¿Te has preguntado qué tan limpia es el agua embotellada que consumes? Una inquietante investigación de la cadena estadounidense CNN, a través de Sandee LaMotte, revela la presencia masiva de microplásticos dentro de los envases de agua embotellada.
Estos
envases, comunes para almacenar mililitros o litros de agua, contienen miles de nanoplásticos, tan diminutos que pueden infiltrarse en las células del cuerpo humano.
Un reciente estudio ha sorprendido al revelar que el agua embotellada en tiendas puede contener de 10 a 100 veces más trozos de plástico de lo estimado previamente: unas nanopartículas tan minúsculas que son imperceptibles incluso con un microscopio.
La escala diminuta de los nanoplásticos permite que migren a través de los tejidos del tracto digestivo o los pulmones hacia el torrente sanguíneo, llevando consigo sustancias químicas sintéticas potencialmente dañinas en todo el cuerpo.
Según los expertos, los
microplásticos son fragmentos de polímeros que pueden variar desde menos de 5 milímetros hasta 1 micrómetro. Cualquier cosa más pequeña se clasifica como nanoplástico, medida en mil millonésimas de metro.
Estos plásticos se desprenden continuamente, similar a la eliminación de células de la piel, liberando constantemente diminutos trozos que se fragmentan.
La omnipresencia del microplástico en los lugares más remotos, desde lo más profundo del océano hasta la placenta humana, la sangre, la carne y los peces, sugiere que su presencia en el medio ambiente es perdurable y omnipresente.
Los estudios han detectado que una botella de agua puede albergar hasta 240,000 partículas de nano plástico.
Un estudio anterior de Sherri "Sam" Mason identificó micro y nanoplásticos en el 93% de las muestras de agua embotellada de 11 marcas en nueve países, con un promedio de 10 partículas más grandes que un cabello humano y 300 más pequeñas por litro de agua contaminada.
Los expertos señalan que los nanoplásticos representan la forma más preocupante de contaminación plástica para la salud humana, ya que pueden infiltrarse en células y tejidos, interrumpiendo procesos celulares y depositando sustancias químicas nocivas, como bisfenoles, ftalatos, PFAS, y metales pesados, que pueden alterar el sistema endocrino.