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Zambo Cavero, ¡11 años de afónico silencio!

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12:52 | Lima, oct. 9.

Por José Vadillo

Hoy se conmemora un año más del fallecimiento de Arturo ‘Zambo’ Cavero (1940-2009), cantor mayor del parnaso de la peruanidad y uno de los íconos de la música criolla, que se mantiene vigente en el recuerdo de quienes aman lo nuestro.

1. Hay una relación intrínseca entre la voz potente del Zambo Cavero, la guitarra salpicada de silencios y síncopes de Oscar Avilés, las canciones con metáforas apta para todos de Augusto Polo Campos y las fibras más sensibles que tocan la rojiblanca. 

Esa nueva forma de comprender la peruanidad, ora en tiempo de vals, ora en festejos, tiene, como la Biblia, su Génesis. Se originó en los años setenta, en el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, tiempos cuando Túpac Amaru retornó -reencauchado- al imaginario popular, como prócer andino e indómito. 


2. El pecho extralarge de Arturo ‘Zambo’ Cavero le servía de caja de resonancia al dulce ruiseñor aventajado que llevaba dentro. Era una garganta profunda del nacionalismo que necesitaba ese país en cuidados intensivos cuyos habitantes necesitaban reconocerse como unidad, en costa, sierra y selva. 

Por eso, cuando del 25 de agosto a 9 de octubre del 2009, el Zambo Cavero vivía su vía crucis personal en la unidad de cuidados intensivos del hospital Rebagliati, los detalles lo seguían con el alma en vilo millones de peruanos. La obesidad mórbida, el buen comer, la jarana, la bohemia y el gusto, desde joven, por los tragos cortos, habían pasado factura al organismo del cantor limeño. 

Dos días después, el 11 de setiembre de hace 11 años, nuestro vocalista XXL tuvo las pompas fúnebres dignas de la “Mama Grande” de García Márquez, tan correspondientes a la envergadura de su canto colosal. 

Hubo enlaces en directo a la misa de cuerpo presente en la iglesia de las Nazarenas (hogar del Señor de los Milagros, del cual era devoto conspicuo), y luego, en el patio de Palacio de Gobierno recibió póstumamente la Orden del Sol en Grado de Gran Cruz. El Zambo nos dejó afónicos justo el año que se preparaba a celebrar medio siglo de carrera artística.


3. Arturo Zambo Cavero tuvo la capacidad de afinar el sentimiento en su voz y demostrar, además, su versatilidad vocal. Está en el parnaso de los grandes cantores populares junto a Carmencita Lara, Rómulo Varillas, María Jesús Vásquez, Flor Pucarina y el Picaflor de los Andes.

A pesar de sus 130 kilogramos, podía saltar del patriótico “Contigo, Perú”, a una versión llena de sapiencia profunda del valse tradicional con “Rebeca”, acurrucarnos con la introspectiva “Dijiste adiós” o dar lecciones de romanticismo a la ene en su inmejorable versión de “Cada domingo a las 12”. 

Acto seguido, con solvencia y calma zen, tomaba por el mago la sartén del sabor con festejos como “Mueve tu cucú” o “Mi comadre Cocoliche”, ambas creaciones de su primo-hermano y compinche, José Villalobos Cavero.  

Único. Este zambo nuestro, saltaba en sus cuerdas vocales, con habilidad de atleta, en eterno juego de rayuela, del bolero al vals, de la marinera al festejo y al landó. 


4. Le gritaban ¡zambo!, con esa naturalidad que solemos cholearnos de una esquina a otro, y para Arturo Cavero era un piropo que respondía con la mano en alto. 

Ese sobrenombre se lo aherrojó Guido Monteverde, un periodista que gustaba de bautizar a medio mundo con apelativos. Y vaya que la chuntó. 

Orgulloso de su prosapia a flor de piel e inconmensurable en talla y voz, Cavero era zambo por sus cuatro costados. “Zambo no tiene nada de malo. Es un tipo de mestizo, de indio con negro. Mi papá era cholo y mi mamá era morena”, respondió en una entrevista.  

Su padre fue el huaralino Juan Cavero Polán, taxista y respetado dirigente gremial; y su madre, una afroperuana cañetana, doña Digna Velásquez. Y siempre agradecería que su hermano, Tito, lo criara como un padre. Doña Digna, en cambio, le enseñó los secretos del sabor, de la carapulcra a la chinchana, del frejol con chalona y la patita con maní. 

¿La personalidad de la voz de Arturito, como lo llamaba su madre, se debía acaso a los genes en ambos direcciones con cantores? ¿O se lo debía al buen yantar y la bohemia? 

Porque para el intérprete cuyos mejores años vocales fueron los setentas y ochentas, un buen criollo se definía por “la amistad, la sinceridad, el talento artístico, la disposición, la salud, el buen bolsillo, la cundiría, el callejón, el tacu-tacu, el cau -au, el seviche de carvetilla, el aguadito de bonito, la huevera frita y el chifa de plazuela”. 

¿Achorado? Contaba hace veinte años “Yo canto achoradito, no lo niego. Porque he gorreado tranvía, he tirado perro muerto, he estudiado en Escuela Fiscal, y en Gran Unidad Escolar, y de ahí no paré hasta San Marcos. Que si salgo pavo me gradúo de cojudo y pa’ cojudo no se estudia”.


5. Cantante y cajonero, el “Zambo” empezó en 1973 a cosechar éxitos mayores al lado del guitarrista Oscar Avilés (dice Augusto Polo Campos, el Ferrando del criollismo, juraba que él fue quien llevó al joven cantor para que lo escuche el recorrido cuerdista del bigotito eterno). 

Entre 1973 y 1983, Cavero y Avilés fecundaron 10 elepés de resultado imbatible, coreados en cualquier reunión, de callejón o salón; y en cada esquina donde haya un peruano. 

Así, el dúo fue símil cholo de Lennon-McCartney. La aventura sonora procreó competencias gratuitas al Himno Nacional como “Y se llama Perú” y “Contigo Perú”, que corea la hinchada peruana desde entonces, desde que el “chino” Velasco Alvarado estaba en el poder y la selección jugaba pelota. 

“Estoy muy orgulloso de ser creador de una nueva modalidad y que muchos hayan recogido mi influencia. Ojalá aparezcan unos veinte ‘Zambos’ Cavero”, decía por esos años el cantante, quien en 1986, junto a Avilés, Luis Abanto Morales, Jesús Vásquez y Augusto Polo Campos, fue reconocido en el seno de la Organización de Estados Americanos como Patrimonio del Perú y América. 

La garganta del Zambo modula en la frecuencia de la peruanidad, volvió y se conectó –sin wi-fi y por banda ancha– con treinta y pico de millones de almas rojiblancas cuando el valse “Contigo Perú”, de Augusto Polo Campos, volvió a retumbar en los estadios, durante toda la campaña que hizo la selección peruana rumbo al Mundial de Rusia 2018. Eran 11 en la cancha y el Zambo Cavero, bastaba de sobra en la banda sonora.


6. El Zambo había nacido en la Maternidad de Lima y, cuenta su leyenda, que desde los dos años ya golpeaba las latas en busca de sonidos. 

Por muchos años, Arturito, con su metro ochenta de estatura, vivió con su mamá en Nació en la Maternidad de Lima y vivió sus primeros años en la quinta “La Banderita Blanca”, de la cuadra 11 de la avenida Abancay. Luego enrumbó al barrio de Mesa Redonda, con el cual se identificó. Se trataba de un reducto de criollos del ayer, hoy reemplazado por mayoristas de productos chinos. Desde chiquillo se escapaba para ir a los centros musicales Tipuani y Pinglo, a escuchar a los criollos, entre ellos el que sería su maestro, Avilés, que ya jaraneaba como Dios manda. 

En el colegio estaba en la banda de músicos y se inclinó por el canto y las bases rítmicas. A los 22 años, el Zambo ya era vocal del primer centro musical Carlos A. Saco. Fue sobrino predilecto de Augusto Ascuez, ahijado de Valentina Barrionuevo. Jaraneó con los Panchos Ballesteros y Estrada, con “Pindongo” Romero, con Juanito Criado. Que era habitúe del Callejón del Buque, fue uno de los forjadores del Centro Social Valentina., y si fue alegre en los escenarios era porque lo asimiló de Humberto Cervantes. 

A los 14 años fue descubierto como percusionista por José Durand, debutó tocando la batería en el chifa Shan Joi Lao. En 1955 ya integraba la Sonora “Capri”. A los 18 tocaba los tambores y platillos en locales nocturnos como el boite Negro Negro de la plaza San Martín, el Embassy o el Bim Bam Bum, pero por el día se dedicaba a estudiar y se convirtió en maestro de escuela de niños especiales. “No puedo ser amarillo ni con los artistas ni con los profesores”, decía con convicción de izquierda este devoto del Cristo Morado y del Alianza Lima.  

Postuló dos veces en 1985 y 1987 a un escaño en el Congreso de la República (fue candidato por la fenecida Izquierda Unida y conspicuo amigo del desaparecido presidente Alan García) pero entendió el mensaje del público: “He comprendido que mi carrera artística es incompatible con mi carrera política. No puedo identificarme con ninguna agrupación política debido a que mi público profesa diferentes ideologías”, dijo, colgando definitivamente los chimpunes de la política. Zambo, le decía el público, tú naciste para cantar y eterno. 


Datos 


Para las eliminatorias del mundial de 1978, el DT Marcos Calderón ordenó que los blanquirojos hicieran calistenia a ritmo del cajón del Zambo Cavero. Perú ganó a Chile. 

Entre las canciones que registró figuran: “Olga”, “Nuestro secreto”, “Hilda”, “La abeja”, “Tu perdición”, “Dijiste adiós”.

Hizo giras con Oscar Avilés y en solitario por Japón, EE. UU., España, México, Colombia, Ecuador, Chile y Argentina. 

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(FIN) DOP/JAM

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Publicado: 9/10/2020