Por José Vadillo VilaEl último bastión es la primera serie peruana y la primera de una televisora estatal latinoamericana que llega a la plataforma mundial Netflix. El trabajo producido por TV Perú cosecha buenas críticas en Hispanoamérica.
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La serie El último bastión –producida en el 2018 por
TV Perú y hoy difundida por Netflix, la mayor plataforma de streaming global–
narra ese momento bisagra de la llegada de ‘Pepito’ (San Martín) a la capital del virreinato del Perú mientras los realistas resistían en la fortaleza del Real Felipe, y el virrey Pezuela se replegaba.
Es un contexto en el que también coincide una epidemia de cólera, los saqueos a los negocios de los fieles a la corona y el cerco indígena que no permite el acceso de alimentos a la capital.
Pequeños personajes
El último bastión no es la historia de los héroes, sino la de los personajes de la vida cotidiana alrededor de 1821.
“De alguna manera, los
personajes se han reencarnado hoy en otros. Hay temas que nos persiguen en la historia como la corrupción, la discriminación o la desigualdad social.
Es inevitable no relacionarnos con la historia de El último bastión”, comenta el productor general de TV Perú, Marco Moscoso, quien tuvo a su cargo la dirección de la serie.
El público en Hispanoamérica elogia la serie, desde que se
estrenó vía Netflix el 25 de febrero, y se mantuvo por varios días entre los
‘10 más populares en el Perú’. Hoy encabeza preferencias en varios países.
"Reconocimiento internacional
Esta semana, el académico argentino Pablo Lacoste, desde el diario La Tercera de Chile, la calificó como “la obra maestra de la
televisión peruana”, destacándola por su
“espesor cultural, su profundidad intelectual y la detallada reconstrucción de la cultura material de la época”. “Eso ayuda a que el audiovisual peruano esté en los ojos del mundo”, opina Marco Moscoso.
Por su parte, Hugo Coya Honores, ex presidente ejecutivo del Instituto de Radio y Televisión del Perú (IRTP) y uno de los tres productores de la serie de época, junto a Moscoso y María Luisa Adrianzén, recuerda que llevar adelante este proyecto
“fue un
enorme desafío en todos los sentidos”: no había experiencia en el país de desarrollar series históricas,
ni el presupuesto en la televisora estatal para este tipo de empresa. A ello se sumaban las trabas burocráticas.
Recuerda que las
series históricas, a diferencia de las contemporáneas,
demandan una gran investigación previa y durante el rodaje, a fin de garantizar la fidelidad de los hechos.
Desafío creativo
Coya planteó desde un inicio a los guionistas Eduardo y María Luisa Adrianzén centrarse en el ciudadano corriente y cómo lo a
fectan las decisiones políticas. En ese norte, los guionistas dieron vida al universo limeño representado por la familia Robles.
El proceso completo de producción tomó al equipo dos años, desde el
momento de decidir hacer la serie, pasando por las reuniones con
historiadores y guionistas para definir, por ejemplo, las fuentes bibliográficas o el tipo de lenguaje a utilizarse, etcétera.
“Fue una opción de producción
usar el español actual, con
solo algunos guiños lingüísticos al español de la época, para que llegue a un público más amplio. De lo contrario, a gran parte de los televidentes le hubiera costado más entenderlo”, explica Hugo Coya.
Patrimonio monumental
Otro desafío fue conseguir las locaciones; muchas de ellas son patrimonio monumental, y se debía conseguir las autorizaciones del Ministerio de Cultura y trabajar cuidando el patrimonio. En posproducción se tuvo que usar la tecnología para borrar ciertos elementos que no eran de la época.
“Mi percepción es que grabar una serie ambientada en la historia del Perú es muy complicado. Por medio de la serie todos debemos entender que es importante y primordial cuidar y mantener nuestro patrimonio. Porque al buscar locaciones vimos cuánto de nuestro patrimonio se está perdiendo, pues no hay el cuidado necesario o el presupuesto para su mantenimiento. Tuvimos que descartar muchos lugares”, señala, a su turno, Moscoso.
De exportación
Desde el inicio, Hugo Coya y todo el equipo apuntaron a que la serie sea un producto de exportación y venderla a Netflix. Por ello, se siguió al pie de la letra “la biblia de especificaciones técnicas” que exige dicha plataforma, desde el formato del video (4K), de sonido, tipo de cámaras, etcétera.
Hay un tema que se discute, y es el del costo de la producción. Aquí se debe incluir los activos del propio TV Perú, como las cámaras, los equipos de sonidos y otros. Además, Coya resalta que no todo el equipo técnico ni los actores cobraron “lo que cobrarían en una serie de ese tipo”. Muchos donaron su tiempo y trabajo porque vieron que el proyecto tenía “calidad y entusiasmo”.
A futuro
Ahora que el Perú está en el radar de las series internacionales, Coya opina que es una oportunidad para la naciente industria audiovisual local. “Espero que lo de El último bastión sea el punto de partida para que vengan más y mejores series peruanas. Tenemos grandes talentos y profesionales en el país, actores, directores, técnicos”.
Resalta que es la primera serie peruana que llega a una plataforma de streaming y de una televisora pública de América Latina, que marca un hito para la propia industria audiovisual latinoamericana.
Marco Moscoso explica que la pandemia del covid-19 detuvo algunos proyectos de TV Perú. Por el momento, no hay otra serie de época en producción, pero tiene el know how para futuros retos.
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(FIN)DOP/JVV
Publicado: 8/4/2021