El exoesqueleto ya tiene una patente en trámite en Estados Unidos y ha alcanzado un nivel avanzado de desarrollo (TRL7). Actualmente se encuentra en etapa de ensayos clínicos en el Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja, donde se evaluará su efectividad en niños con parálisis cerebral, una condición neurológica que limita el control muscular y la movilidad de miles de pacientes en el país.ANDINA
De niño dejó el Perú para continuar sus estudios en Estados Unidos, donde se formó en Ingeniería Biomédica hasta tener un doctorado. Hoy, a sus 27 años, Sebastián Barrutia regresó al país con el objetivo de transformar la vida de niños con parálisis cerebral. Su especialización en biomecánica, su talento y ganas de dejar en grande el nombre del Perú dieron origen a un proyecto pionero que ha denominado exoesqueleto pasivo de rodilla que busca impactar positivamente en la vida de quienes tienen dificultades para caminar. ¿Cómo funciona este dispositivo?
La idea nació de la curiosidad y creatividad de este ingeniero peruano apasionado por imaginar soluciones a problemas reales. Durante su doctorado en la Universidad de Florida se inspiró en proyectos de apoyo a niños con discapacidad y, con el impulso de su asesor, orientó sus investigaciones hacia el desarrollo de un dispositivo para pacientes pediátricos con parálisis cerebral.
El trabajo inicial se realizó en el Laboratorio de Neuromecánica Humana de la Universidad de Florida, donde contó con recursos para desarrollar prototipos y probar su dispositivo en estudios preliminares con niños sin discapacidad. Estos avances le permitieron sustentar su tesis doctoral y graduarse en mayo de 2025. Con ese respaldo académico, decidió regresar al Perú y continuar el desarrollo de su proyecto en colaboración con el Instituto Nacional de Salud (INS), donde se impulsa la creación de un laboratorio para la realización de prototipos biomecánicos para dispositivos médicos innovadores.
Hoy, el proyecto avanza con el apoyo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), que aporta infraestructura y estudiantes de ingeniería mecatrónica para perfeccionar el diseño. El Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja, facilitará los ensayos clínicos con pacientes pediátricos. Con estas alianzas, el proyecto del exoesqueleto se encamina a convertirse en una herramienta de rehabilitación accesible y adaptable a las necesidades del sistema de salud peruano.
No necesita motor ni batería
Es un dispositivo mecánico que rodea una parte del cuerpo para reforzar o facilitar el movimiento, a diferencia de una prótesis que reemplaza un miembro ausente.
En este caso, el exoesqueleto está diseñado para la rodilla y se denomina “pasivo” porque no necesita motor ni batería para funcionar, lo que lo hace más práctico y accesible que los modelos activos que dependen de energía externa.
Este diseño también incorpora piezas impresas en 3D con materiales livianos como la fibra de carbono, lo que permite que sea adaptable y cómodo para los pacientes. Al poder cambiar o ajustar las piezas, el dispositivo puede adecuarse al crecimiento de los niños y adolescentes, lo que lo convierte en una herramienta versátil para acompañar sus procesos de rehabilitación.
Creado para niños y adolescentes de entre 1.30 y 1.65 metros de estatura, el dispositivo ha demostrado en pruebas preliminares reducir en alrededor de 20% el esfuerzo que realiza la rodilla durante la caminata, un beneficio clave para la rehabilitación de pacientes pediátricos con parálisis cerebral.
“Hicimos un estudio comparando cuál era el comportamiento de sus rodillas sin y con el exoesqueleto mientras caminaban. Y usando aparatos biomecánicos, análisis biomecánicos, pudimos concluir una reducción de aproximadamente ese porcentaje en el esfuerzo de la rodilla durante el caminar, y solamente, como digo, solamente en instantes", dijo en declaraciones a la Agencia Andina.
Ensayos clínicos en San Borja
El exoesqueleto ya tiene una patente en trámite en Estados Unidos y ha alcanzado un nivel avanzado de desarrollo (TRL7). Actualmente se encuentra en etapa de ensayos clínicos en el Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja, donde se evaluará su efectividad en niños con parálisis cerebral, una condición neurológica que limita el control muscular y la movilidad de miles de pacientes en el país.
El equipo se encuentra en la fase de adaptación del protocolo diseñado en la Universidad de Florida a los requerimientos del Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja. Tras recibir la retroalimentación del comité de ética y de especialistas en parálisis cerebral, se realizan los últimos ajustes al procedimiento y al dispositivo. Una vez aprobado, se dará inicio a los ensayos clínicos con pacientes pediátricos.
“Lo que nosotros queremos es que los niños con parálisis cerebral puedan caminar con mayor facilidad en su día a día. El exoesqueleto que hemos desarrollado, comparado a otros que cumplen la misma función, no usa ningún resorte, batería o motores. Eso lo hace más accesible”, destacó Barrutia.
Los exoesqueletos que funcionan con motores o baterías suelen ser muy costosos, sostuvo, por eso están restringidos casi siempre a hospitales o clínicas especializadas. En cambio, un exoesqueleto pasivo, más sencillo de fabricar y mantener, abre la posibilidad de que los niños puedan usarlo también en casa y mejorar poco a poco su calidad de vida frente a las limitaciones que impone la discapacidad.
A diferencia de los exoesqueletos pediátricos con motores, cuyo precio puede alcanzar los 10,000 dólares, el dispositivo diseñado por Sebastián Barrutia resulta mucho más accesible. Su costo aproximado es de 1,000 dólares por pierna y, al ser un modelo pasivo y fabricado con piezas impresas en 3D, ofrece la posibilidad de abaratarse aún más si se produce a mayor escala.
Innovación para la salud pública
El joven investigador confía en que la colaboración con el Instituto Nacional de Salud permitirá que este exoesqueleto no se quede en un prototipo, sino que llegue a los hospitales y centros de rehabilitación públicos del país. Con ello, más niños podrían acceder a una tecnología que hasta hoy resulta costosa y poco disponible en el Perú.
Su visión va más allá de un solo dispositivo: apunta a que el país se convierta en un espacio donde se diseñen y fabriquen innovaciones en biomecánica y rehabilitación, en lugar de depender únicamente de la importación de equipos. Para ello, el rol de las universidades y de instituciones como el INS será clave en la formación de profesionales y en la creación de laboratorios de prototipado.
“Mi mayor ambición es que este exoesqueleto no sea solo un proyecto académico, sino una herramienta real que llegue a los niños con parálisis cerebral y les devuelva la posibilidad de caminar con mayor facilidad”, finalizó Barrutia.
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(FIN) JAM/KGR
Published: 9/21/2025