Convencida de que solo a través de una propuesta honesta que nos permita vivir en igualdad, la bailarina y coreógrafa Alejandra Sánchez busca, a través de la danza, generar un cambio. Ella asegura que el arte es un excelente vehículo para alcanzarlo, sobre todo en un país falente en la lectura. Siente que hay mucho por hacer y así se lo ha propuesto al frente de Noam danza. Descúbrela, a través de esta entrevista, que concedió, a la Agencia Andina.
-Actualmente, Alejandra ensayas la próxima puesta de Denisse Dibós Todos Vuelven, donde mostrarás tu arte de cara al Bicentenario.
-Sí. Es una obra basada en la historia del Perú contada de diferentes y dirigida por Carlos Galiano. Se trata de un musical absolutamente peruano con arreglos modernos y originales a cargo del maestro César Vega y una mirada contemporánea de nuestra historia. Un viaje ágil e intenso por algunos momentos de nuestra historia para, finalmente, preguntarnos si somos verdaderamente libres o si seguimos siendo presas del odio y la discriminación.
-A puertas del Bicentenario, en teoría, deberíamos haber superado tanto. Pero como sociedad parece que los temas que más se visibilizan son más violencia de género, inequidad y racismo
- Definitivamente. Y algo que me queda claro es que el formato de música siempre producimos cosas extranjeras, con el bajo presupuesto, poco apoyo. Y creo que desde que se montó un musical en honor a Chabuca Granda y hoy con “Todos vuelven” vemos que sí se puede apostar y hacer cosas hermosas con nuestra historia.
-¿Cómo te planteas entregarte al arte y hacerlo tu profesión… a veces hay oposiciones familiares o ciertas dudas existenciales?
-Puedes creer que yo no me he sentido negra hasta que tenía 18 años y a partir de ahí que comencé a explorar espacios comencé a vivir muchas cosas. Donde te ponen la traba, de que por ser negra no vas a conseguir un papel protagónico. A raíz de tanta discrimación y tanta miseria moral entonces dije: esto tiene que parar y cambiar. ¿Pero de qué manera puedo hacerlo? Fueron tantas estrelladas. Un día me dije voy a partir desde mi propia experiencia para poder así cambiar a otras personas.
-¿Y realmente eso es así?, ¿te invalida como bailarina?
-Sí. Aquí te invalida. Si quieres postular a una compañía tienes que ser totalmente anoréxico para poder ser parte de ellos. Entonces lo que he buscado, con el tiempo, es que la danza sea inclusiva. Que no te tengan que decir: eres gorda o negra o andina y no vas a poder nunca. Mi esfuerzo, mi lucha ha hecho que sea un ejemplo que se refleje en otros. Siempre mis clases son alentadoras y, si tienes sobrepeso, en la danza eso no es impedimento para que te descubras.
-¿Y en algún momento pensaste dejarlo todo?
- Sí, por supuesto, casi no termino la escuela de ballet porque mis condiciones físicas no calzaban. Tuve la cola más grande siempre. He sido delgadísima, pero el prototipo físico para el ballet me decía no va a ser posible para ti.
-¿En qué momento sentiste que la discriminación te marcó fuertemente?
-Fui una vez a hacer una audición con gran esperanza porque no nací en cuna de oro. Siempre buscaba trabajos y he probado hasta de modelo. En aquellos años estaba en la escuela de ballet. Bueno resulta que postulé para modelar y me dijeron: no es temporada para negras. Imagínate en mi país, que es pluricultural, sentir esa discriminación y esa segregación para mí fue fuerte.
-¿Qué sentiste?
-Fue una serie de sentimientos encontrados. Asco y rabia. Me dije no puedo creer que ésto pase en la sociedad. Tener que respirar el aire de otra persona que piensa de esa manera. Pero ojo cuando estuve en una compañía de ballet también me dijeron que los negros no podían tener un personaje protagónico, a menos que sea de esclavos. Y mira este país no es europeo. Entonces, ¿qué pasa cuando llega una obra? Tenemos que adaptarnos con lo que tenemos acá ¿no? En lugar de chancarnos hay que empoderarnos porque ahora, para que un bailarín de ballet lo sea, tiene mil trabas en su cabeza.
-¿Y tú crees que las artes escénicas no se han desarrollado más porque seguimos mirando hacia fuera y no vemos lo que tenemos?
-Totalmente. Mira en Cuba con tantas carencias, pero en la parte cultural el apoyo es increíble. Incluso ese país sabe que no tiene el cuerpo de europeo; entonces sus maestros tienen sus propias técnicas para cuerpos grandes. El ballet cubano desarrolló así una técnica especial para la fisionomía de los isleños; entonces ¿por qué el Perú no tiene lo mismo?
-¿Qué falta?
-Profundizar, investigar. Falta un trabajo más a fondo. Es lo que trato de hacer a través de la danza. A veces la gente prefiere pagar espectáculos de fuera; invertir 100 mil dólares en un artista del exterior cuando aquí tenemos grandes figuras que podrían estar plataformas mucho más visibles. Por ejemplo, si hoy quiero alquilar un teatro en este país me cuesta quince mil dólares. Para una persona que recién empieza es imposible.
–Hoy sacas adelante Obba, tu propuesta que resume espiritualidad de la religión yoruba, arte afroperuano y danza contemporánea.
–Mi objetivo es llevarlo afuera para que todos conozcan lo que hacemos y cuando alguien quiera investigarlo, encuentren este trabajo, que es un documento para las generaciones venideras. La idea es mostrar una propuesta renovada para no quedarnos en lo mismo; obviamente, sin perder la raíz y respetando lo tradicional.