Abigail Galván Cantoral (16) y Azul Delgado Gómez (13) son dos adolescentes con mucho en común: tenían riñones que no funcionaban, pasaron buena parte de su vida en un hospital, requerían con urgencia un trasplante y, a inicios de este año, cada una recibió un riñón del mismo donante.
Procedentes de Villa El Salvador e Ica, respectivamente, ambas vivieron en carne propia y por varios años lo duro que es estar en lista de espera para un trasplante de órgano y la explosión de alegría cuando el personal de salud les anunció por teléfono que apareció "un ángel" para ellas.
Abigail y Azul formaron parte de la lista de espera que hoy aún tiene a la expectativa a 12 niños por un trasplante renal, a otros 2 por trasplantes hepáticos y a 4 por trasplantes de cornea, informa Zulema Tomas, directora del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de San Borja.
"La cultura de donación no se cumple como dice en el DNI", advierte Tomas al subrayar que en Latinoamérica países como Argentina, Uruguay y Chile están por encima del 20% de donación de órganos. En cambio, en el Perú hay 0.5 donantes por millón de habitantes.
Tomas pide a los donantes dejar una carta respaldada con su firma para que se cumpla su voluntad en caso les pasa algo. "Mi invocación es que si tuvieran un familiar en situación de muerte cerebral, respeten la decisión de su DNI".
"En un momento de tranquilidad, se debe transmitir a la familia que yo sí quiero donar, que respeten mi decisión. Que la familia sepa que debe respetar esa decisión para poder salvar a otros", señaló por su parte la doctora Melva Benavides López, jefa de la Unidad de Donación y Trasplante.
Doctora Melva Benavides López, jefa de la Unidad de Donación y Trasplante del INSN-San Borja
Abigail
Todavía le tiembla la voz cuando recuerda aquella tarde de enero del 2022 en que se sentía muy mal de salud y llegó la noticia de su donante. Rendirse nunca había sido una opción para Abigail Galván. Ella y su familia aguardaron con mucha esperanza esa lista de espera mientras se sometía a sus terapias de hemodiálisis.
En el 2014, mediante una biopsia renal, le detectaron síndrome nefrótico, una enfermedad del riñón que ocasiona que el cuerpo elimine demasiadas proteínas en la orina. Durante los primeros cuatro años de la dolencia, estaba con tratamiento oral, pero llegó un momento en el cual se sentía muy grave y la necesidad de extirparle sus riñones era imprescindible.
En una de las crisis, llegó a ser internada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pero al mismo tiempo, su vínculo con Dios se fortaleció más, hasta el día de hoy. "Me desesperaba, pero Dios estuvo ahí conmigo. Me aferré mucho a él", relata a la agencia Andina mientras le brillan los ojos.
Para esta guerrera, fue Dios quien le envió a ese "ángel" e hizo que los padres de éste no es opongan como suele suceder debido a los mitos, la desinformación y la desconfianza sobre la donación de órganos. Sus ojos se llenan de agua, respira y vuelve a hablar: "estoy muy feliz porque tengo una nueva vida. Todo cambió de verdad. Es como si hubiera vuelto a nacer".
Abigail y su madre Ruth, su mayor soporte
Ahora, ya con una buena salud, la estudiante de quinto de secundaria del colegio Saco Oliveros y amante de la matemática, aritmética y estadística podrá cumplir un sueño a corto plazo: ingresar a la especialidad de economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
"Estoy tomando clases virtuales porque tengo muchas metas en el futuro", sostuvo la joven, tras recordar que, para evitar estar estresada se dedicó a vender collares y pulseras a mano, emprendimiento que siempre tuvo el apoyo de su madre, doña Ruth Cantoral Pacheco, su mayor soporte.
Próxima a cumplir 17 años el 24 de diciembre, esta locuaz joven se anima a dar un consejo a quienes aún siguen en la lista de espera por un trasplante de órgano. "Busquen una actividad que les apasione para no estar estresados. Tengan paciencia, esperanza y fe".
Azul
Iqueña de nacimiento, no oculta su alegría tras haber conseguido un donante. "Me siento contenta y feliz porque podré hacer una vida normal". En abril del año 2018 se enteró que padecía de insuficiencia renal crónica.
Atrás quedaron las 14 horas diarias de hemodiálisis, que iniciaban en la noche y culminaban a la mañana del día siguiente. Era un "martirio necesario" porque sus riñones ya no funcionaban. La enfermedad estaba en etapa cinco, es decir, la fase terminal.
Azul Delgado Gómez y su mamá sonríen tras el exitoso trasplante
"Me siento bien porque ahora que tengo un riñón nuevo, ya no estaré nerviosa con mi catéter. Antes estaba triste cuando me operaban. Me sentía mal porque pensaba que nunca me iban a trasplantar", relata con una mezcla de alegría y melancolía.
La alumna de segundo de secundaria del colegio Nuestra Señora de las Mercedes rememora con orgullo que pudo salir adelante pese a que a veces se quería rendir por la debilidad física y mental que le generaba la enfermedad. "Mi familia y los doctores me motivaban para estar bien", cuenta Azul tras confesar que por medio de la oración ha sentido la presencia de Dios.
Dejando de lado su timidez, se animó a pedirle a los niños y niñas del Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja seguir adelante y no rendirse. "No importa cuanto tiempo pase. En cualquier momento puede llegar un riñón y les puede cambiar la vida. Si siguen luchando pueden tener una vida mejor".
Como suele pasar a algunos pacientes que llevan mucho tiempo en contacto con los médicos, señala que a futuro quiere estudiar Medicina porque "es una profesión muy bonita y que está al servicio de los niños". Azul está muy agradecida con los familiares de su "ángel" porque permitieron que ella siga viviendo gracias a uno de sus riñones.
Dato:
-El INSN San Borja es el único centro hospitalario pediátrico del Ministerio de Salud (Minsa) que postergó los trasplantes de órganos en pandemia, tiempo durante el cual realizó 18 trasplantes y tejidos, de los cuales 10 fueron renales, 5 hepáticos y 3 de córnea.
-Cada trasplante está valorizado entre 100 mil y 300 mil soles en un centro de salud privado; no obstante, en el INSN-San Borja son totalmente gratuitos y costeados por el Seguro Integral de Salud (SIS). "El Estado esta cumpliendo con el derecho a la salud y a la vida", señala Zulema Tomas.
(FIN) JAM/RRC