En los intrincados vericuetos de la lucha por la igualdad en la pesca artesanal, se erige un nombre que resuena con fuerza y determinación: Jenny Pizarro, vicepresidenta de la Asociación Realmar. Su camino hacia la cima no ha sido una navegación tranquila en aguas tranquilas, sino más bien una travesía marcada por las olas turbulentas de la discriminación y el desdén, pero su fortaleza y determinación ha servido como inspiración para muchas otras mujeres pesqueras que la acompañan en esta lucha.
Jenny ha enfrentado obstáculos que habrían hecho retroceder a los menos audaces. Esas reuniones donde se juega el destino de la pesca artesanal, a menudo se han convertido en arenas hostiles donde las voces femeninas son relegadas al silencio. Recuerda con pesar cómo en una ocasión la apartaron de una reunión crucial, relegando el papel de mera espectadora mientras los hombres firmaban acuerdos que afectan el destino de su gremio.
"Me sacaron de una reunión y me mandaron a tomar café mientras ellos firmaban las actas, no me dejaban firmar, me dijeron espere acá", rememora con amargura.
Sin embargo, la adversidad ha moldeado su espíritu, en lugar de quebrarlo
. Jenny no es solo una víctima de la discriminación, es una luchadora incansable que desafía el status quo con valentía y resolución. Un episodio particularmente desafiante fue el punto de inflexión que la impulsó a redoblar sus esfuerzos en la lucha contra la discriminación de las mujeres en la pesca.
“Una vez nos mandaron un oficio para que se retiraran todas las mujeres de la actividad de colecta de alga; nosotras nos fuimos al Ministerio de la Mujer y al Ministerio de la Producción, y logramos sacar una Ordenanza del Gobierno Regional de Ica que señala que no se puede discriminar el
trabajo de la mujer", recuerda.
Como presidenta, Jenny comenzó a introducir cambios significativos que desafiaron las normas establecidas y las tradicionales estructuras de poder dentro de las asociaciones pesqueras artesanales. Su liderazgo no solo se centró en la inclusión de las mujeres en todos los niveles de la asociación, sino en fortalecer su participación, asegurando que sus prioridades y necesidades sean incluidas en los procesos de toma de decisión.
Nadando contra marea
“Siempre hubo machismo, a nosotras no nos daban ni voz ni voto, prácticamente nos arrinconaban. Solamente los hombres presidían las organizaciones; ellos tomaban las decisiones”, recuerda Jenny, "Pero poco a poco, empezamos a hacernos presentes, a oponernos y a asesorarnos. Así conseguimos que se nos incluyera. Me dieron el voto de confianza y fui elegida presidenta de la Asociación Realmar en dos ocasiones”.
Jenny Pizarro, en compañía de otras mujeres valientes, emprende su descenso hacia la playa Cueva Sur en la majestuosa Reserva Nacional San Fernando, ubicada en la región de Ica, al sur del Perú. La duna de arena, desafiante y móvil, parece desafiar cada paso de estas mujeres, que avanzan con la firme convicción de quienes han superado innumerables obstáculos en sus vidas.
Abajo, al pie del imponente acantilado, se despliega la extensión de la playa donde cada día se lleva a cabo la ardua labor de recolectar el alga varada. Llegar a este punto requiere más que mera determinación; se necesita constancia, fuerza y una tenacidad inquebrantable, cualidades que estas mujeres han demostrado poseer en abundancia a lo largo de los años.
Para Jenny, esta no es solo una tarea diaria, sino una conexión profunda con sus raíces y su historia. Hace más de tres décadas, siguió los pasos de sus hermanos y su madre para convertirse en recolectora de algas. En aquellos tiempos, la presencia femenina en esta labor era escasa y enfrentaba resistencia por parte de los hombres que dominaban el ámbito. "Al inicio, los hombres no querían que las mujeres trabajáramos", recuerda con firmeza. "Decían que éramos débiles, que nuestro lugar estaba en la cocina o limpiando la casa. Nosotras dijimos no", recuerda.
Creando olas de cambio
Pero su visión trasciende. En el año 2023, Jenny tuvo el privilegio de asistir al Encuentro Iberoamericano de Mujeres de la Pesca Artesanal, organizado en el marco de las acciones del Proyecto Humboldt II, impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Perú y Chile, un evento que resonó con las voces y las luchas compartidas de mujeres de toda la región. Fue allí donde su ferviente creencia en la fuerza de la unión femenina se cristalizó. Inspirada por las historias de valentía y superación, Jenny se comprometió a tejer una red más sólida de apoyo y reconocimiento para las mujeres en la pesca artesanal.
Con una voz impregnada de determinación, Jenny relata cómo, a lo largo del tiempo, ellas, las mujeres, han desafiado esos estereotipos obsoletos. Han demostrado, con cada jornada de trabajo, que poseen la misma fuerza y habilidades que sus contrapartes masculinas. Su perseverancia y valentía las han catapultado al frente de un sector tradicionalmente dominado por hombres.
Pero Jenny no está sola en esta lucha. A lo largo y ancho de la costa peruana, muchas otras mujeres han compartido experiencias similares. Han enfrentado los mismos desafíos, luchando contra los prejuicios arraigados y buscando el reconocimiento que merecen en un campo donde la igualdad de género ha sido históricamente una ilusión lejana.
Estas mujeres, como Jenny, han tenido que demostrar su valía una y otra vez, rompiendo barreras y desafiando las expectativas de una sociedad que no siempre les ha dado la bienvenida con los brazos abiertos. Pero su determinación, su coraje y su inquebrantable espíritu no conocen límites. Son las guardianas de un legado ancestral, las portadoras de una fuerza que trasciende las palabras y que, con cada marea, reafirman su lugar en la historia de la pesca artesanal.
Desde entonces, ha liderado con pasión la creación de una federación de mujeres de la pesca artesanal en su país, tomando ejemplo de las iniciativas exitosas que presenció en Chile. Con la formación de esta federación, Jenny y sus compañeras están sentando las bases para un futuro más justo y equitativo en la pesca artesanal peruana. Un futuro donde las mujeres son reconocidas como pilares esenciales de este sector, donde sus voces son escuchadas y sus contribuciones son celebradas.