A 40 kilómetros al sur de la ciudad de Puno, se encuentra Culta, un pueblo con profundo fervor católico que en Viernes Santo acostumbra construir arcos de plata para ofrendar a la Virgen de la Natividad, la imagen protectora de dicha localidad.
Los actos rituales y religiosos empiezan la noche de Jueves Santo, con la peregrinación a la cumbre más alta de la zona, allí rezan y cantan durante toda la noche, al amanecer descienden cargados de muña, el aromático arbusto que utilizan para la armadura de los arcos de plata.
En toda la comunidad recolectan utensilios que contengan metales preciosos, principalmente los de plata para dar luminosidad y textura a los arcos, que se caracterizan por tener un brillo impresionante y de singular decorado.
Luego de culminar con el armado de los impresionantes arcos de plata, estos son llevados en hombros para la presentación ante la Virgen de Natividad, que en Viernes Santo luce manto negro. “La mamita está de luto, por la muerte del hijo de Dios”, refiere Walter Huarcaya, el devoto que dirige las tertulias.
La venerada imagen sale en procesión, acompañado de fieles que lucen atuendos negros, recorren por los puntos de ubicación de los arcos de plata, en medio de cánticos y alabanzas, evocando los pasajes bíblicos sobre la vida y pasión de Cristo.
La ofrenda de los arcos de plata a la Virgen de Natividad, es una tradición ancestral que los pobladores de Culta, heredaron de generación en generación y hoy lo mantienen viva. Es la apasionante expresión colectiva que se desarrolla en Viernes Santo.
(FIN) HCB