La manera de ser de cada uno tiene mucho que ver con la forma cómo nos cuidaron desde la infancia; sin embargo, no somos "producto terminado" sino que seguimos aprendiendo incluso en la vida adulta, donde llevarnos bien con los demás ya solo depende de nuestra voluntad.
El
Día de San Valentín, fecha para celebrar el amor y la amistad, es propicio para preguntarse qué tan afectuosos o fríos somos con quienes nos rodean y qué tanto podríamos hacer, partiendo de nuestra voluntad, para mejorar la relación con un amigo, un familiar, tu pareja, tus hijos o tus padres.
El psicólogo clínico y psicoterapeuta del Instituto Nacional de Salud Mental José Orlando Canchis sostuvo que en el Perú, por antiguas creencias y el machismo, está extendida la idea de que los varones no deben ser tan tiernos con los hijos, lo cual impide a muchos padres expresarse de forma eficiente con ellos.
Sin embargo, dijo que es importante darse cuenta que "dar afecto" también se aprende. "Hay personas que no han recibido afecto y no han sido moldeadas en dar afecto. En los consultorios psicológicos pueden verse chicos con desarrollo de algunos problemas y 'padres de hielo'", refirió en el programa Saludable Mente de Andina canal online.
En cambio, señaló, el afecto bien entregado en el momento clave puede ser un elemento regulador y ayudará a reducir la violencia a lo largo de la vida. "Obviamente eso ayudará a cultivar relaciones convenientes, que no terminen en conflictos irresolubles".
Atrévete a expresar sentimientos
Aprovechando la fecha de San Valentín, Canchis invitó a quienes se resisten a expresar sus sentimientos, a atreverse a hacerlo. "Hay que atreverse, no hay que temer. Hay que atrevernos a manejar la emoción pero entendiendo que la emoción es tuya y no te tiene como un títere sujeto de cuerdas".
Aconsejó que un primer paso hacia ello es preguntarse a sí mismo: ¿por qué no? "Podemos acercarnos a esa persona con una palabra de afirmación, decir cosas básicas, jugar un poco a tratar o actuar como si no tuvieras vergüenza de expresarte".
Un abrazo (sin palmadas en el hombro), palabras con un lenguaje cálido pueden ayudar a este acercamiento. "Para aquel que no se anima, puedes imaginarlo en tu mente (...), seguimos aprendiendo incluso en la adultez, no somos productos terminados".
No juzgar
A los adultos, el experto recomendó no juzgar y evitar centrarse en el error cuando nos comunicamos con los hijos. "El detalle está en que cuando nos basamos más en el error, eso hace que disminuyan las muestras y palabras de afecto".
"El reforzamiento con frases como tú eres importante para mí, estoy orgulloso de lo que haces son necesarias para construir una buena relación. Lamentablemente, lo habitual es que los adultos seamos algo críticos con los hijos porque esperamos que ellos se comporten como adultos".
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