A nivel mundial, si todos los países logran alcanzar la meta de mortalidad infantil para el año 2030, se podrían salvar las vidas de 11 millones de niños menores de cinco años, de acuerdo con información publicada en la ficha sobre la tendencia global: “Mayor bienestar en las familias como principal efecto de la educación de las madres” del Observatorio Nacional de Prospectiva del Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan).
Diversos estudios revelan que la finalización de la educación primaria en las mujeres a nivel global reduciría las muertes maternas en aproximadamente dos tercios cada año, y en América Latina y el Caribe, la culminación universal de los dos primeros años de educación secundaria podría reducir la tasa de mortalidad en niños menores de cinco años de edad a 10 por 1,000 nacido vivos en 2030 y a menos de cinco por cada 1,000 nacidos vivos para 2050.
Según algunos informes mundiales, se observó una tendencia creciente en el porcentaje de niñas que lograron culminar el último grado de educación primaria entre el 2000 y el 2020, pasando del 77% al 84%. Además, el número de muertes maternas disminuyó en 36% aproximadamente y la tasa de muertes maternas por cada 100,000 nacidos vivos se redujo en 34%.
“En América Latina hay tasas de abandono escolar prematuro de adolescentes por embarazo precoz, por lo que es fundamental centrar estrategias en garantizar el acceso y continuidad de la educación para ellas”, reporta la Unesco.
En esa línea, el organismo internacional destaca la relación entre el nivel educativo de las madres y su capacidad para prevenir enfermedades, acceder a atención médica oportuna, mejorar los índices de vacunación y nutrición en los niños, y reducir la mortalidad neonatal, infantil y materna.
En el Perú
De acuerdo con el
Ceplan, en el Perú se ha demostrado que hay una correlación entre los años de educación de la madre y la tasa de mortalidad infantil, además de influir altamente en el estatus económico del hogar y en la cobertura de salud a la que accede la familia.
La tasa bruta de matrícula en mujeres peruanas para el nivel primario se mantuvo constante entre 2012 y 2019 en
99%, empero, en el 2021 se redujo a
97.8% y las tasas de finalización de la educación primaria y secundaria en mujeres se incrementaron y alcanzaron el
90.4% y el
82.6%, respectivamente, según datos facilitados por el
Ministerio de Educación (Minedu).
Por su parte, la tasa de mortalidad infantil en el Perú se redujo, pasando de 15 por cada 1,000 nacidos vivos en 2011 a 10 por cada 1,000 nacidos vivos en 2020, mientras que la tasa de mortalidad neonatal pasó de aproximadamente 10 por cada 1000 nacidos vivos a siete por cada 1,000 nacidos vivos, respectivamente.
“Como se mencionó, a nivel de América Latina y el Caribe y como sucede en el Perú, las condiciones sociales y demográficas desfavorables, como la falta de acceso a la educación y los bajos ingresos económicos, están asociadas con la presencia de embarazos adolescentes”, refirió la entidad.
Precisó que, para reducir la incidencia de embarazos adolescentes en el Perú, es crucial centrar estrategias en garantizar el acceso y continuidad de la educación para las adolescentes, además de invertir en la educación de las mujeres como objetivo de política pública. También es necesario mejorar la cobertura y el monitoreo en la atención prenatal y de la planificación familiar.
Agenda
Al respecto, como parte de la agenda de desarrollo de la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), se destaca que, la educación en las niñas alivia de la pobreza extrema a las familias vulnerables, asegura los beneficios significativos en la salud y en la productividad, así como la participación democrática y el empoderamiento económico de las mujeres.
“En resumen, la educación de las mujeres es una herramienta poderosa para romper con las barreras de desigualdad de género y lograr un desarrollo sostenible en la sociedad, pero aún existen barreras que impiden una educación igualitaria y de empoderamiento para todas las mujeres, como el tiempo que dedican a los cuidados del hogar, la pausa en los estudios o la actividad laboral para dedicarse a la crianza de los hijos, el embarazo precoz y las diferencias salariales entre hombres y mujeres”, aseveró el Ceplan.
Al respecto, los beneficios de la educación en las niñas y mujeres son numerosos, incluyendo mejoras en la salud, el bienestar económico y social, la reducción de la discriminación y la violencia de género. Sin embargo, es fundamental que se establezcan entornos sensibles y de apoyo para que las mujeres puedan desarrollar plenamente su autoconfianza y autoconciencia. Solo entonces se podrá garantizar que la educación tenga un impacto transformador en la vida de las mujeres y sus comunidades.
Más en Andina:
(FIN) NDP/VLA