La región Lambayeque es uno de los lugares más pródigos del Perú en hallazgos arqueológicos. Ello responde a que se trata del centro de origen de notables culturas como Sicán y Moche, cuyo legado se puede apreciar en las edificaciones, cerámica, orfebrería, templos, osamentas y ajuares funerarios, entre otros testimonios de su desarrollo civilizatorio que marcó un hito en la historia del antiguo Perú.
En febrero de 1987, el arqueólogo cajamarquino Walter Alva fue alertado por la policía del saqueo de una tumba de la civilización moche en la localidad de Sipán, cercana a la ciudad de Chiclayo. Dicho sitio arqueológico era conocido tradicionalmente como Huaca Rajada.
Lo que empezó como una campaña de arqueología de rescate se convirtió en un proyecto arqueológico permanente, al quedar claro que el sitio podría contener otras tumbas de estatus similar. En efecto, en ese y los años siguientes, se encontraron las tumbas intactas de dos reyes moche conocidos popularmente como El Señor de Sipán y El viejo Señor de Sipán, enterrados con sendos acompañantes.
A lo largo de más de 20 años de trabajo se han excavado arqueológicamente 16 tumbas de la nobleza moche. Entre los últimos hallazgos está la Tumba número 14, que pertenece a un sacerdote-guerrero, ataviado como el cuarto personaje de la escena de la presentación pintada en cerámica donde figuran las principales deidades moches. La Tumba número 15 (2008) y la Tumba número 16 (2009-2010) corresponden a nobles que vivieron en la etapa más temprana de Sipán.
Estos hallazgos -consideradas las tumbas más fastuosas halladas en el continente americano en tiempos modernos, por la calidad de las joyas y ornamentos que conforman el ajuar funerario- arrojaron nuevas luces sobre la organización de la sociedad moche y el rol de sus dirigentes, y captaron el interés del público internacional.
Alva ha sido, a su vez, un tenaz enemigo del tráfico de arte precolombino y promotor de la construcción de un museo para los hallazgos de Sipán, cruzada que culminó en 2002 con la inauguración del moderno Museo Tumbas Reales de Sipán, del que fue su director hasta el año 2021.
Sicán
El descubrimiento arqueológico de la Tumba Este de la Huaca del Oro del Santuario Histórico Bosque de Pómac, que registró por primera vez para la ciencia, un personaje de la nobleza de la cultura Sicán o Lambayeque (900 d.C.), fue el resultado de las investigaciones realizadas por el Proyecto Arqueológico Sicán, codirigido por el investigador Izumi Shimada y el arqueólogo Carlos Elera Arévalo, en ese entonces director del Área de Investigaciones del Museo de la Nación.
Gracias al descubrimiento de la tumba prehispánica, se pudo entender el poder sociopolítico y desarrollo de la cultura prehispánica Sicán o Lambayeque en la costa norte del país.
Asimismo, hizo posible la construcción del recinto gracias a un convenio de colaboración científica y museográfica entre el Proyecto Arqueológico Sicán y el Museo de la Nación, suscrito el 16 de septiembre de 1991.
El Museo Nacional de Sicán abrió sus puertas al Perú el 20 de marzo de 2001 y exhibe parte del patrimonio arqueológico e instrumental que proceden de contextos arqueológicos ubicados en el Santuario Histórico Bosque de Pómac y la Cuenca Hidrográfica de La Leche.
El atractivo principal lo constituye la exposición del ajuar de una tumba de élite excavada en Huaca del Oro, entre los objetos destaca una impresionante y majestuosas máscara de oro pintada de color rojo, los ojos alados presentan cuentas de esmeraldas sobre ámbar junto al gran tocado de oro con aplicaciones de plata y plumas muestran la majestuosidad de los antiguos señores Sicán.
Sacerdotisa de Chornancap
El 18 de octubre de 2011, las excavaciones arqueológicas en el Complejo Chotuna Chornancap, un conjunto monumental ubicado en la región Lambayeque, llegaron a uno de los episodios más significativos al documentarse el hallazgo, en una compleja tumba y acompañada por ocho individuos, de una sacerdotisa sepultada con sus bienes, símbolos, emblemas y ornamentos de rango, investidura y poder.
Este impresionante descubrimiento, a cargo de un equipo liderado por el arqueólogo peruano Carlos Wester La Torre, entonces director del Proyecto Chotuna-Chornancap, y actual titular de la Unidad Ejecutora N° 005 Naylamp-Lambayeque del Ministerio de Cultura, confirma el rol protagónico de las sacerdotisas en la costa norte del Perú y abre el debate sobre el acceso de la mujer al poder y la religiosidad.
El complejo arqueológico Chotuna-Chornancap está situado a 8 kilómetros al oeste de la ciudad de Lambayeque y a 4.5 kilómetros aproximadamente de la línea de la playa de San José. Políticamente se ubica en el distrito, provincia y departamento de Lambayeque, en la costa norte peruana.
Limita por el norte con la Comunidad Campesina de Mórrope (distrito Mórrope); por el sur con la Comunidad Campesina de San José (distrito San José); por el este con campos de cultivo y la ciudad de Lambayeque (distrito Lambayeque); y por el oeste con campos de cultivo y el Océano Pacífico (distritos de San José y Mórrope).
El complejo Chotuna-Chornancap es un importante monumento arqueológico. Conserva gran parte de su monumentalidad, casi intacta a pesar del paso de los años y la acción depredadora del hombre. Se emplaza sobre una extensa llanura arenosa, cubriendo un área aproximada de 95 hectáreas.
Su superficie está formada generalmente por la presencia de dunas estables, algunas de las cuales se hallan sepultando parcialmente importantes estructuras arquitectónicas; otras posiblemente han cubierto totalmente edificaciones o rasgos arquitectónicos menores.
En el marco del programa de investigaciones arqueológicas del Proyecto Chotuna-Chornancap, de la Unidad Ejecutora N° 005 Naylamp-Lambayeque del Ministerio de Cultura, en el mes de febrero de 2011 se inició la excavación de un montículo ubicado a 80 metros al sur de la Huaca Chornancap, en el cual se documentó una compleja arquitectura que consiste en un pequeño “palacio” que presenta aposentos, espacios rituales, áreas para festines, depósitos, espacios abiertos a manera de plazas, entre otros, que revelarían la presencia de una importante autoridad de la jerarquía Lambayeque que debió habitar en estos espacios y desarrollar actividades rituales.
Al documentar la arquitectura palaciega, se identificaron hacia el norte del altar principal un conjunto de “intrusiones”, las cuales se excavaron sistemáticamente desde agosto de 2011. En el primer grupo se registraron importantes ofrendas y el entierro secundario de un personaje de estatus con ofrendas de cobre (cuchillos, tocado, bastón, discos calados, etc.) y un acompañante. Este hallazgo constituyó un revelador indicio de la posible existencia de otros contextos funerarios. En consecuencia, la última intrusión que se excavó en el palacio de Chornancap, se trató de un área de aproximadamente 10 metros cuadrados, cuya apertura progresiva permitió definir los primeros indicios de una tumba muy significativa.
Era el día 18 de octubre cuando al promediar las 10 de la mañana a 1.30 metros de la ubicación del manto pintado, se halló lo que se venía esperando. Desde el fondo de la tumba emergió un rostro imperturbable originado por la extraordinaria y clásica cara-máscara Lambayeque, con ojos alados y la representación, en cobre, de lágrimas que caen de sus ojos y que expresarían el sollozo de un rostro divinizado que en la sepultura muestra un revelador y metafórico mensaje rumbo a la otra vida.
Adicionalmente, se aprecia en la nariz de la máscara un elemento alargado que da la apariencia de secreción nasal que cae de su nariz y constituye el complemento a esta simbólica composición. Una corona de cobre plateado, colocada sobre la cara-máscara confirma el estatus del personaje sepultado, así como también un collar de 21 discos de cobre. Estos objetos reposaban sobre el fardo funerario recubierto por discos de cobre como círculos concéntricos.
Curiosamente, el ataúd está ausente en este contexto, hecho que ratifica la tradición Lambayeque de enterrar a sus personajes envueltos en fardos. También aparece un objeto de cobre a manera de un bastón en cuyo extremo superior se aprecia la silueta en forma romboidal, asociado a un círculo, dando la impresión de una especie de asta muy característica en la iconografía Lambayeque. Un pequeño cetro elipsoidal en cuya cima aparece la imagen laminada, recortada y calada del conocido y mítico personaje ave Ñaylamp en cobre dorado.
Al iniciar la excavación del fardo funerario propiamente dicho, uno de los primeros ornamentos en aparecer fue el pectoral de concha blanca (conus) que cubre toda la región principal del individuo. Aparecieron también tres deslumbrantes pares de orejeras de oro: la primera con la representación de un personaje visto de frente con bastones a cada mano y con un gran tocado semilunar; otra con un círculo central y al borde el diseño de la Ola Antropomorfa; la tercera con diseño circular y en el borde una imagen en forma de estrella. Otros pares de orejeras de plata revelan también la compleja simbología; entre estos destaca un par de orejeras de plata con un personaje de frente y un bastón a cada mano (similar al de oro); y otro con la conocida representación del “animal lunar”.
La Curandera de la huaca La Pava
La tumba con el esqueleto de un personaje femenino al que se llamó “La Curandera” fue descubierta en 2011 en el complejo arqueológico La Pava, ubicado en el distrito de Mochumí durante las excavaciones dirigidas por el arqueólogo Marco Fernández.
Dentro de la tumba se encontraron semillas de nectandra en una de las vasijas y junto a sus manos se registraron pequeñas conchas utilizadas para inhalar tabaco durante rituales religiosos.
Templo megalítico en huaca El Toro
En 2019 se descubrió un templo megalítico de 3,000 años de antigüedad, donde también se hallaron 21 entierros, uno del periodo Formativo y veinte de las culturas Chimú e Inca.
El templo se ubica en el distrito de Oyotún, en la unión de los ríos Nanchoc y Udima que dan origen al río Zaña. El arqueólogo Walter Alva explicó que en este templo prehispánico se rendía culto al agua, pues en la parte delantera hay un altar con hoyos que eran altares vinculados al culto a este recurso vital. La investigación fue desarrollada por el Museo Tumbas Reales de Sipán con apoyo del Patronato de Sipán.
Iconografía Mochica en huaca Bandera
Huaca bandera es un centro ceremonial perteneciente a la fase final de la cultura Mochica e inicios de la cultura Lambayeque. Los arqueólogos liderados por Manuel Curo Chambergo descubrieron importantes muestras de pinturas y relieves polícromos asignados a esta etapa del proceso de cultura del norte peruano.
Se hallaron representaciones de personajes de la alta jerarquía moche que personifican la ceremonia del sacrificio, conocida como “La presentación”, lo que indica que en este lugar se habría practicado esta actividad. En otra zona destacan murales y frisos polícromos de la fase transicional Moche-Lambayeque.
Personaje importante en sitio arqueológico Jotoro
Este complejo arqueológico, investigado por Juan Martínez Fiestas, se localiza a 40 kilómetros al norte de la ciudad de Chiclayo, siguiendo la antigua carretera Panamericana que conduce a Motupe y Olmos, a seis kilómetros al este de Jayanca.
Comprende cuatro aisladas formaciones rocosas de tamaño mediano y pequeño. En el entierro número 6 ubicado el lado oeste del sitio arqueológico se descubrió las osamentas de un personaje que lleva como ofrendas dos remos de madera, así rejeras de madera y una especie de bastón o báculo de madera que denotaría su poder. Destaca también un mate repujado que representa la extracción del mullu o spondylus, muy utilizado en rituales el antiguo Perú.
(FIN) LZD/MAO