El aumento de la obesidad infantil está desencadenando serios trastornos del sueño en los niños, el más común de ellos la apnea del sueño. Un descanso inadecuado no solo afecta su desarrollo cognitivo, sino incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas, advierte el neurólogo Frank Villarreal en el marco del Día Mundial del Sueño, que se celebra hoy.
Dormir es una función biológica imprescindible para el cuerpo humano. Durante el sueño, el cerebro además de repararse a sí mismo, también consolida los recuerdos y fortalece el aprendizaje. Sin embargo, cuando este proceso se interrumpe, se generan consecuencias que van más allá del cansancio, afectando desde la salud cardiovascular hasta la función cognitiva.
El doctor Frank Villarreal, neurólogo y coordinador de la Unidad de Medicina del Sueño de la Clínica Ricardo Palma, advierte que en la actualidad hay un número creciente de niños que padecen problemas de sueño debido al aumento de la obesidad infantil.
“Se ha visto que las cifras de niños que presentan ronquido y apnea del sueño han aumentado considerablemente. Antes, esto estaba relacionado con el crecimiento de amígdalas o del tejido adenoideo, pero hoy la obesidad se ha convertido en el principal factor de riesgo”, explicó a la Agencia Andina.
La apnea del sueño es un trastorno caracterizado por pausas en la respiración durante el descanso nocturno, lo que impide alcanzar un sueño profundo. Villarreal señala que estas interrupciones pueden ser tan fuertes que el cerebro, de manera reactiva, se despierta. Esto hace que el sueño sea de muy mala calidad.
Impacto en la salud de los niños
El especialista advierte que el sueño de mala calidad no solo afecta el estado de ánimo y la concentración, sino que también tiene un impacto en la salud en general. No dormir bien hace que todo nuestro cuerpo se mantenga en un "estado proinflamatorio", lo que puede desencadenar enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, diabetes e incluso algunos tipos de cáncer.
Además, la obesidad en los niños no solo está vinculada a la apnea del sueño, sino también a otros problemas respiratorios, metabólicos y hormonales. “Cuando un niño no duerme bien, su organismo produce más cortisol, la hormona del estrés, lo que aumenta el apetito y contribuye al sobrepeso. Es un círculo vicioso que pone en riesgo su bienestar desde temprana edad”, advirtió Villarreal.
La privación del sueño en niños tiene una manera particular de manifestarse. Según el especialista, los niños, a diferencia de los adultos, demuestran mayor hiperactividad, reactividad, se vuelven más irascibles y su atención se ve sumamente afectada.
La característica física principal de un niño con apnea del sueño es el respirador bucal: la nariz está aplanada hacia abajo, la boca está entreabierta, los dientes están desalineados y el paladar es alto. Los niños con obesidad central se cansan rápidamente durante el día, están desatentos, tienen problemas de conducta y, al dormir, presentan ronquidos y pausas respiratorias. Son niños que frecuentemente consuman dulces para mantenerse despiertos, señala el médico.
El sueño y el bienestar emocional
En el caso de los adultos, la falta de sueño de calidad es un factor de riesgo para la presión arterial alta, enfermedades metabólicas e incluso trastornos afectivos, como la depresión y la ansiedad. Villarreal enfatiza que el sueño es clave para convertir los recuerdos en aprendizaje y para regular nuestras emociones. Si no dormimos bien, no podremos gestionar adecuadamente nuestras emociones y ello puede impactar nuestro bienestar emocional.
Mujeres presentan más insomnio
Según el doctor Villarreal, los adultos necesitan entre 7 y 9 horas de sueño por noche, aunque cada persona tiene necesidades diferentes según su estilo de vida y genética.
Los trastornos más comunes en la etapa adulta son el insomnio y los problemas respiratorios durante el sueño, como la apnea y los ronquidos.
“Las mujeres suelen tener más insomnio, lo que puede estar relacionado con factores hormonales y también con su rol en la sociedad, mientras que los hombres son más propensos a desarrollar problemas respiratorios del sueño, como la apnea”, detalla Villarreal.
Finalmente, el neurólogo hace un llamado a la población a prestar más atención a sus hábitos de sueño y a buscar ayuda en caso de padecer problemas para dormir. Para el especialista el miedo a no dormir es un factor perpetuante del insomnio. Mientras más largo ha sido el periodo de insomnio, se siente más miedo para volver a dormir. Esto genera más preocupación y, en lugar de mejorar, cada día la persona duerme menos.
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(FIN) OPG/RRC
Publicado: 13/3/2025