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De la periferia de Lima al corazón de San Marcos: así es el viaje en el "burro" con ruedas

Transporte gratuito para sanmarquinos cumple 6 décadas; desde hace 20 años empezó servicio externo

La Universidad Nacional de San Marcos cuenta con un sistema de transporte externo y perimetral mejor conocido como “Burro”, que lleva a la Ciudad Universitaria a miles de estudiantes desde la periferia de Lima. Fotos: ANDINA/Andrés Valle

La Universidad Nacional de San Marcos cuenta con un sistema de transporte externo y perimetral mejor conocido como “Burro”, que lleva a la Ciudad Universitaria a miles de estudiantes desde la periferia de Lima. Fotos: ANDINA/Andrés Valle

08:54 | Lima, set. 28.

Por José Vadillo

El servicio de transporte gratuito para alumnos y el personal administrativo de la UNMSM cumple seis décadas. El “servicio externo” del popular “burro” suma 20 años llevando a los sanmarquinos desde los “conos” de Lima al corazón de la ciudad universitaria, en el Cercado de Lima.


A las 5:00 de la madrugada, Roberto Rubina deja envuelta en una estela de humo la puerta 8 de la ciudad universitaria de San Marcos, en la avenida Colonial. Pone primera en su caja de cambios, deja el Cercado de Lima. Su norte es la avenida Universitaria y el distrito de Comas. 


Media hora antes, llegó a la Unidad de Transporte y Maestranza de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) empujando sus bostezos para coger la llave del bólido petrolero asignado y lanzarse a cumplir su misión diaria.

El conductor escucha suavecito, casi como música de cámara, a Pedro Suárez-Vértiz canturreando “Mi auto era una rana”, pero está más concentrado en su volante que postulante a la cuatricentenaria. “Hay que llegar puntual para que los chicos no se atrasen”, explica el pontificado que comparte con sus diez colegas del timón sanmarquino.


El transportista tiene dos premisas: llegar antes de las 5:50 al hospital Sergio Bernales de Comas, donde se ubica el paradero inicial del bus. Abrir las puertas y recoger a alumnos y personal administrativo para sortear el tráfico en hora punta, pisar el acelerador, tocar la bocina, acelerar de nuevo, y pisar el sagrado suelo sanmarquino antes de las 7:20 horas para que los “muchachos” puedan desayunar en el comedor universitario, sacar su tique y escoger el turno para el almuerzo, y claro, llegar temprano a clases.

Se abren las puertas del bus y el chofer hace un reconocimiento de carnés. Muchos son rostros caseritos. Algunos toman mototaxis para subir a las justas. “Buenos días”, saludan unos; otros, parecen hablar en lenguas muertas.


Adentro, el silencio es monacal: los estudiantes rápidamente se acomodan para robarle minutos más al sueño. Ya no son tiempos de separatas fotocopiadas: otro grupo repasa las lecturas en su celular o los videos que los docentes les facilitan vía Classroom (sistema adoptado desde la pandemia). Y un tercer grupo, solo se relaja escuchando música o wasapeando.


En los contados paraderos de su recorrido la unidad de transporte queda chica. Pero ya se sabe que donde entran dos sanmarquinos, caben cuatro. Cada chofer toma rutas alternas para cumplir con el horario. Por ejemplo, los dos buses de Lima Norte no retornan por la avenida Universitaria: hacen cortes por otras vías para llegar a la Faucett, relativamente fluida a estas horas, e ingresar a la UNMSM por la avenida Colonial.

En estos años, hemos tenido muy pocos accidentes, y ninguno de gravedad, lo que demuestra el gran profesionalismo de nuestros conductores”, saca pecho Rubén Granados, jefe de la Unidad de Tráfico de Maestranza de San Marcos.



Cuando en 1981 se unió a este servicio de transporte, ya al bus se le conocía como “burro”. Con cariño, claro. El servicio se inició en 1963; tres años antes, se había inaugurado la ciudad universitaria y se necesitaba este transporte para unir el gran terreno con las sedes históricas, en el centro de Lima.


Por décadas fueron tiempos heroicos: había pocas unidades y una ruta única con paraderos en el Parque Universitario y el hospital Almenara. Los alumnos se trepaban hasta por las ventanas, era su vacilón, a pesar de los reclamos de los choferes. Todo para poder llegar a clases.

Granados recuerda que en el 2003 las autoridades sanmarquinas decidieron ampliar el servicio a otros distritos de Lima: un burro hasta el Cercado de Lima no satisfacía la demanda de transporte gratuito del alumnado.

Los conductores entienden el apremio de los “chicos” para tomar esta unidad vehicular: les ahorra tiempo, dinero y, por eso, muchas veces se llena más de su capacidad. Como buen burro, soporta todo.


Le llaman “burro” o “burrito” a este solípedo de ruedas y pelaje que prefiere el celeste y la guinda, colores sanmarquinos. Pero el popular “burro” tampoco es uno sino once. Once ómnibus que se encargan básicamente de dos rutas: el “servicio externo” o de “conos” y el “servicio perimetral”.

Mas el “burro” también deja Lima para brindar un servicio interprovincial cuando las facultades así lo requieren en viajes de estudio de los estudiantes o para transportar a las delegaciones sanmarquinas oficiales.



Así como los ven, los burros y sus cuatro ruedas han llegado hasta Huancayo sin soroche y al desierto piurano. Uno pasó a mejor vida –paradójicamente– llevando ayuda a los damnificados del terremoto de Pisco, en el 2007.

Cinco vehículos realizan el servicio “externo”. Llegan a su primer paradero a las 6 de la mañana y 10 minutos después inician el retorno a San Marcos y al conocimiento. Solo a la ruta de Lima Norte se dirigen dos buses porque es la zona de la capital con mayor número de sanmarquinos y de personal administrativo.

Todos deben arribar a la ciudad universitaria como máximo a las 7:30 horas y van dejando a los alumnos en los distintos paraderos internos. Por la tarde, los buses de las cuatro rutas gratuitas partirán desde el paradero de la Facultad de Derecho y llegarán al paradero inicial de las rutas matutina coneras.

Los alumnos hacen su cola y calculan: el burrito tiene la capacidad de recibir hasta 70 u 80 personas, y los que calculan que no entrarán optan, hidalgamente, por retirarse.



Y burro también le dicen los profesores y el personal administrativo. Ya lo dijimos, llamarle con el sinónimo del asno al transporte estelar sanmarquino no es afrenta, sino todo lo contrario.

Le llaman así porque el burro carga, lleva peso; otra gente lo interpreta mal”, sonríe el chofer José Pozo. Aunque las teorías burreras son diversas, hay quienes afirman que asnos son los alumnos que no saludan con un “buenos días” y suben rebuznando.

A Pozo, que suma 9 años en las rutas sanmarquinas, le toca este mes el servicio perimetral. Sabe que la “hora punta” interna se da entre las 7:45 y 8:15 horas. Así que en el paradero de la puerta número 2 (la del cruce de las avenidas Universitaria y Venezuela) lo espera el mayor número de pasajeros. Los más estresados exigen, “¡apúrese, compañero, que voy a marcar tarde!”. Los últimos bajarán en el paradero del rectorado y, nuevamente, el bus recorrerá los 11 paraderos en las arterias sanmarquinas. Es la vida diaria del burro más entrañable de la universidad peruana.

Datos:

- El servicio hacia los distritos de Lima Sur llega hasta el hospital de María Auxiliadora.

- El de Lima Este llega hasta el paradero San Carlos, en San Juan de Lurigancho.

- El correspondiente a Lima Centro tiene por primer paradero el grifo Vista Alegre, en la prolongación de Javier Prado, en Ate.

- En la tarde, a las 18:00 horas, se realizan las 4 rutas de retorno, desde la ciudad universitaria.

- 12 choferes trabajan en ambos servicios; 5 para las rutas externas.



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(FIN) DOP/ICI

Publicado: 28/9/2023