La danza es inherente a la cultura peruana desde tiempos ancestrales y gracias al mestizaje como consecuencia del contacto de las vertientes autóctonas con el aporte europeo y africano se enriqueció de tal modo que adquirió una
identidad propia que se manifiesta con toda su grandiosidad en las festividades tradicionales de nuestros pueblos y cobra un sentido muy especial que nos llena de orgullo en la celebración de las Fiestas Patrias.
Es con la danza, al igual que con la música, la artesanía y la gastronomía, entre otras expresiones culturales, que los peruanos nos sentimos identificados con nuestras raíces e hinchamos el pecho de orgullo flameando nuestra bandera en cualquier lugar del mundo donde nos encontremos.
A continuación, conoce las 10 danzas regionales más emblemáticas que llenan de orgullo a los peruanos:
Marinera
Es el baile más emblemático del Perú y su máximo embajador mundial. Esta entrañable expresión cultural, surgida del mestizaje y poseedora de encanto, elegancia, seducción, alegría, vitalidad y energía como sus principales atributos, fue la primera danza en ser declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1986.
La belleza de la marinera cautiva a todos los peruanos y también a extranjeros que alaban su encanto. El prestigio de este baile, que se ejecuta esencialmente en pareja, ha cruzado las fronteras de nuestro país para convertirse en el embajador de las danzas peruanas y participante indispensable de todas las actividades conmemorativas del aniversario patrio en el exterior, ferias turísticas internacionales y festivales donde el Perú es invitado de honor.
El nombre “Marinera” fue acuñado, en marzo de 1879, por el célebre escritor, compositor, periodista y político Abelardo Gamarra, que usaba el seudónimo de “El tunante” en sus artículos periodísticos. De esta manera le otorgó una identificación a esta danza que venía cosechando crecientes elogios y cultores en todo el Perú, más aún en un contexto como la Guerra del Pacífico que motivó un gran sentimiento patriótico y de defensa de las tradiciones y costumbres nacionales.
Existen variantes de la marinera según la región del Perú donde se baile: norteña, que se danza en La Libertad, Lambayeque y Piura; limeña que se danza en la capital del país; puneña, que es propia del departamento altiplánico; arequipeña, y otras que se danzan con particular estilo en Áncash, Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huánuco, entre otras regiones de la sierra peruana.
En 2012, el Congreso de la República declaró celebrar el Día Nacional de la Marinera cada 7 de octubre, en conmemoración del día de nacimiento de Augusto Áscuez Villanueva (1892-1985), uno de los principales intérpretes de esta danza de bandera.
Tondero
Oriunda del pueblo de Morropón, en el departamento de Piura, esta hermosa danza de insinuantes movimientos es muy popular en el norte del Perú. Al igual que la marinera, el tondero representa el cortejo y enamoramiento de una pareja. Los instrumentos que la acompañan son la guitarra y el cajón. A diferencia de los demás géneros criollos con influencia española, el tondero nace del mestizaje entre el campo y la región yunga, y conserva un espíritu más rebelde y bandolero.
El baile sigue algunos parámetros, pero en general es bastante libre. La dama y el varón empiezan mirándose de costado. Luego él se acerca, iniciando el cortejo y ella lo evita con movimientos sutiles. La mujer recoge su falda y la apoya contra la cadera, mientras sostiene un pañuelo con la otra mano. Más adelante, lleva la falda hacia atrás y empieza a zapatear, un movimiento que se conoce como 'fuga' o 'embiste'. Cada zapateo se remata con una vuelta rápida.
Festejo
Danza alegre y rítmica del folclor afroperuano, creada por habitantes africanos traídos al Perú (Congo, Angola y Mozambique) durante el siglo XVII por los conquistadores españoles para realizar trabajos agrícolas, mineros y domésticos.
Esta danza se baila durante fiestas populares y en reuniones sociales, ejecutada por parejas generalmente de jóvenes con un ritmo lleno de virilidad, juventud y vigor. La letra suele ser de asunto festivo. La base del Festejo es el ritmo, que se logra mediante golpes de cajón y la quijada de burro, más cajita, congas y bongó. Es característico las repetidas pasadas tras periodos de cuatro u ocho compases y al estribillo coral de la fuga.
El Festejo se aprecia en su forma más tradicional en los pueblos de San Luis de Cañete, en la provincia de Cañete del departamento de Lima, y El Carmen, en la provincia de Chincha, en el departamento de Ica.
Hatajo de Negritos y las Pallitas
Son dos expresiones musicales y dancísticas de la costa centro-sur del Perú que consisten en la ejecución de diversas danzas en base a zapateo, canto y ejecución de instrumentos de cuerda, violín y guitarra respectivamente. El 12 de diciembre de 2019, ambas danzas fueron inscritas en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
El Hatajo de Negritos, compuesto tradicionalmente por varones, y últimamente también por mujeres, y las Pallitas compuestas exclusivamente por mujeres se bailan juntos como parte de las celebraciones de Navidad. Ambas expresiones están particularmente asociadas a la identidad de las poblaciones rurales afroperuanas y mestizas de la costa central sur del Perú.
En la actualidad, el Hatajo de Negritos y las Pallitas, involucran canto, música y danza y que son protagonizadas principalmente por niños, tienen como zona de influencia la costa sur central del Perú, con especial incidencia en la provincia de Chincha, departamento de Ica.
Ambas danzas se interpretan durante la celebración de la Navidad en la provincia de Chincha. La festividad se inicia el 24 de diciembre (para celebrar el nacimiento de Jesús) y concluye el 6 de enero (con Pascua de Reyes).
Huaino
Es el baile más conocido de la sierra peruana y su origen se remonta a tiempos prehispánicos. Según el célebre escritor peruano José María Arguedas, no existe expresión más legítima del Perú indio y mestizo que el huaino. En la actualidad, esta danza presenta diversas variantes regionales, pero todas conservan el mismo espíritu.
En tiempos de los Incas, el huaino habría sido una especie de himno militar que se ejecutaba con zampoñas, quenas y tinyas o tamborcillos. La llegada de los españoles, que introdujo nuevos instrumentos y técnicas, favoreció la evolución del huayno y la creación de variedades regionales, con sonidos de mandolinas, arpas, violines, guitarras y charangos.
Sus temas, tanto en quechua como en español, poseen una singular expresividad, al manifestar alegría y picardía, pero también sentimientos de tristeza y añoranza. Aunque en ocasiones se baila individualmente, suele ser una danza de parejas.
Huaylarsh
El departamento de Junín tiene en el Huaylarsh a su danza embajadora regional, cuya exultante interpretación cautiva a todo el Perú y el mundo. De claras raíces prehispánicas, pero enriquecida con el mestizaje, esta original expresión del folclor en el valle del Mantaro fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación el 23 de febrero de 2005.
Existen dos versiones del Huaylarsh: el antiguo o rural tradicional y el mestizo moderno. La versión antigua del huaylarsh pretende rememorar la danza que se efectuaba después de la jornada agrícola desde épocas ancestrales, y se interpreta de forma similar a la “Cachua” o el “Haylli”, que son danzas en las que se manifiesta el galanteo de loa varones hacia las mujeres.
En tanto, la versión moderna se atribuye a Zenobio Dagha Sapaico, del pueblo de Chupuru. En 1949 estrenó la muliza, huaino, huaylarsh y fuga “Mi Tierra Wanka” con lo que se dio inicio a un nuevo tipo de huaylarsh. Al año siguiente, Dhaga Sapaico fundó la orquesta “Juventud Huancaína”, sentando las bases del huaylarsh moderno.
Esta nueva versión se desliga casi por completo de su motivación agrícola y enarbola solo el esparcimiento alegre y divertido. Es un baile que con los años se generalizó tanto en las ciudades como en las comunidades campesinas y que se interpreta especialmente en la celebración del carnaval y en el concurso nacional que se realiza anualmente.
Danza de Negritos
Danza popular con diversas variantes regionales que forman parte de un género muy difundido en la región andina, en el que coinciden motivos de fuentes muy diversas y que podría resumirse en dos órdenes.
El primero es la presencia de pobladores de origen africano, que llegaron con la implantación del régimen colonial en calidad de mano de obra esclava. El segundo derivaría de la difusión de danzas españolas en las que se representaba al musulmán de piel oscura, ya sea como infiel enemigo o como converso al cristianismo, caracterizado con trajes lujosos y en ocasiones con máscaras de expresiones feroces, como las danzas de moros y cristianos y las de turcos. En todas estas versiones, estas representaciones están plenamente integradas no solo a la ritualidad cristiana sino a la derivada de la cosmovisión andina.
La presencia de estas expresiones impactó profundamente en la imaginación del poblador andino que, bajo influencia española, representó en múltiples expresiones coreográficas a las poblaciones de origen africano con el nombre de negritos, negrerías o morenos y morenadas.
Aunque la población de origen africano tuvo mayor presencia en la costa, las danzas que representan a este nuevo estrato social y étnico se hicieron muy populares en la región andina, mezclándose con los motivos de las danzas de origen español en las que se representaba al pagano y al converso, de imagen exótica y visualmente barroca, combinando las referencias a la servidumbre y esclavitud con las de lujo y vistosidad del pagano, con el uso de máscaras, trajes muy decorados y una coreografía elegante.
Estas danzas suelen formar parte de festividades del calendario católico como la natividad o en honor a una Virgen, como la Virgen de la Candelaria o la Inmaculada Concepción. En los referentes de estas danzas también está presente una alusión a la misma población nativa, cristianizada y sometida al régimen de servidumbre. Teniendo en cuenta la complejidad de tales referentes, se entiende que este género de danza tenga versiones muy diversas, dependiendo del sentido de la representación, lo cual deriva a su vez de las coordenadas históricas de cada tradición local y regional.
Los Negritos de Huánuco, la Morenada, Negritos de Ingenio, Negrería de Huayllay, Negros de Malvas, Negrillos de Andahuaylas, Negritos de Huayllán y Negritos de Marcas, y Negritos del Suroeste de Huaytará, han sido declaradas como Patrimonio Cultural de la Nación.
Wititi del valle del Colca
Las parejas de bailarines y bailarinas se alinean en filas y ejecutan diversos pasos al compás de la música. Las bailarinas llevan trajes finamente bordados con motivos naturales de colorido vistoso y van tocadas con sombreros característicos.
Por su parte, los bailarines llevan dos faldas de mujer superpuestas, una camisa militar, un chal y sombreros con aditamentos. La representación del wititi coincide con el inicio del ciclo de producción agrícola y simboliza el renuevo de la naturaleza y la sociedad.
Esta danza consolida los vínculos sociales y la identidad de los pueblos del
valle del Colca, que compiten para presentar los mejores conjuntos de danza, renovándola así continuamente y perpetuando al mismo tiempo su carácter tradicional.
Los niños y los jóvenes aprenden el
wititi mediante la observación directa, tanto en las escuelas como en las fiestas familiares celebradas con motivo de bautismos, cumpleaños y bodas. A escala nacional, hay grupos de bailes folclóricos que también interpretan esta danza por haberla integrado en sus repertorios coreográficos.
Danza de las tijeras
Inscrita en 2010 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la danza de las tijeras es interpretado tradicionalmente por los habitantes de los pueblos y las comunidades quechuas del sur de cordillera andina central del Perú (Huancavelica, Ayacucho y Apurímac), y, desde hace algún tiempo, por poblaciones de las zonas urbanas del país.
Esta danza ritual, que reviste la forma de una competición, se baila durante la estación seca del año y su ejecución coincide con fases importantes del calendario agrícola. La danza de las tijeras debe su nombre a las dos hojas de metal pulimentado, parecidas a las de las tijeras, que los bailarines blanden en su diestra.
La danza de las tijeras se ejecuta en cuadrillas y cada una de ellas –formada por un bailarín, un arpista y un violinista– representa a una comunidad o un pueblo determinado. Para interpretar la danza, se ponen frente a frente dos cuadrillas por lo menos y los bailarines, al ritmo de las melodías interpretadas por los músicos que les acompañan, tienen que entrechocar las hojas de metal y librar un duelo coreográfico de pasos de danza, acrobacias y movimientos cada vez más difíciles.
Ese duelo entre los bailarines, llamado atipanakuy en quechua, puede durar hasta diez horas, y los criterios para determinar quién es el vencedor son la capacidad física de los ejecutantes, la calidad de los instrumentos y la competencia de los músicos que acompañan la danza. Los bailarines, que llevan atuendos bordados con franjas doradas, lentejuelas y espejitos, tienen prohibido penetrar en el recinto de las iglesias con esta indumentaria porque sus capacidades, según la tradición, son fruto de un pacto con el diablo.
Esto no ha impedido que la danza de las tijeras se haya convertido en un componente apreciado de las festividades católicas. Los conocimientos físicos y espirituales implícitos en la danza se transmiten oralmente de maestros a alumnos, y cada cuadrilla de bailarines y músicos constituye un motivo de orgullo para los pueblos de los que es originaria.
Huaconada de Mito
Inscrito en 2010 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la huaconada es una danza ritual que se representa en el pueblo de Mito, perteneciente a la provincia de Concepción, región Junín.
Los tres primeros días de enero de cada año, grupos de hombres enmascarados, denominados huacones, ejecutan en el centro del pueblo una serie de danzas coreografiadas. Los huacones representan el antiguo consejo de ancianos y se convierten en la máxima autoridad del pueblo mientras dura la huaconada. Ponen de relieve esta función tanto sus látigos, llamados “tronadores”, como sus máscaras de narices prominentes que evocan el pico del cóndor, criatura que representa el espíritu de las montañas sagradas.
En la danza huaconada intervienen dos clases de huacones: los ancianos, vestidos con atuendos tradicionales y portadores de máscaras finamente esculpidas que infunden respeto y miedo; y los más jóvenes, engalanados con indumentarias de colores y portadores de máscaras que expresan terror, tristeza o burla. Durante la huaconada, estos últimos ejecutan una serie de pasos de danza estrictamente limitados en torno a los ancianos que, debido a su edad, gozan de una mayor libertad para improvisar movimientos.
Una orquesta toca diversos ritmos al compás de la “tinya”, un tamboril indígena. La huaconada, que es una síntesis de diversos elementos andinos y españoles, integra también nuevos elementos modernos. Sólo pueden ser huacones los hombres de buena conducta y gran integridad moral. La danza se transmite tradicionalmente de padres a hijos y los vestidos y las máscaras se heredan.
Danzas amazónicas
Los pueblos amazónicos tienen diversas expresiones artísticas entre las que destacan las danzas. Entre las muchas que existen y se practican figura la danza Ani Sheati, un baile que constituye una forma excepcional para conocer toda la belleza del mundo mágico y real de las comunidades shipibo-conibo, ubicadas en la selva central peruana, particularmente en el departamento de Ucayali.
En esta danza se representan por medio de rituales las costumbres y tradiciones más importantes de la vida social y también espiritual de esta cultura ancestral.
Otras danzas amazónicas peruanas emblemáticas son la Danza de la Boa y la Danza Buri Buriti (Ucayali), Danza de la Anaconda (Loreto), Danza Huambisa (Amazonas), entre otras.
(FIN) LZD/MAO
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Publicado: 28/7/2023