El veneno que las serpientes inoculan en una mordedura contiene cien tipos de enzimas. Sirven para: a) inmovilizar, b) matar y c) digerir a sus víctimas. El jergón o Bothrops atrox es la serpiente más común en costa, sierra y selva. Su presencia permite “el equilibrio ecológico” porque come a los roedores; y también produce el mayor número de mordeduras o “accidentes ofídicos” a las personas.
Beneficios del veneno
En el laboratorio de Biotecnología, en la facultad de Biología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), el doctor Dan Vivas trabaja junto con cuatro profesores, un par de tesistas de posgrado y seis estudiantes en “domesticar” las propiedades biotecnológicas del veneno del Bothrops atrox y “expresarlas” (repetirlas) en modelos manejables en bacterias o levaduras unicelulares.
Daniel Torrejón es uno de estos alumnos. Trabaja, desde hace tres meses, en una de las moléculas más complejas del veneno ofídico: la enzima que se encarga de degradar los coágulos de fibrina, y ésta en el homo sapiens puede servir para tratar las enfermedades trombóticas como el infarto de miocardio o el derrame cerebral, que producen la mayor morbilidad entre los adultos.
El joven genetista de la región Amazonas quiere elaborar un medicamento antitrombótico que no produzca en los pacientes las pequeñas hemorragias que dan los fármacos actuales. Y para ello utilizará la ingeniería genética.
Ya que es complicado y costoso extraer el veneno de las glándulas de los oficios, Torrejón pasará la información genética (“recombinar”) de la Bothrops atrox a un hongo unicelular, la Pichia pastoris. Este microorganismo tiene la capacidad de multiplicar las enzimas en poco tiempo. La Pichia pastoris se vende en un kit que cuesta alrededor de 8,500 soles. Los fondos que ha ganado el laboratorio de la UNMSM y el capital semilla del primer puesto del concurso de Bayer, que logró el propio Torrejón, le permiten avanzar en su proyecto.
Al rescate del algodón
En el sótano de la misma facultad, se ubica el laboratorio de Recursos Genéticos y Biotecnología. Funciona desde 1984 y su primer objetivo fue “desarrollar tecnologías para protocolos para la conservación de germoplasma nativo utilizando técnicas tecnológicas para el cultivo de tejidos”, explica el doctor Rolando Estrada.
Aquí trabajan tres profesores asociados, ocho estudiantes genetistas y tres egresados que desarrollan sus tesis. Uno de los estudiantes es el ayacuchano Guido Pillaca, de 24 años. Trabaja en técnicas in vitro para rescatar el valor genético del algodón de color peruano, que está en vías de extinción y sobrevive en el norte del país y el sur del Ecuador.
En el Perú hay prendas precolombinas que después de 5,000 años mantienen sus colores. ¿Se imagina esa calidad en las prendas que usamos hoy? Para Pillaca, no solo daría un valor diferencial al sector textil peruano, sino que la huella ecológica de este sector bajaría enormemente, pues hoy, para teñir un kilo de ropa, se necesita entre 50 y 150 litros de agua.
Cuestiones de mercado o de ignorancia: En 1940 una ley prohibió el cultivo de algodón nativo. Se quemaron muchas hectáreas y se diezmó la población (sobrevivió porque los campesinos las cultivaban en secreto). “Pensaban que este algodón era reservorio de plagas para el algodón blanco”, explica Guido. Hasta que, 68 años después, el Congreso reconoció al algodón nativo como un recurso étnico-cultural del país.
El algodón nativo sobreviviente es de cuatro colores: marrón, crema, verde-limón y lila. No se sabe aún cuántas tonalidades se perdieron.
Desde marzo, Pillaca observa los porcentajes de germinación del algodón nativo de color. Después regenerará las plantas. Pues, como demostró un estudio de 2015 de la universidad de Trujillo, su porcentaje de germinación es muy pobre: menos del 50 % de las plantas de una hectárea germinan. Pillaca quiere obtener in vitro mejores resultados de la semilla y hacerlo más rentable en el largo plazo.
“En el Perú, el agro tiene mucha importancia porque tenemos muchos recursos, pero no trabajamos algunos y no los mejoramos o los perdemos. En el Perú podemos sobresalir con un desarrollo más sostenible, aprovechando las plantas nativas que tenemos”, dice.
5,000
años tienen prendas precolombinas elaboradas con algodón nativo peruano y mantienen el color.
Más en Andina:
(FIN) DOP/RRC