La crisis ocasionada por la covid-19, el confinamiento por más de un año, el miedo a contagiarse, las pérdidas de vidas humanas a causa de esta enfermedad y la situación económica vienen causando incertidumbre y altos niveles de estrés que conllevan, entre otras consecuencias, a trastornos del sueño, alteración hoy más frecuente en la población, alertó el Ministerio de Salud (Minsa).
Rolando Pomalima Rodríguez, responsable de la Dirección de Niños y Adolescentes del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) del Minsa, explicó que la alteración de las rutinas y actividades debido a la pandemia impactan negativamente en la salud física y mental, generando cambios en los estados de ánimo, ansiedad, depresión y dificultades para conciliar y mantener el sueño.
“La persona que no tiene una buena calidad de sueño o no duerme bien, por lo general va a presentar somnolencia diurna, irritabilidad, malestar en el cuerpo y dificultad en su capacidad de concentrarse”, enfatizó.
Precisó que los más afectados son los niños pequeños y los adolescentes. En los niños el ‘miedo al contagio’ y el ‘encierro/confinamiento largo’, viene obstaculizando su proceso de socialización, necesario para su normal desarrollo, generándoles estrés, insomnio y pesadillas, entre otros cambios.
En los adolescentes, el abuso de aparatos electrónicos los lleva a acostarse de madrugada, alterando su ciclo normal de sueño-vigilia, que se encuentra regulado por su reloj biológico y cuya función es iniciar y finalizar el sueño, provocándoles una ‘inversión del sueño’.
Explicó que estas personas duermen durante el día y están despiertos por la noche, teniendo como consecuencia alteraciones del estado de ánimo, baja concentración y rendimiento escolar, principalmente.
¿Cómo afrontar el problema?
Pomalima recomendó promover y estrechar los vínculos afectivos con todos los integrantes de la familia, apoyarse con amigos y/o familiares a través de la comunicación de las redes sociales virtuales, lo que contribuirá a que los niveles de estrés-ansiedad disminuyan y puedan conciliar mejor el sueño.
“El acompañamiento crea vínculos afectivos. La casa se convierte en un lugar seguro para una comunicación abierta que permite acercarse a la familia”, acotó.
Sugirió comer de forma saludable, con alta ingesta de alimentos naturales; dormir de noche y vivir de día; exponerse a la luz solar, realizar actividad física (al menos media hora); evitar consumo de sustancias estimulantes, sobre todo en la tarde, como café, té, tabaco; limitar la exposición a pantallas y si se tiene hábito de tomar siestas, que no superen los 30 a 40 minutos.
Asimismo, indicó que se debe evitar consumir pastillas para dormir y no automedicarse porque muchos de estos fármacos tienen efectos secundarios y pueden desarrollar dependencia.
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