El presidente de EEUU, Barack Obama, pasa la Navidad con su familia en una lujosa casa alquilada de Hawai con vistas al Pacífico, mientras su sucesor, Donald Trump, disfruta con los suyos en una de sus exclusivas propiedades en Florida.
Las vacaciones de los Obama y los Trump comparten lujo y sol pero difieren en el estilo: el presidente y su familia muestran su lado más relajado y cercano mientras que la familia del multimillonario presidente electo se va a su residencia palaciega.
Los Obama han pasado sus ocho navidades presidenciales en la isla natal del presidente, Oahu (Hawai), donde el mandatario aún conserva amigos de su adolescencia.
El afroamericano es el primer presidente nacido en Hawai, lo cual ha dado al estado más remoto del país una conexión especial con Washington, capital a la que se tarda más en llegar desde las islas que a Tokio (Japón).
"Obama es un chico local, indudablemente. Se toma su granizado hawaiano, calza sus chanclas. El tío sabe surfear con el cuerpo ('bodysurfing')", explicó recientemente el alcalde de Honolulu, Kirk Caldwel.
La rutina presidencial en la paradisiaca isla se repite cada año: baños en la playa, "snorkel" (buceo con tubo), salidas a cenar en restaurantes de moda, actividades con amigos y golf.
Los Trump pasan las festividades en el palaciego club privado de recreo Mar-a-Lago, donde la familia, que vive en Nueva York, suele pasar la mayoría de los fines de semana entre Acción de Gracias (noviembre) y la primavera.
Todo apunta a que el magnate mantendrá esta costumbre, de manera que el Servicio Secreto tendrá un arduo trabajo para garantizar su seguridad: vivirá entre la Casa Blanca, su Torre de Manhattan y su complejo en Florida.
Mar-a-Lago, una propiedad que el magnate adquirió en 1985 por solo 10 millones de dólares, fue el escenario de una de las fotografías que más se recordaron en las pasadas elecciones: la de los Trump y los Clinton en la recepción de boda de Donald y Melania en 2005.