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“En el mundo de las letras, gozo de la más tenue de las cualidades: la inexistencia”

Periodista y escritor Víctor Hurtado Oviedo retorna a Lima para la presentación de ‘Otras disquisiciones’

Periodista y escritor Víctor Hurtado Oviedo presenta en Lima

Periodista y escritor Víctor Hurtado Oviedo presenta en Lima 'Otras disquisiciones. Edición definitiva, reducida y aumentada'. Foto: Difusión.

07:30 | Lima, nov. 24.

Por: César Chaman

El periodista y escritor Víctor Hurtado Oviedo (Lima, 1951), considerado el mejor prosista peruano de las últimas décadas, retorna a Lima para la presentación de ‘Otras disquisiciones. Edición definitiva, reducida y aumentada’ (Artífice, 2023) en la 44ª Feria del Libro Ricardo Palma.

En siete capítulos repartidos en dos volúmenes, la nueva edición reúne artículos y ensayos escritos por Hurtado Oviedo desde 1996 y aparecidos –en su mayoría– en diarios y revistas de Costa Rica, donde reside el autor desde hace más de 30 años.

“Cuando noté que también estaba faltando a la verdad, preferí dejar el periodismo y dedicarme a intentar algo en la literatura porque ella otorga la impunidad que el periodismo no alcanza”, relata el autor en su autobiografía no autorizada, un texto que, desde la cubierta de Otras disquisiciones, expone algunas de las características centrales que los críticos reconocen en la prosa de Hurtado: agudeza para jugar con el idioma, ideas firmes, adjetivos justos, dicción amena. 

“Yo huyo de escribir como de un recital de Shakira”, afirma, en una advertencia difícil de admitir, a juzgar por los 519 textos que componen este libro y que abordan temas diversos, desde descubrimientos científicos hasta la música popular, pasando por ensayos sobre literatura, escritores, poetas y errores de lenguaje.

A continuación, respuestas de Hurtado Oviedo para la agencia Andina.

–La Encuesta Nacional de Lectura que circuló este año en el país indica que un 47.3% de los peruanos leyó un libro en el 2022. Los demás no leyeron ni siquiera uno. Porcentajes parecidos se repiten en América Latina. ¿Qué piensa de estos resultados?
–Es algo lamentable, obviamente. Sin embargo, debemos considerar que la afición a la lectura parece más natural que inducida. Por supuesto, en países desarrollados existe una “masa crítica” social –un ambiente– que favorece la afición a la lectura en personas poco inclinadas a ella. Quizá ayude imaginar una pirámide dividida en tres niveles. El superior estará compuesto por quienes leerán aunque les apaguen las luces. En el nivel intermedio aparecerán quienes pueden ser animados a leer libros, pero no “demasiados”. En el nivel inferior estarán quienes no leerán aunque se los amenace con escuchar un disco de Marc Anthony. Lo mismo puede decirse de la afición a los deportes o a la política: hay niveles. De elaborar medidas de gobierno a propósito de la lectura, deberían concentrarse en el nivel intermedio pues el superior está salvado y el inferior está perdido. ¿Cómo identificar a la gente del nivel intermedio? Es un asunto que excede mi pobre imaginación. Tal vez pueda ayudarnos Lorenzo Mártir, santo patrón de los libros y cuyo segundo nombre es ya preocupante.

–En una semblanza que circula en la red, Carlos Páucar recuerda detalles de sus correcciones en El Diario de Marka. ¿Qué opina sobre el nivel de redacción que muestran los llamados “diarios de referencia” en sus ediciones en Internet?
–En los diarios y las revistas de hoy, en papel y en Internet, se escribe tan bien y tan mal como hace cincuenta años –aunque entonces no había Internet– porque hubo y hay gente buena o mala para redactar. Lo que ocurre es que abunda la clase media, la pequeña burguesía de la gramática. Pocos llegan a un alto nivel de calidad: los excelentes. En descargo del periodismo habría que añadir que los excelentes también son pocos en cualquier actividad; de lo contrario, todos cantaríamos como Javier Solís en vez de berrear como Luis Miguel.

–Se afirma que usted es el mejor prosista peruano de las últimas décadas. ¿Cómo administra usted en lo personal este tipo de apreciaciones?
–No las administro porque no pienso en ellas; además, si las administrase, nadie se daría cuenta porque, en el mundo de las letras, gozo de la más tenue de las cualidades: la inexistencia. Quienes opinan así sobre mis escritos son entrañables amigos, y no los cambio por nadie. Los quiero mucho.

–¿Cuánto hay en usted de ese “loco manso de la escritura” al que denomina grafómano?
–Totalmente nada, y valga la redundancia, aunque sea inversa. El grafómano vive para escribir, se ahoga en sopas de letras, pero yo huyo de escribir como de un recital de Shakira. Pasan meses sin que encienda mi computadora para escribir algo, poco, e imagino que mi computadora me lo agradece porque me conoce. 


–¿Qué peso otorga al humor en sus textos serios? ¿Se propone como tarea ser intencionalmente divertido o entretenido?
–Todo depende del tema; algunos exigen ponerles granos de pimienta, pero una semblanza del gran César Lévano no debe ser divertida, salvo que trate de sus geniales anécdotas. El “tono” es esencial, y uno lo calcula ya por experiencia. No siempre puede acertarse, pero la intención es lo que vale, cual decimos siempre los perdedores.

–Considerando que usted no vive para escribir, sino que escribe para vivir, ¿por qué ha cedido sus derechos de autor?
–Bueno, yo escribía para vivir, pero ya estoy jubilado de un trabajo de editor en un diario de Costa Rica. Ahora recibo una modesta pensión, que me permite estar, como siempre, en la honrada clase media, y es que eso de variar de clase social marea mucho. He cedido mis derechos a mi editor, Jesús Raymundo, porque él hizo el esfuerzo de publicar mi libro y hace el trabajo de difundirlo. Es una forma de agradecérselo.

–La inteligencia artificial promete –si no lo ha hecho ya– reemplazar a los periodistas en las tareas básicas de redacción de noticias. También puede producir textos literarios. ¿Cuál debería ser la respuesta de quienes trabajan escribiendo?
–En cuanto al periodismo, la tecnología ahora ayuda a transcribir una entrevista pasando el sonido a la escritura, y habrá más; pero no imagino que el acabado de un texto elimine a un redactor final. Además, existen las responsabilidades penales, y no preveo una computadora encerrada en la cárcel de Lurigancho. En cuanto a la literatura, quienes sienten las ansias de escribir no tienen arreglo y seguirán haciéndolo. Esto está bien porque, de los muchos intentos, siempre saldrá algo bueno para la literatura. Los verdaderos escritores no plagian ni hacen corte-pega; los otros hacen “intertextualidad”.

–Pese a que odia la tarea de escribir, usted ha escrito con profundidad sobre una sorprendente diversidad de asuntos. Pensando solamente en el método, ¿cómo trabaja –cómo produce– sus textos?
–A mí me ayuda mucho el desorden. Supongo que este es mi método. Tengo una mente dispersa, lo cual es una forma vergonzante de expresar que siempre me han interesado demasiados temas dentro del área de las humanidades. Las matemáticas y sus provincias no son lo mío. Yo pienso que sacar una raíz cuadrada ensucia las rodillas, aunque ver una raíz cuadrada no deja de ser interesante. Con los muchos años, la dispersión de intereses terminó creándome una cuenta bancaria intelectual de la que sacaba temas para mis escritos de circunstancias; es decir, periodísticos. Mi libro es una miscelánea: más o menos como yo. De paso sea dicho, no creo que yo haya profundizado en algún tema. Copio una frase que Luis Alberto Sánchez escribió en el prólogo de su libro Sobre las huellas del Libertador, de 1925, parece que disculpándose: “¡Es un libro periodístico!”.

–¿Sus lectores le escriben frecuentemente al correo electrónico que aparece en el prólogo de su libro? ¿Qué le dicen, qué le preguntan?
–Mis lectores no me escriben frecuentemente porque tampoco me escriben. Pienso ahora que no tendrían por qué escribirme pues todo está dicho en mi libro, y un libro debe defenderse solo. El autor suele ser un incómodo sobreviviente de su libro publicado, y, a veces, ya naufragado su libro, debió hundirse con él.

–Si pudiera construirse un pedigrí académico, ¿se daría ese trabajo? ¿Qué “cartones” quisiera tener?
–No me daría ese trabajo pues va contra mi respeto por las leyes, y una de ellas es la ley del menor esfuerzo. Me gusta el ocio creativo, aunque esa segunda palabra no es indispensable. De tener yo una profesión, sería la de “hombre de letras” pues, como no existe, no se puede fracasar.

–¿Qué temas le interesan ahora?
–En esta semana me interesan dos. Me interesa la base biológica y evolutiva de la moral, y la línea que va de filósofos como el conde de Shaftesbury y David Hume a científicos como Charles Darwin y Frans de Waal. También me interesa conocer mejor las virtudes de la democracia liberal porque la he tenido un poco descuidada durante los últimos cincuenta años. Ojalá que nunca debamos escoger entre el ilustrado barón de Montesquieu o el irascible profeta Mahoma: o dos mil años de civilización grecorromana o todo el futuro arrodillados hacia la Meca.

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Presentación en la Feria del Libro Ricardo Palma

- El primer capítulo de Otras disquisiciones comparte ensayos de Víctor Hurtado Oviedo sobre temas filosóficos. El segundo se enfoca en los descubrimientos científicos. El tercero aborda tópicos literarios. 

- El cuarto capítulo incluye semblanzas de escritores y comentarios de libros. El quinto reúne romances en broma y reseñas dedicadas a poetas. El sexto expone los errores del lenguaje. Y el séptimo se centra en la música popular. 

- La presentación de Otras disquisiciones en la Feria del Libro Ricardo Palma se hará el domingo 3 de diciembre (6:00 de la tarde) en el parque Kennedy.  Los comentarios estarán a cargo del poeta Marco Martos, el poeta y periodista Mito Tumi y el periodista y escritor Paco Moreno.

- El periodista y escritor Víctor Hurtado Oviedo es miembro correspondiente de la Academia Peruana de la Lengua y miembro honorario de la Academia Costarricense de la Lengua.

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(FIN) CCH

Publicado: 24/11/2023