La agitación propia de este singular barrio se percibe aumentada estos días y no es para menos. Hace cinco días se inició el emblemático año chino, que estará regido por el galope de un brioso caballo, dejando atrás la versátil y rápida serpiente. Se renuevan los tiempos y con ellos también la oportunidad de sumergirse entre sus calles, tradiciones, olores y sabores, que lo han elevado a la categoría de punto obligado de quienes visitan Lima.
La historia señala que fue aproximadamente en 1849 que se produce la primera migración china al Perú, un 15 de octubre, pero cinco años después esta ya constituía una presencia numerosa.
Llegaron para trabajar en las haciendas azucareras, como mano de obra, pero conforme fueron culminando sus contratos, pactados a ocho años,optaron por formar sus propios negocios de comida principalmente, llegando alas ciudades más importantes, entre ellas Lima.
En el libro 'Una vista al Barrio Chino', los investigadores Richard Chuhue Huamán y Estela Espinoza Locau concuerdan en que el proceso de inmigración determinó la aparición en el mundo de numerosos barrios chinos (chinatown en inglés), donde estas comunidades se agruparon para ayudarse mutuamente y enfrentar la discriminación de la que eran objeto.
Eso mismo ocurrió en Lima,en el Barrio Chino, cuyo eje central es la calle Capón (cuadra 7 del jirón Andahuaylas) y que conforman además la calle Paruro (cuadras 7, 8 y 9), Miró Quesada y Andahuaylas, cuya recuperación está pendiente.
Este no solo se constituyó en un lugar de residencia, sino que consideró espacios de integración, como sociedades (que existen actualmente),clubes de artes marciales, comercios y fondas de venta de comida china, donde los inmigrantes provenientes de la región de Cantón preparaban sus platos tradicionales con productos llegados de sus tierras, pero también incorporando algunos productos locales que finalmente dieron forma a lo que hoy se denomina chifa.
El Suplemento Lo Nuestro, del Diario Oficial El Peruano, refiere que la historia más reciente de Lima habla de varios intentos por referenciar este lugar como parte de un circuito turístico que no prosperaron del todo. Algunas razones pueden explicarse en la proliferación de ambulantes y la convivencia con otros grupos étnicos que trabajaban en el lugar, lo que ocasionó una pérdida de unidad arquitectónica y el deterioro de los elementos chinos de sus locales.
Punto de encuentro
Recién en 1997, las luces del Arco que da la bienvenida a la calle Capón se encendieron nuevamente para anunciar que, después de una etapa de ostracismo, volvía el orden a la zona y se le devolvía a la ciudad un espacio lleno de tradición y cultura, no peruana.
Fue el entonces alcalde de Lima, Alberto Andrade, quien proyectó devolverle la identidad a este espacio de Lima. Se inició así un proceso de recuperación que contempló la renovación de los pisos. Fueron colocadas baldosas en las quefiguraban inscripciones alusivas a la cultura china y nombres de personajes comprometidos con esa recuperación.
Revivió la iconografía china y la arquitectura recreó un escenario con una dinámica distinta. Desde entonces, la calle Capón es lugar obligado de visita para los propios limeños y para los turistas nacionales y foráneos interesados en conocer esta parte de la capital.
(FIN) DOP
Publicado: 5/2/2014