Marcelina, una mujer de 70 años natural de Andahuaylas, Apurímac, encontró en el albergue María Rosario Araoz, no solo un lugar seguro donde vivir, sino también a Mocha, su inseparable compañera de cuatro patas.
Desde su ingreso, el 30 de enero del 2012, Marcelina ha transformado su vida gracias al apoyo recibido por la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) a través del centro de acogida, que actualmente alberga a 115 adultos mayores en situación de vulnerabilidad.
La historia de Marcelina es un reflejo conmovedor de ello. Llegó al albergue luego de enfrentar años de indigencia, desprotección familiar y maltrato. Su red de apoyo era débil, su hijo, con problemas de alcoholismo, la visitaba esporádicamente, y su segundo hijo había desaparecido de su vida hace años.
Separada de su pareja desde hace tiempo por razones de violencia e infidelidad, llegó al albergue con una vida marcada por el abandono, pero con una gran capacidad de resiliencia.
Gracias al nuevo Programa Sueño Cumplido, de la MML, se hace feliz a los abuelitos del albergue, volviendo realidad esos deseos que anhelaron durante su vida.
Es así que se cumplió el sueño de Marcelina de visitar el Parque de las Leyendas, sede San Miguel, por primera vez, donde nuestra mamita le dio de comer a la jirafa Melman y al camello Kalan.
Además, disfrutó con entusiasmo de todos los animales del zoológico, recreando momentos únicos y llenos de amor. Este paseo, le permitió vivir una jornada inolvidable, demostrando que para cumplir los sueños no hay edad.
Tanto es su amor por los animales que adoptó a Mocha, una perrita callejera que solía rondar las afueras del albergue.
Doña Marcelina empezó a alimentarla y, poco a poco, ambas construyeron un lazo tan fuerte que Mocha fue incorporada oficialmente al albergue.
Hoy, son inseparables, Mocha acompaña a Marcelina en sus paseos diarios, en los talleres y en los momentos de descanso, convirtiéndose en su principal fuente de apoyo emocional. Incluso los perritos del barrio reconocen a Marcelina y se emocionan al verla, formando parte de esta historia entrañable.
Marcelina también disfruta la vida comunitaria en el albergue. Allí, los 115 adultos mayores residentes disfrutan de diversas actividades diseñadas para su bienestar: talleres cognitivos, actividades recreativas, momentos de esparcimiento al aire libre, manualidades, celebraciones especiales y visitas guiadas.
Todo esto es acompañado por un equipo humano que incluye técnicos de enfermería, nutricionistas y personal de cocina, quienes se esmeran cada día en brindar atención personalizada, alimentos nutritivos y cariño a cada residente.
Destacada por su amor a los animales, su gusto por la moda y los accesorios, Marcelina vive momentos inolvidables en el albergue. Participa activamente en los talleres, se preocupa por su arreglo personal y disfruta compartiendo con sus compañeros.
Gracias a este entorno lleno de afecto y cuidado, ha logrado dejar atrás el pasado difícil para vivir con dignidad, rodeada de amigos de dos y cuatro patas.
La historia de Marcelina, nos recuerda que nunca es tarde para empezar de nuevo y que el cuidado integral a los adultos mayores no solo transforma vidas, sino que construye comunidades más humanas y solidarias. ¡Sueño cumplido!
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