El emprendimiento no tiene límite de edad y así lo demuestran los adultos mayores de diversas regiones del país que iniciaron pequeños negocios, mejorando su economía, con ayuda del Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65 del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).
Con estas iniciativas ellos vuelven a sentirse útiles para sus familias, tal como son los casos de Héctor Marín Barboza, Silverio Matamoros Conde y Fausto López Mishari, usuarios de Pensión 65.
Los microemprendimientos se desarrollan como parte de la reforma emprendida por el Midis-Pensión 65 para que sus 544,000 usuarios que viven en pobreza extrema, además de recibir una subvención económica bimestral, accedan a un proceso de envejecimiento con dignidad, basado en los ejes de Envejecimiento productivo, Envejecimiento saludable y Envejecimiento participativo.
De esta manera, varios afiliados a Pensión 65, invierten la pensión que les otorga el Estado, en iniciativas donde plasman sus conocimientos adquiridos a lo largo de sus vidas.
Uno de los protagonistas de estos emprendimientos, es Héctor Marín Barboza de 79 años en la región Cajamarca, quien tras ser capacitado en educación financiera por Pensión 65, y junto con su esposa apostó por criar cuyes en su casa desde hace un año, ya que solo necesita un ambiente pequeño y pasto natural para alimentarlos.
Hasta el 2014, antes de ser usuario de Pensión 65, Héctor era agricultor. Poco a poco, ha logrado tener 40 cuyes de la mejor calidad, que vende a 20 soles cada uno, en el caserío donde vive, “El ahijadero”, y en el mercado de Bambamarca. Tiene 12 hijos, 25 nietos y 5 biznietos y, como sabe que la carne de cuy es rica en proteínas, cada vez que puede, lo prepara frito o guisado, para compartir con los pequeños de la familia.
Bambamarca, donde reside Héctor, es el centro piloto a nivel nacional de pequeños emprendimientos que impulsa Pensión 65, gracias a la firma de un convenio con la ONG Proyecto de Desarrollo Integral Andino (Prodia), para beneficiar a 261 personas, dotándolas de conocimientos en crianza de animales menores, así como en cultivos de hortalizas y de frutales.
En Huancavelica también hay otro usuario de Pensión 65, Silverio Matamoros Conde, que a sus 79 años de edad aplica sus mejores habilidades para el negocio de las truchas. Todo fue como jugando, ya que a él le gustaba pescar en el río, hasta que compró 500 alevinos, alimentos, y empezó a criar truchas en dos pozas artesanales, que fabricó con su esposa Juana, en el distrito de Acoria.
Silverio ha sido capacitado en manejo, sanidad y comercialización de truchas; solo descansa los domingos cuando va a su iglesia; se levanta de madrugada para revisar el agua de puquial en las pozas; las limpia, y después prepara la comida con harina de cebada, de soya y de pescado. Cuando están con el peso y tamaño adecuados, las vende en su casa o en los mercados.
Aunque Silverio tiene 08 hijos y 17 nietos, en esta etapa de su vida solo su esposa lo acompaña; por ello, para él, no solo se trata de un negocio: “Ya que no están mis hijos, converso con las truchas, y parece que me entienden”, reflexiona.
Eugenia Belito de 67 años, es otra usuaria huancavelicana de Pensión 65 quien ha apostado por emprender un pequeño proyecto en el patio de su vivienda, sembrando plantas ornamentales (rosas, claveles, lirios); frutícolas (palto, manzano y níspero); exóticas (zebra, ajenjo y muña); medicinales y aromáticas (ruda, marco, hierba luisa, toronjil y cedrón).
Estos microemprendimientos, además se han convertido en alternativas para disminuir el deterioro de la productividad y la autonomía de las personas, porque al mantenerse en actividad, preservan su fuerza física, su agudeza mental y sentidos como el oído y la vista.
Así, diversas regiones ahora son escenarios de micro emprendimientos productivos de usuarios y usuarias de Pensión 65; por ejemplo, en la comunidad indígena San Francisco de Cahuapanas, distrito de Puerto Bermúdez en Pasco, Fausto López Mishari (68 años) cultiva guanábanas -el único productor de la zona-, un fruto con un gran valor antioxidante que ayuda a eliminar las toxinas de enfermedades crónicas.
Él forma parte del proyecto HakaWwiñay/NoaJayatai (busca ampliar oportunidades económicas para familias en alta pobreza) del Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes); y comenzó sembrando 10 árboles, cuyos primeros frutos ofrecía a sus vecinos, y a las juguerías en Puerto Bermúdez y en ciudad Constitución. Con la ayuda del único de sus tres hijos que está a su lado, durante el día saca la mala hierba de sus plantas frutales y las abona.
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(FIN) NDP/MAO
Publicado: 21/3/2019