Al Papa Francisco no solo hay que escucharlo sino que también es importante sentirlo en sus gestos y en estos cuatro días que ha estado en Perú ha dejado decenas de ellos que ahora podemos apreciar y compartir con nuestros lectores.
“A veces, en los pequeños gestos se descubren los sentimientos más grandes”, dijo Federico Moccia, escritor y novelista italiano, y Francisco es muy gestual, como buen argentino y descendiente de italianos.
El común denominador en todos ellos es que siempre encontraremos una mirada, una sonrisa, una caricia de misericordia, de amor, y de calidez con su acompañante de turno, ya sea un niño enfermo o un anciano que solo quiere su bendición.
Una madre con su hijo en brazos logra romper el cerco de seguridad para llegar hasta Francisco en la iglesia de Las Nazarenas. El Papa la premia con una bendición y una sonrisa. Sus índices en la cabeza de la mujer y el niño parecen dibujar la señal de la cruz en sus frentes.
Los enfermos han sido una constante en la visita papal. Esta vez el vicario de Cristo se apresta a imponer su mano a un niño en esta condición que lo esperaba en las afueras de la Nunciatura Apostólica, para regocijo de su progenitor.
El cartel lo dice todo, y es imposible no conmoverse. El Papa posa su mano sobre la cabecita de una niña con parálisis cerebral que junto a su madre lo esperaba en las afueras de la Nunciatura Apostólica. “Solo pido tu bendición”, le dice. Dios mío, haz el milagro y sánala.
Con las pocas fuerzas que la acompañan, la anciana logra estar cara a cara con el sucesor de Pedro, mientras es ayudada por el hombre de gorra y polo amarillo. La cajita blanca entre sus manos parece ser el signo de la alianza entre su fe y su pastor. Ella tiene 99 años, es invideete y su único deseo era tocar la manos del Papa.
Sucedió en Trujillo. El hombre del solideo blanco estampa un fraternal beso en la frente al anciano de canas, mientras otro hombre de sombrero blanco mira la escena. Paz y humildad.
Papa Francisco: el corazón no se puede "photoshopear" ni maquillar
El cuerpo es la cárcel del alma, decía Platón, pero no para esta niña ya casi adolescente que, a pesar de la silla de ruedas, lograr abrirse paso para recibir la bendición de su pastor. Al fondo, como mudos testigos, los tradicionales ventanales de la capital de la marinera.
Modo Papa, pero ritmo peruano. Los jóvenes trujillanos que recibieron con marinera la llegada del Santo Padre, se aproximan para obtener su bendición. Jorge Mario Bergoglio sonríe.
El encuentro de dos mundos, pero un solo amor y solidaridad. Francisco abraza un líder indígena en Puerto Maldonado, luego de pedir a los Estados conservar la amazonia y respetar y defender el patrimonio cultural de los pueblos originarios.
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(FIN) EGZ /ART
JRA
Publicado: 22/1/2018