Daniel Sánchez Velásquez es director general de Ciudadanía Intercultural del Ministerio de Cultura y, entre las tareas que cumple, destaca poner en valor los conocimientos ancestrales que aún existen en el Perú, como formas de riego, uso de plantas medicinales y el diseño de iconografía textil.
Desde su cargo,
Sánchez diseña políticas públicas inspiradas en la mejora de las c
ondiciones de vida y sociales de las poblaciones indígenas y afrodescendientes del Perú, pero también para poner fin a la
discriminación étnico-racial que
parece persistir desde la Colonia.
Dijo que una sencilla escuela pública en el distrito de Barranco fue el escenario inicial en el que observó la discriminación. “El color de piel y la forma de hablar de algunos fueron razones suficientes para agarrarlos de punto”, recuerda.
La solidaridad y los deseos de justicia emergieron en él como escudos para combatir el mal. Hoy, gracias a ellos, valora la interculturalidad de nuestro país y está convencido de que la diversidad nos une.
En estos momentos fortalece al grupo de trabajo de políticas indígenas, su capacidad de influencia en el diseño de medidas que reúne a las siete organizaciones de pueblos indígenas más representativas del país, como Aidesep, CCP y CNA, por ejemplo.
“Lo que queremos es que alcancen un protagonismo más decidido”, afirma.
Otro objetivo, y lo manifiesta con énfasis, es “poner en valor los conocimientos ancestrales que aún se han conservado gracias a la oralidad intergeneracional, vieja práctica de nuestros pueblos nativos”.
El ministerio los pondrá en valor para que las comunidades se beneficien directamente y no terceros, como ocurrió con la uña de gato.
“Las diferentes formas de riego que existen en los andes, el diseño iconográfico de la textilería, el desarrollo hidráulico que permitió llevar agua hacia zonas desérticas, el uso de plantas medicinales son parte de un acervo cultural que puede perderse; por eso vamos a registrar estos diferentes saberes y ponerlos en valor”, asegura.
Trayectoria de servicio
Daniel, cuyo nombre está asociado a la justicia, desarrolló su carrera como abogado en el Estado. Su primer empleo lo obtuvo en la Defensoría del Pueblo, cuando Beatriz Merino estuvo al mando de la institución. El joven servidor público tuvo el encargo de elaborar el primer informe referido a la discriminación racial.
“Me di cuenta de la dimensión del racismo, de la responsabilidad del Estado por afirmarlo y no erradicarlo. Cuando revisábamos las quejas sobre los servicios de salud, escuelas o municipalidades, nos percatamos de que detrás había un acto de discriminación. Recuerdo a un campesino en Cajamarca que no inscribió el nacimiento de su hija porque la municipalidad le prohibió entrar por vestir ‘ropa inadecuada’. Había caminado varios días para llegar”, relata.
Estudios y otras responsabilidades en el sector público ocuparon la vida de Daniel hasta que lo llamaron al sector Cultura hace tres meses. Sus mejores años los ha dedicado al servicio civil.
Para él, educado en una familia en la que el diálogo y la discusión sobre la realidad nacional sazonaban los almuerzos, ser funcionario es un gran desafío porque significa diseñar políticas con un gran componente social.
“He aprendido a ser paciente, a escuchar y recoger el sentir de las personas”. Daniel tiene un corazón valiente.
Hoja de vida
Se formó como abogado, con especialidad de Derecho Constitucional y Derechos Fundamentales en la PUCP (1996-2000).
Tiene una Maestría en Derecho Constitucional por la Universidad de Sevilla (2008-2009).
La tesis que presentó para obtener el grado la publicó en el 2010: “Discriminación y medios de comunicación. Análisis de las bromas raciales en la televisión peruana”.
Terminó el Doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla (2012). En la actualidad, redacta su tesis sobre la lucha contra la corrupción.
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(FIN) SMS/DOP/LIT
JRA
Publicado: 25/7/2018