13:04 | Lima, nov. 15 (ANDINA).
Por Susana Mendoza SheenEs patólogo, pero historiador por convicción y aficionado a la fotografía, arte que aprendió del gran Martín Chambi. Uriel García confiesa ser tímido con los elogios y que le gustaría ser un intelectual como su padre.
Después de escribir su libro sobre Hipólito Unanue, ¿quedó decepcionado?
-No. Unanue fue un tipo extraordinario en cuanto a personalidad carismática. Pero que atropelló de una manera inmisericorde a quien se le cruzó en el camino, no cabe la menor duda.
¿Le apenó conocerlo más?
-Tampoco. Me apenó llevarme de encuentro a personalidades tan admiradas por mi, como Hermilio Valdizán que tiene otra visión de él, así como de muchos defensores de Unanue.
Ha ido contra la corriente, ¿siempre ha sido un rebelde?
-Nunca me ha gustado ser aplastado por nadie. Tengo la formación de varios maestros, pero en primer lugar de mi padre. Él en 1930 se enfrentó a dos emblemas, al pensamiento de José de la Riva Agüero que sostenía que la identidad nacional era la hispanidad; y José Carlos Mariátegui que afirmaba que eran los nativos. Mi padre, escribió que “hay un nuevo indio, y ese es producto de la eclosión de dos culturas”.
Hipólito Unanue fue ambicioso, usted lo menciona en su libro ¿Le hubiera gustado ser como él?
-No, y le voy a hacer una confesión íntima: cuando era niño, y mi madre me vestía y me ponía una ropa nueva, y una tía me decía “¡Ay qué lindo!” me tiraba al suelo, y me revolcaba. Hasta el día de hoy no me gusta. La otra noche que presenté el libro, y comenzaron a hacerme elogios, no sabía dónde ponerme.
¿Qué le molesta?
-Me incomoda no saber qué decir… me hubiera revolcado con gusto esa noche… (Risas)
¿Nunca ambicionó?
-…nunca… el día que mis propios partidarios empezaron a defender la industria farmacéutica, siendo ministro de Salud, renuncié al cargo sin tener acuerdo alguno con el presidente de la República. Probablemente he sido uno de los pocos ministros, de los últimos tiempos, que hizo eso.
¿Se arrepiente?
-No. El presidente se sorprendió porque es quien tiene la prerrogativa, y por enojado me tuvo dos meses más sin nombrar mi reemplazo hasta que un día lo llamé por teléfono y le dije que tenía asuntos importantes en Washington. Pero le digo algo, no hay peor cosa que ser un ministro renunciante y seguir despachando, porque todos los sobones se van.
¿Cuál es ha sido su máxima ambición?
-Ser profesor principal, aunque un poco tarde, de la universidad Cayetano Heredia. Pero he tenido satisfacciones. Una vez, Unicef me invitó a una conferencia de prensa en Naciones Unidas para que expusiera un tema que me había escuchado en una reunión: cómo disminuir la mortalidad infantil con lo que costaba la cola de un Mirage. ¡Uy! Fue un éxito, me sorprendió. Salí en portada en el New York Times. Fue en 1983.
¿Se reconoce militante de un partido?
-Fui militante de mi partido hasta que la dirigencia decidió presentarse a la segunda reelección de Fujimori con Raúl Diez Canseco como candidato en esas elecciones. Ese día presenté mi renuncia.
¿Estudia a Hipólito Unanue porque fue parte de una época, final del Virreynato y comienzos de la república?
-Me interesa mucho esa época porque la llamada independencia del Perú imitó a la de George Washington. Una libertad para los colonos ingleses, y no para los indios y negros. Muchos criollos pensaron que ese era el camino.
¿Le hubiera gustado ser amigo de Unanue?
-(Risas)… hubiera sido interesante conversar con él. Por ejemplo, para entender cómo siendo un prócer de la independencia, tenía esclavos que se los dejó como herencia a sus hijos. ¿Para quién fue la libertad?
¿Se considera un intelectual?
-(Risas)… no lo sé…no sé qué es un intelectual…
¿Pero cómo se ve así mismo?
-…Uhmm…no sé… yo quisiera ser como mi padre: un intelectual de primera.
¿Usted aprecia a su padre desde siempre?
-Yo he tenido la suerte de que mi padre me enseñe a leer. Me gusta hasta ahora leer, ver libros, estar rodeados de ellos porque desde pequeño estaba en su biblioteca. Allí leí y aprendí a admirarlo.
¿Lo recuerda?
- Si, siempre; inclusive en los sueños. Él murió cuando yo tenía como 40 años. Fue el guía que llevó a Macchu Picchu a Pablo Neruda. Y le cuento un dato, en el libro que escribió mi padre sobre la fortaleza aparecen las piezas que se llevó Brigham, y cómo fue esa historia.
Es legítimo nuestro derecho de pedir esas piezas…
-¡Por supuesto! Mi padre siempre las reclamó y nunca nadie le hizo caso… ¡Imagínese!
¿Tiene alguna afición?
-La fotografía, y la aprendí con Martín Chambi, fue mi maestro en mis vacaciones útiles. Me crié con los hijos de él.
¿Cuál es su próximo proyecto?
-Estoy escribiendo un estudio sobre la pobreza y la salud; la pobreza como causa de muerte. No se trata de hacer sólo una campaña para disminuir la mortalidad materna, sino también la pobreza.
¿Qué quiere demostrar?
-Que al lado de una campaña de salubridad, debe haber justicia social.
APUNTE
El Fondo Editorial del Congreso de la República acaba de publicar su libro “La magia de Unanue” en donde muestra facetas del prócer poco conocidas.
(FIN) Variedades
Publicado: 15/11/2010