Rica, nutritiva y contundente. Así es la comida que ofrece el B.A.P. Carrasco a su tripulación durante las expediciones de varios días o meses que realiza en alta mar, como la reciente colocación de las dos boyas oceanográficas en el litoral del norte peruano a fin de monitorear el fenómeno El Niño.
El técnico segundo Wilson Garrido, mano derecha del jefe de cocina, fríe las carnés para el almuerzo de la tripulación a bordo.
Por lo general, la faena en la cocina inicia a las 5:30 a.m. hora en la que el técnico segundo Luis Morales, jefe de esta área, prepara junto a su personal el desayuno para los 80 comensales que abordaron la nave el pasado lunes 20 de noviembre rumbo al norte del país. Las puertas del comedor se abren exactamente a las 7:15 a. m. hasta las 8:30 a. m.
De lunes a sábado, el desayuno consta de café, leche, quaquer, pan, mermelada, mantequilla y tostadas, a excepción de los días domingos donde el cocinero se esmera por engreír a toda la tripulación preparando, por ejemplo, un tacu tacu con huevo frito, un pan con hamburguesa o un pescadito frito al mismo estilo de los grandes restaurantes cinco estrellas.
En declaraciones para la agencia Andina, Morales comentó que la lista de menús para estos doce días de navegación por las costas de Tumbes y Piura fue elaborada anticipadamente por una junta de expertos de la Marina de Guerra del Perú que decidieron una dieta balanceada sobre todo porque la tripulación debe estar bien alimentada ante el desgaste físico de las labores en el buque.
A partir de las 10:30 a. m. la cocina nuevamente se enciende para la preparación del “rancho”, que es como se designa de forma tradicional a la ración de alimentos que consumen los marinos en hora de almuerzo.
Cacerolas, sartenes, cuchillos y cucharas de palo circulan con destreza por las manos de Morales y de sus ayudantes, el técnico segundo Wilson Garrido y el cabo Marco Ríos, quienes deben verificar que todos los insumos se encuentren listos en la mesa de operaciones.
Una sabrosa sopa de verduras, un seco de res con frijoles, ensalada de pepino y, de postre, una torta de manzana con su respectiva infusión de hierbas fue el menú de uno de estos días en altamar y que satisfizo a los 80 exigentes paladares.
“Durante estos días de navegación preparamos 160 raciones entre almuerzo y cena. Para lograr esto contamos con una moderna cocina con hornos digitales de acero inoxidable y conservadores de alimentos para mantener la comida caliente”, precisó.
El gran chef del buque Carrasco sabe que la comida debe estar en las bandejas respectivas a la 1:15 p. m. hora en que la tripulación abarrota el comedor para degustar el banquete preparado.
A veces, este hombre de alta cocina tiene que dividirse en dos porque debe preparar alguna dieta especial para quien se haya sentido mal durante el viaje. Al consultarle si elabora una comida diferente para personas vegetarianas o veganas responde que no es necesario porque al ser la alimentación variada ellos pueden solo consumir menestras o ensaladas de verduras.
Sin embargo, el trabajo no termina aquí sino que continua horas más tarde cuando debe preparar la cena que tiene que ser servida a las 7:15 p.m. Esta vez, podemos encontrar arroz, papas fritas, pollo broaster y su correspondiente refresco. Luego de este último esfuerzo, el jefe de cocina puede decir con alegría: misión cumplida.
Morales, con 30 años de servicio en la Marina, 25 de los cuales los dedicó a la cocina, manifestó con nostalgia que ya es hora de dar un paso al costado y darle la oportunidad a la nuevas generaciones de jóvenes marinos que puedan cumplir esta misión.
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(FIN) ICI/LIT
JRA
Publicado: 4/12/2023