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Historias de pandemia: la voluntad inquebrantable de Elizabeth Francisco

Ella trabaja en el área de mantenimiento y limpieza del Hospital Virgen de la Puertaa

La voluntad inquebrantable de Elizabeth Francisco, la valiente trabajadora de limpieza del Hospital Virgen de la Puerta de EsSalud en Trujillo. ANDINA/Difusión

La voluntad inquebrantable de Elizabeth Francisco, la valiente trabajadora de limpieza del Hospital Virgen de la Puerta de EsSalud en Trujillo. ANDINA/Difusión

12:00 | Trujillo, mar. 21.

Cuando la pandemia de covid-19 llegó al Perú y se ordenó el confinamiento en las casas, pocos se quedaron para hacerle frente a esta enfermedad. Una de ellas fue la señora Elizabeth Martha Francisco Blas, mujer fuerte de 44 años de edad y trabajadora del área de mantenimiento y limpieza del Hospital de Alta Complejidad Virgen de la Puerta de EsSalud, en La Libertad.

Pero su verdadera prueba frente al virus ocurrió el 18 de marzo del 2020 cuando llegó el primer paciente infectado al área covid-19. El supervisor de Martha pidió 6 voluntarios para ingresar y ella fue una de las que levantó la mano.

“Yo levanté la mano como voluntaria en agradecimiento a Dios por el trabajo que me ha dado, pero también por amor al prójimo y ganas de hacer bien las cosas”, dice con firmeza, mientras intentaba esconder los nervios debajo de su sonrisa.


Martha entró a trabajar a Silsa, empresa que brinda servicios de limpieza y mantenimiento al hospital, un año antes de la pandemia. Ella se siente agradecida porque durante todo este tiempo le han brindado todos los equipos de bioseguridad que la han protegido de cualquier contagio.


Sin embargo, trabajar en el área covid-19 le ha significado a Martha muchas preocupaciones en casa. Su único hijo, ahora adolescente, nació con un riñón y aunque su vida la realiza con normalidad, su esposo Leandro José Rodríguez Huaripata temía que ella lo contagiara y pudiera convertirse en una víctima de esta pandemia.

Sus padres en Roma, anexo de la provincia de Ascope, al norte de Trujillo, también sufrían por lo expuesición que Martha estaba a esa enfermedad.

Martha, nombre de origen hebreo que aparece en la biblia, es una mujer de fe y está convencida que Dios la ha protegido durante todo este tiempo. “Gracias a Dios hasta ahora no me he contagiado ni ninguno de mi familia y con la vacuna me siento más segura”, asiente con tranquilidad.

Pero durante todo este año Martha no solamente se ha dedicado a limpiar y desinfectar las áreas covid-19, ella encontró otra encomiable labor durante su faena. Aunque no se reconoce de tener tan buena voz, ella cantaba canciones católicas mientras hacía sus labores.

Cantaba bajito para no incomodar a nadie, pero los mismos pacientes pedían que ella siga cantando. “Yo también les decía que tengan confianza, que iban a salir pronto del hospital y se iban a reencontrar con su familia”, afirma.

Sentir nostalgia es inevitable para Martha, porque durante todo este tiempo también ha visto pacientes morir pese a todo el esfuerzo de los médicos y los cuidados de las enfermeras y técnicas. Personas a quienes intentó dar ánimo con sus cantos de Jesús Adrián Romero y que lamentablemente no pudieron superar la enfermedad.


“Cuando llegaba a mi casa y hablaba con mi esposo le contaba de lo que pasaba y a veces me ganaban las lágrimas”, recuerda.

Han pasado dos años desde que Martha llegó al hospital a trabajar, pero su trabajo e importante aporte es reconocido por sus compañeros, supervisores y el propio administrador del hospital. Es por ello que la recomendaron para ser una de las condecoradas por la Cámara de Comercio de La Libertad en el Día Internacional de la Mujer, en la categoría Promotora del Desarrollo Social.

“Les agradezco a mi supervisor, el ingeniero Pablo Méndez, la licenciada Gilma Vásquez y el ingeniero Jaime Bustamante quienes me recomendaron, también a mis compañeros que reconocen mi trabajo. Mi familia y yo estamos muy felices por este reconocimiento”, indicó.

Aunque el país sufre con la segunda ola, Martha tiene fe y confianza que esto pronto pasará, por eso felicita a cada una de las personas que durante todo este tiempo han estado en la primera línea de defensa.

“Pido que sigan trabajando con amor a su trabajo porque Dios bendice, y que nuestro trabajo siempre en algún momento es valorado, reconocido y recompensado”, remarca entre lágrimas.

Los compañeros de Martha la aplauden en señal de reconocimiento y ella se les agradece sin evitar las lágrimas. Quisiera sumergirse en ese interminable abrazo, pero sabe que el covid-19 no se ha terminado y aún hay mucho trabajo por hacer.

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(FIN) LPZ/MAO

Publicado: 21/3/2021