Desarrollar un fuerte vínculo afectivo entre padres e hijos garantiza en el futuro que los castigos sean eficaces, sin necesidad de violencia, y que no se tenga que recurrir a drásticas medidas como abandonar al niño o niña en medio de un bosque, como ocurrió recientemente en Japón.
Este comentario lo formuló el psicólogo clínico Luis Olivares Stasiw sobre la polémica desatada por los padres del niño japonés, de 7 años, abandonado en un bosque –y encontrado casi una semana después– como castigo por arrojar piedras en un encuentro familiar.
El experto del Centro Emergencia Mujer de San Miguel señaló que la violencia solo genera que el niño obedezca por temor. "Los efectos de esa 'corrección' a determinadas conductas negativas vuelven algo normal los actos de violencia, produciendo un círculo vicioso que no se rompe fácilmente y deja traumas en los niños".
Lamentó que aún en estos tiempos mucha gente piense que la violencia sirve, porque hace que el niño respete y obedezca cuando tiene miedo. "En ocasiones, cuando se equivoca y tiene un error, entra en pánico, piensa que la violencia está bien y entonces esta se naturaliza”.
Vínculo padre-hijo
Según el especialista, la clave para corregir con eficacia a los hijos consiste en desarrollar un fuerte vínculo afectivo con ellos.
El lazo afectivo genera un código que el niño o la niña interpreta así: "Mi papá me quiere, me dedica tiempo, se interesa por mí y no lo quiero traicionar”. Esta sería la clave para corregir con eficacia a sus hijos, sin violentarlos física ni emocionalmente.
¿Cómo fortalecemos el vínculo?
El único modo de desarrollar un vínculo es dedicándoles tiempo a los hijos, ellos notarán inconscientemente el interés que usted muestra por ellos, dijo Olivares.
También ayuda mucho cuando los hijos, desde pequeños, desarrollan una preocupación por algún quehacer de la casa. "No solo deben recibir, sino dar, sentir que empiezan a hacer algo en la vida".
Puso como ejemplo los casos de hijos que asesinan a sus padres. "Esto ocurre porque los padres no desarrollaron las relaciones humanas con sus hijos y solo se dedicaron a satisfacer sus necesidades materiales".
El psicólogo indicó que el papá y la mamá son una autoridad en la casa, pero eso no quiere decir que sean autoritarios. La autoridad implica que él o ella son los responsables en la casa y tienen facultades como para ponerles límites a los hijos, por lo que aconsejó implantar reglas claras en el hogar.
Disciplinarlos
Una forma de enseñarles a los menores a ser disciplinados es desarrollando la preocupación por cumplir con los quehaceres del hogar.
"Cuando el padre disciplina a su hijo debe hacerlo con inteligencia y no dejar que su enojo le haga decir palabras hirientes al niño, que afecten su autoestima y traigan como consecuencia sentimientos de inferioridad cuando se convierten en adultos".
¿Mi papá es mi amigo?
La frase “mi papá es mi amigo” es una tendencia moderna que desnaturaliza la relación de padres e hijos, trayendo graves consecuencias, porque le quita el rol de guía que tiene el padre sobre su hijo, advirtió Olivares.
“La relación padre-hijo es especial, porque el padre es una persona que ya ha vivido, que tiene una responsabilidad mucho mayor, a nivel económico y emocional, en la familia” agregó.
Coordinación entre padres
Otro factor importante para corregir al niño es que el padre y la madre, en el caso de una familia nuclear, conversen y convengan sobre cómo impondrán el castigo, y las reglas que debe acatar el niño o niña. Si no llegan a un acuerdo, deberán acudir a un especialista con el fin de orientarse.
“Cuando los padres se desautorizan, el niño obedece en función a lo que le conviene en ese momento, pierden disciplina. Esa dinámica hace que termine no haciendo caso a ninguno de los dos”, advirtió.
(FIN) MPM/RRC