La rebeldía es una de las características de los adolescentes. Aparece cuando la forma de actuar manifiesta algunos comportamientos desafiantes, negativos, irritables y hasta de enojo con los demás miembros de su familia, amigos, compañeros, maestros y cualquier otra persona en posición de autoridad.
Pero ¿Cuándo esta rebeldía se convierte en un problema de conducta? Obviamente, cuando entra en juego la agresión física, verbal e incluso, este joven o adolescente, usa la mentira para salirse con la suya.
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Según explicó el psicólogo educativo José Ardiles, una rebeldía de adolescente se convierte en problema de conducta cuando sus actitudes perduran en el tiempo, son más exageradas y pueden tener consecuencias desagradables e irreparables.
“La rebeldía con causa o sin causa siempre van a existir en la adolescencia, pero cuando una actitud negativa es parte de su comportamiento, continua, se expresa a cada momento, ya debe preocupar porque estamos hablando de un problema de conducta”, explicó en declaraciones al programa Familias 360.
Se les identifica, agregó, porque continuamente son agresivos, responden a todo o, también, pueden descuidar su persona, no hablan, se encierran en su cuarto, entre muchas otras conductas preocupantes.
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¿Qué es lo que los lleva a comportarse de esa manera? Se preguntó el especialista. Dijo que la mayoría de las veces perciben el mundo de la manera como los padres se la presentan, porque somos el espejo de ellos “y todo lo que hacemos o dejamos de hacer lo repiten o les afecta”.
¿Qué hacer?
En opinión de Ardiles, los padres deben asumir la responsabilidad de comprender y escuchar mejor la realidad que expresan sus hijos.
“Se debe tener en cuenta que el adolescente o joven no se siente niño y tampoco adulto, no les gusta que lo traten así. Por ejemplo, decir mi bebé a un hombre de 15, 18 o 20 años es programarlo para que sea niño toda su vida”, explicó.
Insistió en que es necesario entender los estados de rebeldía, de cuestionamientos del adolescente, escucharlos en silencio y descubrir su realidad para poder ayudarlos.
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“Esto requiere que los papás nos tomemos tiempo, busquemos y apliquemos la ayuda y respuesta adecuada”, añadió.
Dijo también que la sobreprotección genera problemas de conducta. “A veces los padres queremos darles a nuestros hijos lo que no tuvimos. Y esto no es nada bueno. Los niños, adolescentes y jóvenes deben aprender también a tener alguna frustración. La sobreprotección es una creencia errónea de un supuesto amor, totalmente equivocado”, refirió.
En su opinión, se evita problemas de conducta cuando los papás buscan que sus hijos sean autónomos, que vivan sus propias experiencias, permitiéndoles que hagan solos algunas cosas.
“Hay una gran diferencia en preguntar a nuestros hijos: para qué lo haces y por qué lo haces. Lo primero es para que nos informen y, lo segundo, es para cuestionar o juzgar; este último es el que debemos evitar”, enfatizó.
El psicólogo manifestó, asimismo, que los padres deben mostrar autoridad.
“Esto es estructurar bien el hogar, con padres maduros y que tengan autoridad. Tenemos que hacer que los hijos sean buenas personas no por tener dinero o una buena profesión. Hay que salir con ellos, darles tiempo, compartir, observarlos, conversar, aceptar sus opiniones y comentarios, no juzgarlos”, finalizó.
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Publicado: 9/4/2022