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Colán, la esmeralda del norte: mar, gastronomía y aventura en este paradisiaco destino

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09:04 | Piura, nov. 21.

Por Valery Díaz Vásquez

En la región de Piura, emerge un rincón de perpetua estación estival, un espacio donde el sol y el mar danzan en perfecta armonía. Este lugar guarda una rica amalgama de playas y atractivos turísticos, meticulosamente diseñados para encantar a los devotos del océano y la deliciosa culinaria marina. En estas líneas, se despliegan algunas razones convincentes que instan a la visita a uno de los tesoros costeros del Perú: Colán.

En el remanso costero de Piura, resplandece Colán, una localidad fundada en el arrullo del mar, un rincón bañado por la esmeralda de sus aguas. 

Desde su nacimiento en febrero de 1927, esta joya en la provincia de Paita, en el corazón de Piura, seduce con sus balnearios que acunan arenas limpias y aguas cristalinas, un tributo a la pureza del océano.

La Esmeralda de Colán, rebosante en su verdor marino, se yergue como un testimonio vivo de la naturaleza, engalanando la vista con sus aguas que acarician la costa. Los edificios residenciales y los restaurantes se entrelazan en el paisaje, ofreciendo un festín para los sentidos mientras se contempla el vasto mar.



Es el hogar de un sol majestuoso que, al caer sobre el horizonte, regala una puesta que despierta el asombro y se entrelaza con la esplendorosa luna de Paita, formando un poema que solo este rincón peruano puede recitar.

Las aguas tibias y verdes acogen a los bañistas con su abrazo cálido, invitándolos a sumergirse en su encanto. Las rayas también son parte de este hermoso balneario, cuando la marea está alta, no hay peligro alguno, pero cuando está baja, es mejor ser cauteloso.



Un universo marino


Los deleites del océano en Colán trascienden el mero baño de sol en sus arenas doradas. Los aventureros se sumergen en un universo marino, deslizándose bajo las aguas cristalinas, entregándose al fascinante ballet de la flora y fauna acuática a través del snorkeling. 

Pero la adrenalina también encuentra su santuario en estas costas. Los kayaks desafían las olas, los windsurfistas se entregan al viento y los intrépidos cabalgan las aguas en motos acuáticas, todo en busca de esa emoción que solo el mar puede brindar.


Las dunas circundantes, un reino arenoso y sin límites, convocan a los amantes de la intrépida diversión. El sandboard, una danza sobre la arena en tablas veloces, despierta la euforia entre quienes buscan la excitación en cada grano de arena. El alquiler de vehículos todoterreno, ya sean motos, camionetas o cuatrimotos, invita a ascender estos colosos de arena, regalando vistas inigualables de un paisaje que se rinde ante los ojos de quienes se aventuran en esta tierra de emociones sin fronteras.



Salineras de Colán


Las salineras de Colán, esas pozas de agua salada que se rinden al sol para obsequiar su preciada cosecha de sal, se alzan como testigos silentes de un proceso ancestral. Desde el agua salada al evaporarse hasta la refinación, la sal que nace aquí termina, irónicamente, aderezando nuestras mesas y nutriendo nuestras vidas cotidianas.

A tan solo unos instantes del balneario se yerguen estas pozas entre las casas y el acantilado, una industria artesanal que se funde con la naturaleza y los quehaceres cotidianos.

La Cruz - Mirador de Colán


La vista que se despliega desde el mirador, a escasos seis minutos de distancia, regala una panorámica embrujadora del balneario, sirviendo de telón de fondo para uno de los atardeceres más deslumbrantes de la región. La cruz que se erige en este enclave remonta a un remoto 1900, una marca en el tiempo que corona esta estampa imponente.

Iglesia de San Lucas


La iglesia de San Lucas, una reliquia colonial frente al mar, se alza con majestuosidad en Colán. Erguida por los dominicos en 1536 con la piedra caliza de la región, ha soportado el embate del tiempo y los elementos como un faro de historia en este rincón de Sudamérica. Tres incendios, terremotos y lluvias legendarias no han logrado doblegar su estructura de piedra y madera, manteniendo su esencia como testimonio vivo de la fe y la resistencia de los colaneros.


La historia revela que los conquistadores se rindieron a los encantos de esta zona, no solo por su belleza natural, sino también por su riqueza económica. Los piuranos, navegantes, pescadores, ceramistas y comerciantes, entre otros oficios, atrajeron a aquellos primeros colonizadores con sus habilidades y promesas de una vida sustentada por la diversidad de actividades económicas.

Colán se yergue así, no sólo como un refugio playero, sino como un testamento vivo de la historia y la riqueza que emana de sus entrañas, recordando al mundo que sus encantos rebasan las olas que acarician su costa.

Del mar a tu plato


La gastronomía de Colán emerge como un festín para los sentidos, un homenaje al mar que lo rodea y a los sabores que están en sus aguas. Los manjares marinos conquistan los paladares de quienes peregrinan a esta región, con el ceviche como estandarte supremo, un plato preparado con maestría y tradición.

El cebiche, símbolo culinario de estas tierras, se entrelaza con el frescor del pescado, la cebolla, el limón, la sal, el ají y el toque crujiente de la cancha y el dulce camote. En Colán, este plato emblemático se presenta sin secretos, celebrando la sencillez y la frescura de sus ingredientes, deleitando los paladares de quien la pruebe con cada bocado.


Pero la riqueza gastronómica de Colán no se limita al ceviche. Los sabores únicos de cangrejos y peces peculiares hacen su entrada en escena. Preparaciones como el seco de chabelo, el majado de yuca con chicharrón y el postre piurano por excelencia, la natilla, tambien hacen la diferencia. 

La frescura del mar se despliega no solo en los sabores, sino también en la experiencia misma. Los restaurantes privilegiados con vistas al océano ofrecen a los comensales el espectáculo en vivo de la llegada de los pescados frescos, adquiridos directamente de las embarcaciones y transformados al instante en exquisitos manjares. Esta transparencia en la cadena de suministro garantiza a los turistas la frescura absoluta de cada plato, transportando la esencia misma del mar a la mesa.



La mesa en Colán se convierte en un altar para los sabores marinos, donde cada plato es una oda al mar, una celebración de la frescura y la riqueza de los frutos que emergen de sus aguas, cautivando a quienes se aventuran a saborear los tesoros gastronómicos de este rincón norteño.




¿Cómo llegar a Colán desde Piura?


Para llegar a Colán desde Piura, puedes tomar varias rutas. Si prefieres viajar en auto o taxi, aproximadamente en una hora podrás contemplar la transición desde la ciudad hasta el balneario. Aquellos que opten por el transporte público pueden seguir una ruta alternativa: toman un autobús hacia Paita y allí, en Paita, abordan una mototaxi que les lleva al terminal de buses para continuar el viaje rumbo a Colán.

Una vez en Colán, si decides prolongar tu estancia, encontrarás diversos hoteles alrededor del balneario. Aunque pocos se encuentran en la cercanía inmediata de la orilla del mar, podrás hallar opciones para descansar y disfrutar del entorno costero. Los restaurantes, aunque en mayor número durante la temporada alta o los fines de semana, se mantienen abiertos durante todo el año. La carta gastronómica se rinde ante la grandeza del mar, ofreciendo una exquisita selección de platos marinos. Además, no faltan puestos de comida que exhiben los tradicionales manjares de Piura.

Colán, indudablemente, se erige como un destino imperdible para aquellos que buscan desconectar de la rutina citadina y sumergirse en la belleza y los sabores que emanan de este enclave costero.

De esta forma, Colán se erige como un santuario para los amantes del mar y la aventura, un escenario donde la inmensidad del océano se encuentra con la exaltación de los deportes acuáticos y la excitante travesía sobre las dunas, ofreciendo una experiencia que despierta todos los sentidos en este paraíso costero.




Los tesoros del Norte 


Cierto, la costa norte del Perú guarda tesoros más allá de Colán. Máncora, famosa por sus playas y ambiente animado, es un paraíso para los amantes de los deportes acuáticos, donde el surf y otras actividades marinas se convierten en un llamado irresistible.


Los Órganos, un santuario para los observadores de ballenas jorobadas, regala la majestuosidad de estos mamíferos en su hábitat natural, ofreciendo un espectáculo único y conmovedor.


El Ñuro, otro rincón fascinante, permite nadar con tortugas, una experiencia cautivadora que sumerge al visitante en la belleza y la serenidad de estos animales marinos.


En un ámbito diferente, la Laguna de las Huaringas, en Huancabamba, presenta un escenario místico y curativo, donde las sesiones de curanderismo atraen a aquellos en busca de sanación y conexión espiritual.

Además, pueblos como Catacaos y Chulucanas ofrecen sus propios encantos, ya sea a través de su artesanía, su historia o sus tradiciones, invitando a los viajeros a explorar y descubrir la riqueza cultural que yace en cada rincón de la costa norte del Perú.



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(FIN) VDV/MAO

Publicado: 21/11/2023