Andina

El Arte de la Cerería en Ayacucho ya es Patrimonio Cultural de la Nación

Los mejores trabajos de cera son los que se destinan a la ornamentación de las andas para la Semana Santa

El arte de la cerería de Ayacucho ya es Patrimonio Cultural de la Nación.

El arte de la cerería de Ayacucho ya es Patrimonio Cultural de la Nación.

10:17 | Lima, ene. 29.

El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación al Arte de la Cerería en Ayacucho, por tratarse de una expresión de arte tradicional efímero que expresa la profunda devoción y la identidad del pueblo ayacuchano.

Así lo establece una Resolución Viceministerial publicada hoy en el boletín de Normas Legales del Diario Oficial El Peruano, que destaca la importante presencia de esta manifestación cultural durante la emblemática Semana Santa que se celebra en Ayacucho. Con este reconocimiento del Estado, suman 20 las expresiones ayacuchanas declaradas Patrimonio Cultural de la Nación.


Entre estas expresiones destacan los Conocimientos,técnicas e iconografía asociados a la producción del Retablo; los Conocimientos, técnicas e iconografía asociadas al tallado en piedra de Huamanga; los Conocimientos, saberes y prácticas en la elaboración de la cerámica de Quinua; la pintura tradicional de Sarhua o Tablas de Sarhua; el charango; y el instrumento musical conocido como waka waqra, waqra o waqrapuku, entre otras.

Orígenes de la cerería  


La trayectoria histórica de la cerería se remonta a tiempos muy antiguos, pues ya era conocida en tiempos de Roma imperial, cuando la producción de ceras se hacía a base de grasa de animales. Mientras que, en China, se hacía de grasa de ballena. En la edad media se recurría a la cera de abeja para el uso de una élite social. Con el emperador Constantino, durante el siglo IV, se comenzó a usar las velas para la Pascua y, desde la celebración de la Virgen de la Candelaria, las velas se convirtieron en un símbolo de la luz de Cristo

En el Perú, el arte de la cerería fue introducido durante el Virreinato. Para esta producción se emplea actualmente la parafina, sustancia sólida que se obtiene de la destilación del petróleo o de materias bituminosas naturales.

La parafina es blanca, translúcida, inodora y se funde fácilmente. Dicho material se trabaja en un perol de bronce a 100 grados centígrados (Celsius) de temperatura y las velas son hechas vaciando la cera derretida sobre moldes de madera o de arcilla. Asimismo, en la tradición de la cerería ayacuchana se usan materiales e instrumentos locales como el maguey, espinas de cactáceas, totora, carrizo y sogas de cabuya.


La tradición religiosa católica en la ciudad de Ayacucho es de gran arraigo y se expresa, entre otros aspectos, en la cantidad de iglesias que forman parte del centro histórico de la ciudad, así como en la belleza de su Semana Santa. 
Se trata de un centro monumental que irradia la fe católica y sus tradiciones bajo el sustento de una población devota y participativa en los rituales y festividades, profundamente ligada a las celebraciones del calendario litúrgico de la iglesia católica.

Uno de los aspectos en que se manifiesta la devoción es en la ornamentación, con ceras y velas, de las andas procesionales de las imágenes religiosas, ornamentación que se produce en función de la estructura arquitectónica de cada anda.


Adornistas


Esta demanda ha generado, desde la antigüedad, un trabajo especializado en talleres familiares liderados por maestros artesanos cereros, conocidos como adornistas, en alusión a su trabajo de decoración de las andas procesionales.

Los adornistas son artesanos y artesanas que trabajan con sus familias y con algunos ayudantes externos. En la ciudad de Ayacucho son notables varias familias, como los Alarcón, los Salvatierra, los Hurtado, los Camiña, los Aybar, los Curi, entre otras, quienes son expertas en este arte.


Asimismo, la cerería y el adorno de andas también se practica en otros distritos aledaños a la capital ayacuchana, y destacan las familias Pérez y Pacheco, en San Miguel; los Cisneros en Cangallo, entre otros.

En la actualidad, gracias a su calidad, la demanda de cerería ayacuchana también proviene de otros departamentos, como Cusco, Huancavelica, Apurímac, Junín y Lima. El arte de la cerería es una modalidad de escultura por su capacidad de dar forma a los volúmenes y por sus técnicas; es decir, para su configuración se recurre a un proceso de fundición o de fusión, que consiste en inyectar en un molde la cera líquida y caliente, y una vez fría la pieza, al extraerse del molde, se complementa con el modelado a mano y con la ayuda de algunos instrumentos punzocortantes.

La cerería en la Semana Santa


Los mejores trabajos de cera son los que se destinan a la ornamentación de las andas para la Semana Santa en Ayacucho. En efecto, durante dicha celebración, de cada una de las iglesias ayacuchanas salen en procesión imágenes religiosas que van sobre preciosas andas de madera, recubiertas por una suerte de mantel blanco, generalmente de tocuyo y de recortes de papel blanco y papel metálico plateado, los cuales, a su vez, se disponen formando diseños geométricos como grecas y vegetales como flores y frutos.

Asimismo, en cada anda y alrededor de la imagen religiosa se disponen velas decoradas de tamaños diversos, constituyendo el grado más alto de esta decoración, por su belleza, un ramillete de flores de cera, con mazorcas de maíz y loros, motivos asociados al agradecimiento a la Madre Tierra por la producción agrícola y que se remontan a tiempos prehispánicos.


La majestuosa anda de Pascua de Resurrección constituye el grado más alto de esta decoración, por su belleza, por los cientos de velas que, en un conjunto piramidal, prendidas, constituyen su principal iluminación. Esta anda puede ostentar alrededor de 2,400 velas, 10,000 flores o cerahuaytas, 2,400 parras y 800 choclos.

En suma, simboliza la máxima expresión de un trabajo sistemático y esforzado que expresa la devoción local y la intensa fe de la población de Ayacucho, que considera este esfuerzo como una ofrenda a Dios.

Los maestros y las maestras adornistas realizan, antes de emprender una obra, dos actividades principales: el diseño de la decoración en el altar o en el anda, lo que les permite planificar el trabajo y calcular la cantidad de productos y mano de obra a emplear y, luego, el control de calidad de los insumos y materiales a ser utilizados, como la parafina, así como los moldes y herramientas.

Seguidamente, pasan a elaborar los tipos de velas y ornamentos, para luego emplearlos en la decoración de las andas y altares. Los ornamentos más comunes son el choclo, la cerahuayta o ramillete de flores y el racimo de uvas, parra o vid. 


Una vez derretida la parafina, se introduce el molde de cera o de madera, este último previamente remojado en agua para que no se pegue la cera, en el perol y se lleva de parafina; luego el molde se introduce en un recipiente con agua fría para acelerar el proceso de enfriamiento de la parafina. Cuando la pieza está aún tibia, se procede al desmoldado con la ayuda de un cuchillo y se realiza al enfriado final introduciendo la pieza en agua fría.

Para las velas a color se combina la parafina con anilinas. Para la confección de las velas se usa pabilo de algodón. Los pabilos se colocan colgando de ganchos de un aro de metal y luego, desde lo alto y con la ayuda de un recipiente, se hecha parafina caliente en cada pabilo y se repite la operación hasta el lograr el grosor requerido, luego se deja enfriar y se procede al encajonado.

Se fabrican distintos tipos de vela, para diferentes usos, como velas de procesión, de novena, de acompañamiento, de bautismo, de matrimonio, de velatorio, entre otras.

La vela de procesión mide aproximadamente 50 centímetros. El alma de esta vela está compuesta de una tira de carrizo o un tubo delgado de aluminio y la mecha de algodón; la tira o tubo va desde la base hasta un poco más de la mitad de la vela, de ahí complementa la mecha.

La composición mixta tiene el propósito de evitar el incendio del trono del anda, pues la vela se consume solo hasta donde llega la mecha de algodón y, al llegar al carrizo o al aluminio, se apaga. Los velones o achotes, portados por los mayordomos, se caracterizan por el grosor y el peso, que oscila entre los 5 kilos y los 12 kilos, y llevan decoraciones.

Otros elementos importantes para la decoración de las andas son las denominadas “láminas”, cintas, triángulos y esquineros. Estas se elaboran de papel y tela con dimensiones variables, en ellas se desarrollan figuras de vid, palomas, entre otras. Un último elemento decorativo y estructural en las andas son los llamados cascos o macetas, pequeñas estructuras de madera y alambre a modo de flor, en las cuales se sostienen las cerahuaytas, los choclos y otros elementos decorativos.


El anda tiene una estructura piramidal, siendo trunca en la parte de la cima para asentar ahí la imagen procesional. Se confecciona primero una mesa con varias patas, luego se colocan los palos de cargar. Seguidamente, se colocan los resortes, columnas de madera ubicadas en el centro y unidas con sogas a listones a manera de escalera por los cuatro lados; este componente une la base con la cima del anda y sirve de soporte a la plataforma o cima. A continuación, se arma el “trazo”, conjunto de troncos que se tejen en la base del anda y que mantiene separados los palos de cargar y dan consistencia a la estructura.

Luego, se sitúan los parantes o columnas de las cuatro esquinas hechos de maguey, los cuales dan forma piramidal a las andas. En la misma orientación, a cada lado de la estructura piramidal, se colocan tiras de maguey o cabuya en sentido horizontal y equidistante de unos 40 centímetros aproximadamente para la colocación de las velas. Finalmente, se habilita una polea al interior del anda para subir y bajar a la efigie cuando sea necesario.

Una vez que se tiene construida la estructura del anda, se realiza la ornamentación con las velas y los otros elementos. En primer lugar, se colocan los cascos en las cuatro esquinas del anda, desde la base hasta la cima, desde el más grande en la base al de menor tamaño en la cima.

Luego, se colocan las varillas de iluminación, habilitadas en tubos que llevan focos de luz y cables conectores; siguen los choclos en cada terminación de una esquina y las cerahuaytas, previamente se hace el sisado (colocación de cortes de papel aluminio al centro de la cerahuayta) y luego con la espina de la cactácea se incrustan o fijan en los cascos; igualmente se colocan las palomas sobre los cascos; se añaden los ángeles cerca de la imagen devocional y también sobre los cascos.

Asimismo, se instala el sistema de iluminación eléctrica al interior de cada casco y sobre el resplandor de la efigie. Finalmente, en un acto de apoteosis ornamental se añade un revestimiento de velas, de cerahuayta y cintas que permiten la cobertura total de la estructura del anda.

Reconocimiento a maestros adornistas


Desde distintas instituciones se han hecho esfuerzos por reconocer a los maestros y las maestras adornistas y poner en valor el arte de la cerería. En este contexto, don Agustín Alarcón Chávez fue reconocido en el año 2009 como “Embajador del Arte Popular” por la Municipalidad Provincial de Huamanga, mientras que en el 2010 recibió del Congreso de la República la medalla Joaquín López Antay.


En 2017, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo lo distinguió como Amauta de la Artesanía Peruana. Por su parte, don Teodomiro Camiña Galindo fue reconocido, en el año 2010, como Personalidad Meritoria de la Cultura por el Ministerio de Cultura, mientras que doña Basilia Quispe Ochante viuda de Salvatierra recibió el mismo reconocimiento en 2018.

Los maestros y maestras adornistas salvaguardan los conocimientos y prácticas relativos al arte de la cerería y son quienes, junto a los cofrades, mayordomos y feligreses, mantienen vigente esta tradición.

El dispositivo legal publicado hoy encarga a la Dirección de Patrimonio Inmaterial en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Ayacucho y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años, de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia, y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.

La norma lleva la firma de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, María Elena Córdova Burga.

(FIN) LZD/MAO

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Publicado: 29/1/2020