El Mirador de Paucarpata es uno de los principales refugios ecoturísticos de San Martín; condición que ha merecido atención por parte de las autoridades y de quienes ofrecen servicios turísticos en la región, proyectándose para el futuro cercano la implementación de mejoras para los visitantes, incluido un puente colgante.
El trayecto hacia este lugar, partiendo de la ciudad de Moyobamba, dura aproximadamente 20 minutos, y comienza desde la carretera a Jepelacio, a 1.5 km del cruce hacia los baños termales de San Mateo.
La ruta serpentea entre montañas cubiertas de vegetación, donde cada curva revela la riqueza natural de la zona. El recorrido, de aproximadamente 20 minutos, transcurre por una carretera angosta y sinuosa, rodeada de abundante vegetación.
En el trayecto se pueden observar las montañas que custodian el valle del Alto Mayo, anticipando el paisaje que espera en lo alto.
Al llegar, dos policías y una caseta de vigilancia dan la bienvenida a los visitantes. La caminata, de unos 850 metros, atraviesa senderos rodeados de jardines coloridos, piedras, árboles frondosos y una gran variedad de aves.

Durante el recorrido es posible avistar monos tocones de distintos tamaños, especie característica de la Amazonía peruana y símbolo de la biodiversidad del lugar.
Caminata con lluvia
El circuito conduce al Cerro San Mateo y a la quebrada Mishquiyacu, un área de conservación de unas 15 hectáreas destinada a proyectos sostenibles. Tras unos minutos de caminata, se llega a la primera etapa del mirador, desde donde se obtiene una vista panorámica del valle y las montañas que rodean Moyobamba.

El guía local, llamado Jhonatan, explicó a la Agencia Andina que el sitio es ideal para el avistamiento de aves debido a la diversidad de especies registradas en la zona. “Acá contamos con 156 especies de aves registradas, entre ellos tenemos el paucar, colibríes ermitaños, tangaras, añaimamas, entre otras”, señaló, mientras señalaba algunos ejemplares que sobrevolaban la zona.
El ascenso hacia la segunda etapa del mirador fue más exigente. A mitad del trayecto, una ligera llovizna nos sorprendió e hizo que el terreno sea más difícil de recorrer.
La recompensa tras este contratiempo fue llegar a lo alto y gozar de una vista imponente, acompañada por las letras de colores que forman la palabra “Paucar”; ícono del lugar y punto ideal para fotografías.

Nuevos proyectos para fortalecer el turismo
El Mirador de Paucarpata busca consolidarse como un espacio turístico integral, con nuevas obras orientadas a mejorar la experiencia de los visitantes. Según el guía, el lugar se encuentra en pleno proceso de reestructuración y ampliación.
“Este domingo ya iniciamos una segunda etapa de reestructuración del proyecto, ya visionando un circuito completo de 21 spots o miradores en los cuales vas a poder disfrutar de la vista panorámica hacia Moyobamba y el Valle del Alto Mayo”, indicó. Entre las principales novedades, destacó la construcción de un restaurante hecho con arquitectura de bambú y la implementación de dos cafeterías que ofrecerán productos locales.
El proyecto tiene una proyección a largo plazo y se ejecutará de forma progresiva. “El proyecto se planifica a un 100% entre 4 a 5 años, paulatinamente, porque este año se pretende llegar a un 20%”, precisó.
Uno de los atractivos más esperados a implementarse será un puente colgante que conectará la carretera con la parte baja del mirador. “Allí se va a poder disfrutar desde la llegada, haciendo un poco de turismo vivencial, de experiencia y aventura”, agregó.

Un destino en crecimiento constante
Más allá de los proyectos, Paucarpata ya se ha ganado un lugar en la agenda turística de quienes visitan Moyobamba.

Desde su apertura, se ha convertido en un punto de encuentro para los amantes de la naturaleza, el senderismo y la fotografía. Su entorno ofrece una experiencia tranquila, ideal para observar aves, disfrutar del paisaje o simplemente desconectarse del ruido urbano.
El flujo de visitantes refleja este interés creciente. Los fines de semana y feriados son los días con mayor movimiento, con un promedio de 25 a 30 personas diarias, mientras que entre semana llegan grupos más pequeños, generalmente de entre cinco y diez visitantes.
“Después, en días normales, la recepción es entre 5 a 10 personas, dos grupos, un grupo”, detalló Jhonatan.