Por: César ChamanLa historia del árbol de la quina en el Perú es un largo relato de paradojas y contradicciones, opina la artista Malú Cabellos.
En el Escudo patrio, por ejemplo, la quina es el ícono que representa la riqueza de la flora en el país y, sin embargo, al día de hoy son muy pocos los peruanos que han visto un ejemplar de esta especie con sus propios ojos.
Malú sí ha tenido esa suerte. Pero para encontrar el árbol en su espacio natural tuvo que hacer algunos viajes agotadores: primero en avión a Cajamarca; de allí, cinco horas y pico por carretera hacia Jaén; y luego cuatro horas más de caminata, hasta el bosque montano.
La quina es un árbol muy fuerte –aclara Cabellos–, lo que ocurre es que acá sobrevive bajo una grave amenaza: los bosques de neblina, su hábitat, son territorios en peligro frente a la tala ilegal, la expansión indiscriminada de la frontera agrícola y el cambio climático. De allí a la extinción hay solo un par de pasos.
Una voz desde el arte
Licenciada en sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con una etapa clave como fotógrafa de prensa, en los últimos años Cabellos se ha decidido abiertamente por el arte.
Y ahora, desde esa tribuna, busca elevar una voz en temas complejos: la preservación de la naturaleza, la defensa de la dignidad de los pueblos originarios, los saberes ancestrales.
De esa preocupación ha surgido ‘Árbol de la fiebre’, la exposición donde Malú Cabellos –a fuerza de textiles, multimedia, fotografías, monotipias, grabados intervenidos y otras piezas de arte– plantea una reflexión crítica sobre los avatares de una especie milenaria.
La quina, el árbol del que se extrae la quinina, el febrífugo que en el siglo XVII salvó a media humanidad de los estragos de la malaria, hoy está en peligro de desaparecer en el Perú. “¡Qué contradicción!”, observa la artista.
Quina: demanda y depredación
La quina era usada por los antiguos peruanos para atenuar los malestares de la fiebre desde tiempos sin fechar. Y fue mucho después –con la ocupación española y las ‘expediciones científicas’ escudriñando América en busca de recursos que no conocían– cuando los sacerdotes jesuitas “descubrieron” para Occidente las propiedades curativas de su corteza.
El hallazgo llegaría a Europa justo a tiempo: la malaria diezmaba a la población hacia la década de 1650. “Si la quina y en especial su alcaloide, la quinina, no hubieran sido ‘descubiertos’, se calcula que más de la mitad de la humanidad de ese momento habría muerto”, comenta Malú Cabellos.
Y allí comienza la siguiente paradoja. Occidente desata una enorme demanda de quina y llegan al Perú, Ecuador y Bolivia, grandes grupos de buscadores de la codiciada corteza. En esos términos, la depredación del árbol salvador estaba asegurada.
Como la del oro, la fiebre de la quina tuvo impactos terribles. No solo sobre un recurso vegetal exigido al extremo, sino también en la población indígena reclutada con rigor para el acopio y la producción de la quinina.
“Entonces, a pesar de aparecer en el Escudo del Perú, la quina es un árbol que muy pocos de nosotros hemos podido ver con nuestros ojos; es un árbol que está prácticamente en extinción” en nuestro país.
Exposición ‘Árbol de la fiebre’
Con ‘Árbol de la fiebre’, el proyecto que Malú Cabellos viene trabajando desde hace tres años, la artista intenta sensibilizar sobre la situación de la quina a un público poco habituado a mirar las realidades fuera de la urbe e interpelar indirectamente la relación metrópoli-periferia.
Lo que el visitante encuentra en el Centro Cultural Inca Garcilaso es el producto de esos tres años. “La muestra tiene diferentes piezas –explica–; presento fotografías, audiovisuales, intervenciones sobre grabados antiguos, textiles”.
“También hay una serie visual que he llamado ‘Herbarium’ y que recoge la huella de los pocos árboles que pude encontrar en su espacio natural. En el taller, conseguí una manera de reproducir las texturas de los pequeños troncos y hojas que logré traer del bosque”.
Además, una instalación a base de textiles representa lo que para Malú es el árbol de la quina: una serie de volúmenes y texturas, imágenes intervenidas, vistas del bosque captadas con dron a las que ha superpuesto una suerte de venas y núcleos, “pensando siempre en la belleza y la fortaleza de este árbol y en la gran amenaza que se cierne sobre él”.
En el Perú –aclara Cabellos–, la quina sobrevive gracias al apoyo de algunas organizaciones y del Estado, efectivamente, pero sobre todo por el trabajo de las comunidades donde todavía existen ejemplares en estado natural: La Cascarilla, en Jaén; Querocoto, en Cajamarca; y Cañaris, en Lambayeque.
La exposición ‘Árbol de la fiebre’ estará abierta al público en el jirón Ucayali 391 (Centro de Lima) hasta el 3 de septiembre. De martes a viernes de 10:00 a.m. a 8:00 p.m. Y los sábados, domingos y feriados de 10:00 a.m. a 6:00 p.m. El ingreso es libre.
Malú Cabellos (segunda desde la izq.) en el centro cultural Inca Garcilaso.
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(FIN) CCH
Publicado: 16/8/2023