Cuando faltaban cinco minutos para las once de la noche finalmente se dio el encuentro: Jesús Nazareno con el rostro ensangrentado y cargando la enorme cruz, se encontró con la Virgen Dolorosa en la calle de la Amargura.
Hay algo que sobrecoge, inclusive a los no creyentes, cuando ambas imágenes se inclinan para consolarse. María, la Virgen Dolorosa, entiende que es el camino final que ha tomado su hijo en sacrificio por la humanidad.
Ahí quedan juntas, madre e hijo, la Virgen Dolorosa y Jesús Nazareno, varios minutos, “conversando”, susurrándose esas cosas humanas y divinas mientras los sahumerios impregnan con incienso el ambiente y las mejores voces de Ayacucho cantan en solemnes en quechua.
Hasta que, dejarán la plaza, primero, las andas del patrón de Ayacucho, Jesús Nazareno; seguido de la virgen Dolorosa, San Juan y la Verónica.
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Desde el cielo ayacuchano, además de las estrellas, había cinco drones que seguían el paso de las sagradas imágenes. Desde la tierra, cientos de celulares registraban el hecho para la posteridad en fotos, videos y selfies.
Habían pasado tres años desde la última vez que la procesión del patrón de Ayacucho y su madre se encontraban en la recta final hacia el Gólgota. Ese encuentro es una de las singularidades de la Semana Santa en Ayacucho, la ciudad de las 33 iglesias.
Cientos de vecinos de Ayacucho y turistas fueron testigos de la esperada y emotiva procesión de las sagradas imágenes a las cuales también se sumaron las imágenes de San Juan y la Verónica.
Los balcones de las casonas coloniales del corazón de Ayacucho nuevamente estaban llenos de visitantes, gracias al avance de la vacunación contra el covid-19. En cada una, el Jesús Nazareno se detendría para recibir homenajes y cánticos en su honor.
Las personas aprovechaban para visitar y orar en la catedral de Ayacucho, que vestida de luces moradas esperaba el paso de las procesiones.
Sus campanarios tañían marcando el descanso y homenaje del Jesús Nazareno alrededor de la histórica plaza ayacuchana.
Ayacucho es una ciudad del arte vivo y las arterias que recorrería el Jesús Nazareno se habían vestido de decenas de alfombras de flores, que diligentemente las instituciones habían encargado a los artistas.
Bellas y efímeras obras de arte que hacían alusiones a elementos ayacuchanos como la mujer huamanguina, los retablos, el arte en vidriería y otros. Los tres primeros lugares recibirían de la municipalidad de Huamanga premios de 3,000, 2,000 y 1,000 soles, respectivamente.
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Pasadas las ocho de la noche del Miércoles de Encuentro, las primeras imágenes en ingresar en procesión a la plaza de Armas de Ayacucho fueron las de San Juan y la Verónica.
Cuando la procesión de Jesús Nazareno ingresa a la plaza de Armas de Ayacucho, se le “acercó” San Judas. La procesión de la Verónica se acercaría portando un lienzo. Jesús Nazareno se inclinaría y en el sudario de la Verónica quedaría estampada la imagen doliente del Cristo.
San Juan y la Verónica avisarían a la Virgen Dolorosa de la presencia de su hijo, Jesús Nazareno. Y el encuentro de ambas imágenes se daría a los pies del portal Unión.
Casi al filo de la medianoche, las imágenes abandonarían la plaza de Armas de Ayacucho y los miles de testigos partirían también para alistarse para el recorrido de las siete iglesias en Jueves Santo.
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(FIN) JVV/MAO