2 de Mayo: cómo informó El Peruano sobre el combate de 1866

Las baterías peruanas triunfaron sobre la escuadra española tras combate de 5 horas en Callao

Fotografía del famoso "cañón del pueblo", tras el combate del 2 de mayo. ANDINA/archivo

Fotografía del famoso "cañón del pueblo", tras el combate del 2 de mayo. ANDINA/archivo

10:38 | Lima, may. 2.

Por José Vadillo

Cuando a las 5 y 9 minutos de la tarde, la fragata blindada española Numancia abandonó la línea de fuego, “acribillado de heridas”, y la batería de Santa Rosa disparó los últimos seis cañonazos, el combate del 2 de mayo de 1866 llegó a su fin.

El fuego se había iniciado a las 12:15 horas, cuando la Numancia lanzó los dos primeros cañonazos. Tras cinco horas de dura batalla, la escuadra española se retiraba definitivamente no sólo de las costas del Perú, sino de América del Sur. 

Fernando Casos utilizó una de las dos páginas de la edición de El Peruano del sábado 5 de mayo de 1866 para relatar los pormenores de la batalla. Desde que a las 6 de la mañana del 1 de mayo, el vigía anunció “cierto movimiento de la escuadra española, surta en el cabezo de la isla de San Lorenzo”. “¡¡¡Se han batido 300 cañones españoles contra 50 peruanos, de los cuales, propiamente, han funcionado solo 17!!!”, escribió.

2 de Mayo

Tanto esa edición de El Peruano, como la del viernes 4 de mayo, se diseñaron las cuatro columnas con líneas negras gruesas, señal del duelo nacional. La edición del día 4 reproducía la arenga que Mariano Ignacio Prado, entonces jefe supremo provisorio de la República, pronunció en el Callao el 30 de abril: 

SOLDADOS Y MARINOS!
Nuestra causa es la causa de toda la América. Defendamos el honor y la libertad de todo un continente.

Prado nombró al general Pedro Bustamante, inspector general del Ejército, para que suceda en el cargo de Secretario de Guerra y Marina a José Gálvez. Su primera misión fue trasladar los restos de su antecesor, el coronel José Gálvez, para que reciba los honores respectivos en Lima. En Gálvez resplandecían –escribió Casos- “la severidad de Caton, la adusta frente de Bruto y el puro espíritu de Arístides”.

La Secretaría de Justicia informaba que dos facultativos y “algunos parientes y relacionados” habían participado en el reconocimiento del cadáver del héroe nacional, que descansaba en la iglesia de Bellavista. Gálvez era el único que llevaba, entre los defensores de la torre de la Merced, un cordón de la orden de San Francisco. La Secretaría de Hacienda y Comercio donó 50,000 soles a la viuda e hijos del héroe.

Otro apremio fue enviar un oficio al Decano de la Escuela de Medicina para que nombre a los “facultativos” que auxilien a los heridos. 

Prado firmó un decreto supremo de la Secretaría de Gobierno, Policía y Obras Públicas para erigir un monumento “consagrado a perpetuar la memoria del hecho de armas del 2 del presente”.  

En el documento infrascrito, recordaba “la memorable jornada del día de ayer la escuadra española ha sido rechazada á cañonazos del puerto del Callao:

Sustentaba la construcción de la obra pública –que llevaría en la cúspide el busto de Gálvez y “en los lugares convenientes, por orden de sus graduaciones, los nombres de todas las víctimas de ese memorable día”–, “Que la circunstancia de haber sido el número de cañones de la escuadra española seis veces mayor que el de nuestras baterías, honra altamente el valor y denuedo de los defensores del Callao:

“Que el haber sido puestas fuera de combate, desde el principio de la acción, tres de las fragatas enemigas y los grandes daños causados a las demás por nuestros cañones hasta obligarlas a huir vergonzosamente de nuestros fuegos, dan el carácter de una espléndida victoria por parte del Perú, a la acción de ayer”.

El Peruano

El adiós al héroe


A las 3 de la tarde del 4 de mayo de 1866, el tren Lima-Callao iniciaría el viaje con los restos de Gálvez. Escoltaba el triste vagón el Batallón 9 de Marzo N° 7 y los generales del Consejo de Guerra. Fueron recibidos en Lima por una comitiva al salón del Congreso, donde fue velado hasta el día siguiente. El cadáver del “Benemérito Señor” fue escoltado por una compañía de infantería. La “procesión fúnebre” llegó al templo de Nuestra Señora de las Mercedes y depositó los restos del héroe en el Cementerio General (hoy Cementerio Museo General Presbítero Matías Maestro).   

Las sumatorias


Los militares y civiles –entre ellos bomberos, estudiantes y empleados del Estado, como la Secretaría de Gobierno y la Imprenta del Estado– tuvieron el respaldo médico de los alumnos de la Facultad de Medicina, de 27 médicos en los hospitales militares, de las hermanas de la Caridad (que prestaron labores en el “hospital de sangre” de Bellavista y el Callao, junto a algunas mujeres como Dolores Rojas de Larrier), y 13 “series de facultativos” (de cuatro doctores cada una) que prestaron servicios a los heridos de la jornada en la estación del ferrocarril en Lima. 

Mariano Felipe Paz-Soldán ofreció su casa para depositar ahí a los heridos que no podrían trasladarse, por la gravedad de sus heridas, hasta el hospital. La casa José Suito y Cía. puso a disposición seis coches para “el servicio patriótico de conducir heridos”. Y Aniceto Mascaro dio cien soles para repartir “entre los artesanos y trabajadores”. 

(Fuente: Diario Oficial El Peruano 1826-1868, Patrimonio Cultural Documental Bibliográfico de la Nación). 

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(FIN) JVV/DOP

Publicado: 2/5/2019