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Berrinches de niños no se calman con golpes sino con afecto: aprende cómo [video]

Menores criados en violencia pueden repetirla con su entorno y cuando sean padres

Ante un niño con rabieta, los padres deben apostar por los abrazos, incluso si se trata de adolescentes, sugiere experto. Foto: ANDINA/Difusión

Ante un niño con rabieta, los padres deben apostar por los abrazos, incluso si se trata de adolescentes, sugiere experto. Foto: ANDINA/Difusión

10:51 | Lima, set. 29.

Pese a la creencia arraigada de que la violencia es un arma eficaz para corregir conductas en los hijos, los padres deben abandonar el maltrato como método de crianza y apelar al afecto, que todo lo calma, incluso los berrinches, sostienen expertos en salud mental.

Un reciente estudio del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) del Ministerio de Salud, concluyó que las conductas violentas intrafamiliares se incrementaron en un 50% en Lima Metropolitana durante la pandemia del covid-19.

Pensábamos que había sido algo bueno el tiempo que los padres pasaron con sus hijos durante el largo confinamiento. Sin embargo, la realidad es que hay mucha violencia intrafamiliar”, sostuvo el psiquiatra Rolando Pomalima, responsable de la Dirección de Investigación, Docencia y Atención Especializada de Niños y Adolescentes del INSM.


En entrevista con el programa Saludable Mente de Andina canal on line, detalló que, lamentablemente, venimos de una cultura que otorga poca importancia a los niños y adolescentes y que se usa métodos autoritarios para corregir conductas. 


“Hasta hace poco nos decían 'la letra con sangre entra', incluso en hogares existían elementos para golpear a los menores, estaba está en el chip de muchos padres, olvidando que el maltrato es una tortura para los niños”. 

Cerebro prestado 


El psiquiatra infantil explicó que, al nacer, llegamos con un 20% de desarrollo cerebral, somos totalmente inmaduros. A los cinco años recién avanzamos hacia el 75% de su capacidad y a los 20 años logramos su completo desarrollo. 


Por esta razón, los padres “prestan su mente” a los hijos para interactuar con ellos. En esa línea, la conducta de los hijos es un reflejo de sus padres. 

Explicó que son cuatro los 4 tipos de apego que estructuran la conducta de los menores:

El apego seguro, caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que sus padres no van a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. Crea niños con confianza, amables. 

En el apego ambivalente los padres expresan emociones o sentimientos contrapuestos. Los niños sienten angustia exacerbada ante las separaciones. Tienen mucho miedo y no se comunican fácilmente. 

El tercer tipo es el apego evitativo, con hogares negligentes, padres ausentes. Aquí los niños asumen que no contarán con sus padres y sufren. Viven sintiéndose poco queridos y valorados. Buscan conductas evitativas, son muy solitarios.

Finalmente está el apego desorganizado, donde hay abandono temprano, mucha violencia, maltrato, ningún respeto por los niños y la familia. De allí salen chicos con conductas incontrolables, explosivas, impulsivas. De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira. 

Los tipos de apego son de alguna manera “el origen” de lo que llamamos carácter en los hijos, los cuales deben ser revisados constantemente para evitar los más nocivos.  

Todo es culpa del estrés


El experto refirió que el 70% de nuestras decisiones y reacciones se hacen en automático, de allí que, si tenemos muy interiorizada la violencia, actuaremos con violencia de manera casi instintiva ante situaciones incómodas, como podría ser el mal comportamiento de los hijos.   


“El problema básico de todo es el estrés. Cuando los niños están muy estresados, envían un mensaje de ayuda, tal vez no lo trasmiten bien, pero algo les ocurre. Los padres debemos saber que no se trata de un niño malcriado, sino de alguien que pide ayuda”. 


Lamentablemente, la mayoría de los padres también están muy estresados y, si han sido criados en violencia, no reflexionarán, solo aplicarán golpes o jaloneos. 


Tomar consciencia de este daño no siempre es fácil, sostiene el psiquiatra, pero hay que hacer el esfuerzo.  

“Aparte de respirar profundamente, hay que esperar algunos minutos. Si es posible, hay que darse una vuelta para bajar la tensión; de lo contrario, muchos se actuará instintivamente, para luego preguntarse qué he hecho”. 

Además de esto, hay aprender a regularnos emocionalmente, aconsejó. ¿Cómo? Manejando nuestro estrés.

Rolando Pomalima pidió no confundir miedo con autoridad ni tampoco respeto. Dijo que si bien los niños pueden obedecer inmediatamente tras los golpes, lo harán mientras sea pequeños, porque cuando crezcan el miedo se acabará. “La autoridad no se ejerce con la violencia, se ejerce con principios”.

Antes de golpear, abrazar


Ante un niño con rabieta, sugirió apostar por los abrazos, incluso si se trata de adolescentes. 

“Cuando estemos ante los niños, no razonemos mucho. Algunos padres dan un diccionario de consejos, pero la pregunta es ¿yo practico esos consejos? ¿los he reflexionado? Actuemos con el corazón. ¿Y qué me dice el corazón? Quiero a mi hijo, amo a mi hijo, tengo que darle cariño. Esos niños lo que están buscando es cariño, aproximación y así se van a calmar”. 


Explicó que hay niños que son muy expresivos en lo que les molesta (externalizantes) y, por lo general, llegan al psicólogo o psiquiatra, mientras que otros guardan sus emociones (internalizantes). Son niños, por lo general golpeados, jaloneados, hasta abusados sexualmente y no dicen nada. A la larga pueden tener cuadros depresivos. 

“En ambos casos funciona acogerlos, acariciarlos. Hay que crear un ambiente de confianza, donde no se les critique ni juzgue, solo se dialogue para escuchar las historia que ellos tienen que contar o nosotros mismos”. 

¿La violencia se puede curar?


Para el experto del INSM, la respuesta es afirmativa y explica que existen métodos para lograrlo. 

“Los psiquiatras y psicólogos tenemos herramientas para poder mejorar todo esto. Nuestro cerebro es plástico, modificable y tenemos un sistema de resiliencia, que es la capacidad personal de superar muchos problemas vividos. Pero para eso necesitamos procesos terapéuticos que tengan objetivos reales, muy claros”, sostuvo.  


A los padres con hijos adolescentes, los exhortó a tener presente que ellos están en búsqueda de su identidad. “Son chicos que quieren estar con sus pares. Que se van a ir separando poco a poco de la familia y, en ese sentido, necesitamos retenerlos, pero no físicamente, sino con mucho cariño, amor y para lograrlos es necesario dialogar con ellos, no juzgarlos”.


La escucha debe ser franca, sin críticas, para que digan lo que realmente sienten. 

“Hay que crear espacios de seguridad para cambiar los apegos inseguros que podrían haberse dado. La buena noticia es que los apegos pueden ser intercambiables dependiendo del cariño, protección y amor que uno da a sus hijos”, detalló.

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(FIN) KGR/RRC

Publicado: 29/9/2021