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El Último Bastión: "Hay temas que nos persiguen en la historia"

Para Marco Moscoso, productor general de TV Perú, es inevitable no relacionarse con la trama

Mayella Lloclla tiene una gran participación en la producción peruana. ANDINA/Difusión

08:44 | Lima, abr. 8.

Por José Vadillo Vila

El último bastión es la primera serie peruana y la primera de una televisora estatal latinoamericana que llega a la plataforma mundial Netflix. El trabajo producido por TV Perú cosecha buenas críticas en Hispanoamérica. Vea aquí la galería fotográfica

La serie El último bastión –producida en el 2018 por TV Perú y hoy difundida por Netflix, la mayor plataforma de streaming global– narra ese momento bisagra de la llegada de ‘Pepito’ (San Martín) a la capital del virreinato del Perú mientras los realistas resistían en la fortaleza del Real Felipe, y el virrey Pezuela se replegaba. 

Es un contexto en el que también coincide una epidemia de cólera, los saqueos a los negocios de los fieles a la corona y el cerco indígena que no permite el acceso de alimentos a la capital.


Pequeños personajes


El último bastión no es la historia de los héroes, sino la de los personajes de la vida cotidiana alrededor de 1821.

“De alguna manera, los personajes se han reencarnado hoy en otros. Hay temas que nos persiguen en la historia como la corrupción, la discriminación o la desigualdad social. Es inevitable no relacionarnos con la historia de El último bastión”, comenta el productor general de TV Perú, Marco Moscoso, quien tuvo a su cargo la dirección de la serie.

El Último Bastión

El público en Hispanoamérica elogia la serie, desde que se estrenó vía Netflix el 25 de febrero, y se mantuvo por varios días entre los ‘10 más populares en el Perú’. Hoy encabeza preferencias en varios países.

"Reconocimiento internacional

Esta semana, el académico argentino Pablo Lacoste, desde el diario La Tercera de Chile, la calificó como “la obra maestra de la televisión peruana”, destacándola por su “espesor cultural, su profundidad intelectual y la detallada reconstrucción de la cultura material de la época”. “Eso ayuda a que el audiovisual peruano esté en los ojos del mundo”, opina Marco Moscoso.

Por su parte, Hugo Coya Honores, ex presidente ejecutivo del Instituto de Radio y Televisión del Perú (IRTP) y uno de los tres productores de la serie de época, junto a Moscoso y María Luisa Adrianzén, recuerda que llevar adelante este proyecto fue un enorme desafío en todos los sentidos”: no había experiencia en el país de desarrollar series históricas, ni el presupuesto en la televisora estatal para este tipo de empresa. A ello se sumaban las trabas burocráticas.

Recuerda que las series históricas, a diferencia de las contemporáneas, demandan una gran investigación previa y durante el rodaje, a fin de garantizar la fidelidad de los hechos.



Desafío creativo

Coya planteó desde un inicio a los guionistas Eduardo y María Luisa Adrianzén centrarse en el ciudadano corriente y cómo lo afectan las decisiones políticas. En ese norte, los guionistas dieron vida al universo limeño representado por la familia Robles.

El proceso completo de producción tomó al equipo dos años, desde el momento de decidir hacer la serie, pasando por las reuniones con historiadores y guionistas para definir, por ejemplo, las fuentes bibliográficas o el tipo de lenguaje a utilizarse, etcétera.

“Fue una opción de producción usar el español actual, con solo algunos guiños lingüísticos al español de la época, para que llegue a un público más amplio. De lo contrario, a gran parte de los televidentes le hubiera costado más entenderlo”, explica Hugo Coya.



Patrimonio monumental

Otro desafío fue conseguir las locaciones; muchas de ellas son patrimonio monumental, y se debía conseguir las autorizaciones del Ministerio de Cultura y trabajar cuidando el patrimonio. En posproducción se tuvo que usar la tecnología para borrar ciertos elementos que no eran de la época.

“Mi percepción es que grabar una serie ambientada en la historia del Perú es muy complicado. Por medio de la serie todos debemos entender que es importante y primordial cuidar y mantener nuestro patrimonio. Porque al buscar locaciones vimos cuánto de nuestro patrimonio se está perdiendo, pues no hay el cuidado necesario o el presupuesto para su mantenimiento. Tuvimos que descartar muchos lugares”, señala, a su turno, Moscoso.



De exportación

Desde el inicio, Hugo Coya y todo el equipo apuntaron a que la serie sea un producto de exportación y venderla a Netflix. Por ello, se siguió al pie de la letra “la biblia de especificaciones técnicas” que exige dicha plataforma, desde el formato del video (4K), de sonido, tipo de cámaras, etcétera.

Hay un tema que se discute, y es el del costo de la producción. Aquí se debe incluir los activos del propio TV Perú, como las cámaras, los equipos de sonidos y otros. Además, Coya resalta que no todo el equipo técnico ni los actores cobraron “lo que cobrarían en una serie de ese tipo”. Muchos donaron su tiempo y trabajo porque vieron que el proyecto tenía “calidad y entusiasmo”.



A futuro 


Ahora que el Perú está en el radar de las series internacionales, Coya opina que es una oportunidad para la naciente industria audiovisual local. “Espero que lo de El último bastión sea el punto de partida para que vengan más y mejores series peruanas. Tenemos grandes talentos y profesionales en el país, actores, directores, técnicos”.

Resalta que es la primera serie peruana que llega a una plataforma de streaming y de una televisora pública de América Latina, que marca un hito para la propia industria audiovisual latinoamericana.

Marco Moscoso explica que la pandemia del covid-19 detuvo algunos proyectos de TV Perú. Por el momento, no hay otra serie de época en producción, pero tiene el know how para futuros retos.

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(FIN)DOP/JVV 

Publicado: 8/4/2021