Señor Cautivo: así nació la devoción de los piuranos por el santo patrono de Ayabaca

Piura ya vive la Festividad del Señor Cautivo de Ayabaca, una de las manifestaciones religiosas más grandes del norte peruano que moviliza a miles de peregrinos hasta el Santuario ubicado en Ayabaca, en la sierra piurana. ANDINA/Difusión

Piura ya vive la Festividad del Señor Cautivo de Ayabaca, una de las manifestaciones religiosas más grandes del norte peruano que moviliza a miles de peregrinos hasta el Santuario ubicado en Ayabaca, en la sierra piurana. ANDINA/Difusión

12:17 | Piura, oct. 7.

Ayabaca es una pintoresca ciudad enclavada en las serranías piuranas, a 2,815 metros sobre el nivel del mar. En medio de su paisaje andino y clima saludable, se respira una profunda fe religiosa, centrada en su santo patrono: el Señor Cautivo de Ayabaca, cuya festividad convoca cada octubre a miles de peregrinos del norte del Perú y del vecino Ecuador.

El origen de la devoción


Cuenta la tradición que en 1751, el sacerdote español García Guerrero quiso regalar a su pueblo una imagen del Señor. Para ello eligió un tronco de cedro que, según los pobladores, había brotado sangre cuando un labrador lo golpeó con su hacha. Aquel árbol fue hallado en el cerro Zahumerio de Jililí.



Tiempo después, tres hombres vestidos con ponchos blancos de lana llegaron al pueblo montando caballos albinos. Eran hábiles talladores y se ofrecieron a esculpir la imagen, con una sola condición: nadie debía interrumpirlos ni observarlos mientras trabajaban. Los alimentos se les dejarían al amanecer, sin contacto alguno.

La curiosidad pudo más que la promesa. Días después, los pobladores forzaron la puerta del taller y no hallaron a los misteriosos hombres. La comida permanecía intacta, pero en el centro del recinto se erguía majestuosa la imagen de un Nazareno maniatado, de imponente belleza. Comprendieron entonces que los talladores no eran hombres, sino ángeles disfrazados de chalanes. Desde entonces, el pueblo llamó a la obra “una escultura hecha por ángeles”.


El templo y la fe


En 1904, el reverendo padre Tomás Eliseo Velásquez inauguró el templo que alberga la sagrada imagen. Décadas más tarde, en 1974, la iglesia fue refaccionada y se construyeron dos escalinatas para facilitar el acceso de los devotos.


Cada 13 de octubre, la imagen del Señor Cautivo, de un metro ochenta de altura, recorre en procesión las calles alfombradas con flores. Representa el momento en que Cristo, tras ser apresado en Getsemaní, fue abandonado por sus discípulos (cf. Mt 14,50). Viste túnica morada con bordados dorados, lleva las manos atadas con un cíngulo del mismo tono y luce una corona de espinas de oro con tres resplandecientes potencias.

La peregrinación y la devoción popular


Durante septiembre y octubre, quienes transitan por la Panamericana Norte pueden ver interminables columnas de fieles vestidos de morado. Hombres, mujeres, jóvenes y ancianos —algunos cargando cruces, otros llevando niños o instrumentos musicales— avanzan a pie en señal de penitencia y fe. Muchos peregrinan primero hasta Paita para venerar a la Virgen de las Mercedes, “La Mechita”, y luego continúan hacia Ayabaca, en lo alto de la sierra piurana.


Las llamadas Hermandades del Cautivo acompañan el trayecto con cantos y oraciones. Las autoridades locales brindan apoyo a los caminantes, y en algunos casos, incluso se concede permiso especial a reclusos con delitos leves para cumplir su promesa de peregrinar. Al culminar su promesa, retornan voluntariamente a prisión.

Una fe que perdura


Cada 13 de octubre, Ayabaca se convierte en el corazón espiritual del norte peruano. La festividad en honor al Milagroso Señor Cautivo congrega a miles de devotos que agradecen los favores y milagros recibidos. Su imagen, símbolo de esperanza y consuelo, continúa siendo emblema de fe viva en los Andes piuranos. (Fuente: Arzobispado de Piura)


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(FIN) MMC/MAO

Publicado: 7/10/2025