilado sabe que es más difícil dar con fondos para más proyectos. “Pero los que vienen detrás de mí van a hacerlo.” 

¿Y cuál es su mayor deseo? “Que, como en Japón, en cada región del Perú exista un museo general regional, donde se encuentre la geografía, geología, clima, flora, fauna; los recursos naturales para el bien de la humanidad de cada región. Luego la prehistoria, arqueología, historia; qué personas ilustres hay, qué problemas y qué vamos a hacer en el futuro”. 

Para el doctor Onuki, un museo regional no solo será el primer punto de llegada de los turistas para tener un marco general de la región del Perú que visitan sino que ayudará a la educación de niños y jóvenes, que comprenderán mejor la protección de la naturaleza. (JVV)


Publicado: 10/10/2018