El peruano Miguel Angel Capuñay, quien abandonó Ucrania debido a la guerra con Rusia, cuenta que ahora valora más la vida después de haber caminado por la carretera con el temor de que los aviones que volaban por encima de él lancen en cualquier momento una bomba.
“Ahora valoro más la vida. Ayer he estado con mis hijos. A mi hija menor de 18 años la he abrazado mucho, no sabes cuánto amor le he expresado porque la vida me permite estar junto a ellos, velar por sus necesidades y crecimiento, así como estar con mis padres, hermanos y amigos”, sostuvo.
Abogado de profesión y actualmente asesor empresarial en temas de negocios internacionales, llegó a Kiev, la capital, a inicios de diciembre del 2021 para iniciar nuevos emprendimientos y radicar allí por buen tiempo junto con su esposa; sin embargo, todos sus planes quedaron truncos de la noche a la mañana por la guerra.
Nunca imaginó que la madrugada del 24 de febrero despertaría por el estruendo de las bombas que caían sobre la ciudad o por el sonido de los aviones que sobrevolaban demasiado cerca la zona en la que vivía.
El día anterior -dijo- todo se desarrollaba de forma rutinaria en Ucrania; la gente acudía a los establecimientos comerciales, bancos, supermercados. Sin embargo, unas horas después ese país se convertiría en un campo de batalla donde huir o ponerse a buen recaudo era la prioridad.
“Cerca de las 4 a.m. despertamos por las explosiones de las bombas y el ruido de los aviones surcando el cielo. En casa estaba con mi esposa, con su hijo y su nuera. El estruendo de las bombas nos producía pánico y terror porque pensábamos que, en cualquier momento nos caía una bomba. A las 6 a.m. escuchamos otra explosión y luego otra más a las 8 a.m.; por ello, tratamos de buscar un refugio seguro en la casa”, narró.
Capuñay pensó en lo peor: quizás ya no volvería a ver su familia, a sus padres, hermanos, hijos y solo quedaba despedirse, pero a la vez pensar en todos ellos fue su estímulo para protegerse y salir airoso de ese complicado momento.
La familia de este peruano se mantuvo dentro de casa hasta que no escucharon más bombardeos y luego salieron para ver qué había ocurrido. Los vecinos trataron de organizarse de tal forma que se apoyaron unos a otros ofreciendo refugio en sus sótanos subterráneos a quienes lo necesitaban, como era el caso del peruano.
Sin embargo, la situación era cada vez más tensa en Ucrania. El 25 de febrero -dijo- optaron por abandonar la ciudad de Kiev en una caravana de tres vehículos con amigos mexicanos y ucranianos con el único fin de llegar a la frontera de ese país e ingresar a Rumanía.
Durante el trayecto, el peruano observó que junto a la larga fila de autos que avanzaba por la carretera había otra de miles de personas con sus hijos en brazos que caminaban por la autopista huyendo también de la guerra sin más equipaje que una mochila al hombro.
Los alimentos empezaron a escasear, refirió, porque todos los establecimientos comerciales, restaurantes y servicios higiénicos se encontraban cerrados. De igual forma, la gasolina se convirtió en el insumo más buscado y sobrevaluado; de conseguirlo, solo se permitía la compra de 20 litros por auto.
Pero la solidaridad del pueblo ucraniano, agregó, se vio reflejado en la ayuda que brindaban los pobladores que vivían a los alrededores de la carretera quienes desinteresadamente se acercan a las personas que huían de Kiev y le ofrecían bolsas con plátanos, manzanas o naranjas para el largo camino.
Temor a morir
Mientras circulaban por la carretera a paso lento, el miedo a sufrir el ataque de las fuerzas rusas estaba siempre presente, subrayó Capuñay. Fueron días agotadores donde se escuchaba a cada momento la explosión de las bombas en la ciudad de Kiev por las fuerzas rusas.
“Nosotros temíamos que en cualquier momento pase un avión y nos lance una bomba o que aparezca un tanque ruso pensando que estamos vinculados a las fuerzas militares ucranianas y nos bombardee. Era una situación muy tensa, de angustia, terror y pánico. Nos turnábamos para manejar el vehículo, dormíamos un poco y luego continuábamos el recorrido. Así salimos airoso de esa situación”, expresó.
Frontera
El día 28 de febrero, el abogado cruzó la frontera de Ucrania y pisó suelo de Rumania. Aseguró haber sentido un gran alivio y esperanza de encontrarse sano y salvo lejos de la guerra, pero a la vez con sentimientos encontrados por todos los compatriotas que aún no podían abandonar ese país y por el pueblo ucraniano que se ve envuelto en estas acciones bélicas.
En la ciudad de Budapest, capital de Rumania, estuvo momentáneamente en el centro de refugiados donde no le faltó ningún alimento y tuvo el apoyo de cientos voluntarios que lo ayudaban en los traslados y coordinaciones con las autoridades del Gobierno peruano para su retorno a nuestro país.
Finalmente, gracias a las coordinaciones con la embajada de México en Rumanía, Capuñay pudo abordar el avión de la Fuerza Aérea Mexicana que lo trasladó a la ciudad de México como escala previa antes del Perú.
Hoy este peruano tiene la oportunidad de estar nuevamente con sus seres queridos y de brindarles todo el cariño que merecen porque, en su caso, la guerra entre Rusia y Ucrania quebró todos sus planes profesionales y personales de la noche a la mañana.
“En esta guerra no hay vencedores ni vencidos. Esta guerra no solo va a traer perjuicio a Rusia y Ucrania sino a todo el mundo por la interdependencia económica entre todos los países. Esperemos que prime la cordura, la inteligencia humana y se llegue a buenas negociaciones. Es injusto, desde todo punto de vista, lo que Rusia está haciéndole a Ucrania”, subrayó.
(FIN) ICI/RRC