Para aprender no es suficiente estar expuesto a algo interesante y poner atención, sino que se requiere sobre todo calibrar y almacenar de manera eficiente el conocimiento que buscamos asimilar, al tiempo de regular nuestras emociones, que nos mantendrán motivados a continuar aprendiendo.
“Para que se produzca el aprendizaje, en nuestro cerebro ocurren diversos procesos cognitivos que van desde la percepción de la información y su conservación, hasta su manipulación mental, todos mecanismos por los cuales el cerebro aprende”, detalló.
Pero este proceso se da en medio de diversas relaciones sociales, llenas de emociones, que tienen un impacto en la forma como aprendemos.
Por tanto, “aprender a prender” se convierte en “una capacidad de regular los propios procesos cognitivos y emocionales para canalizar de manera eficiente nuestras ganas de aprender y hacerlo con eficacia”.
Autorregulación y eficiencia
El experto preguntó en el
CADE Educación "¿por qué es importante para un aprendiente ser capaz de regular sus emociones en relación con el aprendizaje?" Y a continuación respondió: "Porque en ello radica el poder de mantenerse motivado para aprender".
Indicó que si bien la motivación no hará que nuestra memoria funcione mejor o recordemos más, cuando estamos motivados dedicamos más tiempo, más esfuerzo y atención a lo que estamos aprendiendo y por lo tanto aprendemos de forma más eficiente.
“El aprendiente autorregulado debe saber regularse emocionalmente, para mantenerse motivado, para gestionar los fracasos; saber ponerse objetivos, saber darse motivos, entre otras cosas que le van a permitir perseverar frente a los problemas. La autorregulación es importante también para mantener los nervios a raya, ya sean durante el propio aprendizaje como durante el desempeño de algunas pruebas evaluativas o en una presentación en público”.
La autorregulación emocional es clave, agregó, pues nos permite mantenernos en la tarea del aprendizaje cuando quizá preferiríamos estar haciendo otra cosa. “Es lo que conocemos como gratificación retardada, esa capacidad de aplazar las recompensas”.
¿Memorizar o evocar?
Durante su ponencia, el especialista manifestó que cuando un estudiante hace un resumen sobre algo que acaba de leer, lo hace porque cree que así aprenderá y recordará mejor; de esa manera “está siendo metacognitivo”. Hace este mismo proceso cuando planifica lo que va a estudiar o decide esconder el celular para que no lo distraiga. Todo esto impacta en los procesos de
aprendizaje.
Explicó que las diferencias entre los aprendientes exitosos y los que no lo son tanto radica en tres aspectos, que son fundamentales para lograr que el conocimiento no sea efímero.
En primer lugar, los estudiantes exitosos incorporan una información a base de sus experiencias, la cual en segundo lugar tienen que codificar; es decir, darle una representación en nuestra mente, para conservarla y dar fe de que hemos aprendido.
La tercera etapa consiste en ser capaces de recuperar esa información que tenemos guardada en nuestra memoria a largo plazo.
La mayor parte de los estudiantes “cree que la mejor forma de aprender es repetir la codificación de como se guardó la información aprendida, leer y volver a leer. En cambio, anotó, lo que sabemos por evidencias científicas de cómo aprendemos es que resulta mucho más efectivo practicar la evocación para consolidar el aprendizaje”.
La evocación, detalló, es el esfuerzo de sacar lo aprendido, y no solo hablamos de información factual, de las capitales de los países, de las partes de la célula, sino de aprendizaje de ideas, de conceptos, “cuando nos obligamos a decirlas con nuestras propias palabras”.
De esta manera, dijo, se consolida mejor el aprendizaje, tal como lo han demostrado diversos estudios. “La evocación es una forma de autoevaluarse”.
En un estudio con dos grupos de estudiantes el primero estudió y reestudió algo aprendido, y el segundo solo evocó lo aprendido a partir de un texto.
Lo interesante, dijo, es que si la prueba se tomaba de inmediato, el primer grupo salía con muy buen puntaje; pero si esta se realizaba dos días más tarde o una semana después, el segundo grupo superaba al primero, ya que la evocación lograba que la información perdurase en el tiempo.
Eso explica -dijo- por qué cuando muchos estudiantes dejan para el último momento el estudio pueden sacar buenas notas en ese momento, pero después no recuerdan nada o muy poco.
“Aquellos que cuentan con buenas estrategias de aprendizaje y buenas habilidades de autorregulación, ya sea metacognitivas como emocionales, coinciden en ser estudiantes que muestran una motivación alta, además de tener también autoeficacia, que es la creencia que tenemos en nuestra propia capacidad de aprender, algo que es clave para mantener la motivación. Es así como activamos una rueda que nos lleva a facilitar que nuestros estudiantes sean más autónomos y con mayor iniciativa a lo largo de la vida”, manifestó.
Más en Andina:
(FIN) KGR
GRM